Preludio

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— ¡Todos de pie para recibir a la honorable jueza! —anuncia el guardia después de que los juegues deliberarán para tomar una decisión con respecto al caso del joven Samuel.

—Después de un largo veredicto, se le imputan los cargos al señor Aguilera de asesinato, al honorable oficial Encarnación —una pequeña pausa para mirar al joven chico que sabe que no es culpable de tal fechoría—Por el asesinato de un oficial de policía se le atribuyen cincuenta años de prisión...

— ¡No! —llora la madre de Samuel desesperada interrumpiendo el veredicto, mientras que el remordimiento destrozan su frágil corazón.

— ¡Silencio!

—Deberá cumplir su sentencia desde hoy —termina la honorable jueza—Dictada esta sentencia, finaliza este caso —murmura para junto a su guardia salir de la sala, mientras que los policías del penal entran a esposar al joven Samuel que mira con tristeza a su madre.

—Por favor permítanme despedirme de mi madre y hermana —los oficiales lo miran dudoso, pero lo dejan acercarse, su madre Kenia y su hermana Sol lloran desconsoladamente.

—Mi bebé —susurra entre sollozo su madre.

—Estaré bien, Ma' —le da una pequeña sonrisa, sin embargo, es una vacía, Samuel luego deja un beso en la frente de ambas—No te culpes por nada, sigan adelante —pide y se aleja de su familia para ser sacado por los guardias hasta el estacionamiento donde lo hacen subir a una camioneta que lo trasladará al lugar donde debe cumplir su condena.

***

—Deposita tus pertenencias aquí —gruñe el hombre con una mueca en su rostro— ¡Vamos, muchacho que no llevo todo el día! —Samuel se quita su reloj y todo objeto corto punzante que no deba ser entrado al penal—Desde hoy esta es tu ropa —le entrega un uniforme naranja, toalla y productos de higiene, nervioso toma todo lo que le entregan para avanzar a la siguiente puerta encontrando un doctor.

— ¿Samuel Aguilera? —El chico asiente tímido y el doctor lo mira con pena mientras el pensamiento de que no dura una semana vivo pasa por su cabeza—Debo hacer un chequeo de rutina por lo que debes desnudarte —murmura, y Samuel sabe que no le queda de otra por lo que deja lo que le entregaron en una silla y se desnuda. Su rostro se pone rojo de la vergüenza que siente, ya que nadie lo había visto desnudo antes—No debes sentir pena, hijo. Soy un doctor y debes confiar en lo que hago —asiente inseguro. El médico se acerca y alumbra sus ojos con una pequeña linterna, lo hace abrir la boca para revisar que todo está bien—Abre brazos y piernas, —hace lo que le pide y se asusta cuando el doctor se agacha para comenzar a tocar sus testículos—Bien —vuelva a levantarse—Esta es la parte más incómoda, ve a esa camilla, separa las piernas y recuesta tu torso de ella...

— ¿Para qué? —Cuestiona asustado.

—Debo chequear tu próstata y también debo saber si no llevas drogas en el recto —Samuel temblando hace lo que el doctor le pide—Respira y relájate —solicita. Cuando el chico hace lo que él pide, procede a entrar su dedo enguantado y empapado de gel lubricante en el recto del joven, lo mueve en círculo buscando ese pequeño bulto que logra localizar muy bajo, toca y luego retira el dedo—Te puedes vestir —le dice pero, él está muy avergonzado, ya que su pene está erecto.

—Yo...

—Tranquilo Samuel, es normal que tengas una erección si tocan ese punto dentro de ti. Además, tienes la próstata bajita, nada de lo que debas preocuparte, puesto que como ves esa es una zona muy estimulante —informa y él asiente de manera insegura para ir hasta su ropa, pero es detenido por el doctor—Debes colocarte la ropa de la penitencia, y entregar esa al recolector de pertenencias —asiente para colocarse la ropa naranja—Samuel, ten cuidado con los reclusos.

Una advertencia que lo condenaría a las tinieblas y tormentoso placer de Lucifer.

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Las escenas expuestas en este libro son ficticia, se pueden identificar sitios reales, pero todo es producto de la imaginación del autor. Se recomienda que personas sensibles no lean este libro, escenas subida de tono entre pareja del mismo sexo, violencia y uso de sustancia ilícitas.  

El recluso de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora