Capítulo I

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Miedo es la palabra que describe cómo se siente Samuel mientras es dirigido hacia su celda. El joven chico de apenas veintiún años siente la mirada de varios reclusos quemar su nunca, mientras que otros son más osados pidiendo a gritos que le deje a la ''nena'' en su celda aunque sea por una noche.

—Esta es tu celda, el recluso Matthew te explicará los horarios —le quitan las esposas para que entre a la celda encontrando a un señor mayor leyendo un libro del Quijote.

—Bienvenido Samuel, —deja el libro de lado para darle una pequeña sonrisa—Yo seré tu compañero de celda, esa de ahí es tu cama y puedes dejar tus cosas de higiene en ese pequeño muro. —Comenta, Samuel deja las cosas en el muro y se sienta en su cama—No tengas miedo, sé que esto está lleno de hombres malos y todo lo demás, pero también hay hombres buenos aquí dentro —el joven asiente—Bueno, veo que eres poco de hablar. Te dejaré tranquilo. —El señor Matthew vuelve a su lado de la celda para continuar leyendo su libro, mientras que el tímido se acuesta dándole la espalda para poder dejar salir sus lágrimas en silencio.

...

—Samuel —lo llama Matthew, ya que el chico se ha quedado dormido y es hora de cenar.

— ¿Qué pasa? —Cuestiona abriendo sus ojos y frotándolo con su puño.

—Es hora de ir al comedor —informa, Samuel bosteza para asentir y luego acompañar a Matthew al comedor donde su cena no es más que una avena con pan. El chico hace una mueca de asco al ver lo babosa que se ve la avena—Es la mejor cena de la noche —murmura Matthew provocando que joven haga una cara horrorizado de solo imaginar cuál es la peor cena—Ven acompáñame —lo guía hasta un grupo de amigos que son hombres mayores casi todos—Chicos él es Samuel, mi compañero de celda —lo presenta.

—Parece una niña —murmura uno ganando una reprimenda por parte de Matthew—Solo digo la verdad, si los matones de Lucifer lo ven querrán tomarlo como su puta personal y lo violaran hasta que muera por desgarro —anuncia y el pobre Samuel se pone más pálido de lo que es.

—No le hagas caso, niño —Matthew se sienta a su lado mientras mira mal a su amigo que eleva sus hombros porque solo dice la verdad.

— ¿Quién es Lucifer? —Cuestiona bajito para que solo Matthew pueda escucharlo.

—Alguien del que debes mantenerte lejos, es un narco y uno muy peligroso —es lo único que le dice y Samuel asiente quedando esa advertencia bien grabada.

Después de cenar la repulsiva avena con pan vuelven a la celda donde Matthew le presta uno de sus libros a Samuel para que se distraiga del bullicio de la prisión.

...

—En la prisión hay diferentes actividades que puedes hacer para distraerte durante los años que estarás aquí —comenta Matthew mientras caminan por los pasillos que lo llevan al patio del penal—Puedes aprender a tocar instrumentos, clase de inglés o ruso. También puede jugar basquetbol. —Informa.

—No soy bueno con los deportes, por lo que en estos años tal vez aprenda el ruso —murmura mirando el suelo por el que camina, ya que las miradas de algunos reclusos le dan bastante miedo.

—Eso te mantendrá distraído y alejado de los demás, porque nadie toma las clases de ruso —comenta y eso provoca que Samuel frunza su ceño.

— ¿Por qué? —Matthew eleva sus hombros, puesto que no sabe la repuesta a esa interrogante. Estando en el patio caminan hasta los amigos de Matthew que llevan una partida de ajedrez, Samuel mira disimuladamente su alrededor hasta que su mirada choca con la de un hombre de piel bronceada que está alejado de todos, fumando un cigarro, esa mirada le da bastante miedo por lo que agacha su cabeza para mirar el suelo.

El recluso de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora