Capítulo III

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—Niño... Samuel —llama Matthew, el joven abre sus ojos; desorientado.

— ¿Qué pasa? —su voz sale rasposa por el llanto y por lo que tuvo que hacer en el baño, Matthew frunce el ceño al ver su mejilla amoratada.

— ¿Qué te paso en la cara? —Cuestiona tocando y Samuel chilla por el dolor que le provoco ese toque.

—Me caí en el baño —susurra.

—Haré como que te creo, recuerda lo que te dije de no meterte en problemas —comenta, Samuel asiente—Bien, levante que estas unos minutos retrasados para tus lesiones de ruso —el joven sale de la cama y toma una manzana que le pasa Matthew—Mi hija me ha atraído algunas frutas —murmura.

—Bien, no vemos luego —sale de la celda con dirección hacia donde tomara sus lesiones de ruso que es un lugar muy alejado de la celda de los demás reclusos, Samuel toca la puerta y escucha movimiento del otro lado, se sorprende al encontrar al sujeto del baño.

—Muñeca, no me digas que viniste por más —murmura de manera socarrona, pero por dentro muerto de la curiosidad por saber que busca el chico en su territorio de la cárcel.

—Vengo por la clase de ruso —susurra agachando su cabeza; avergonzado. El enorme hombre arquea sus cejas para luego fruncirla.

—Llegas tarde, niño —suelta cortante—Entra —ordena echándose a un lado. Cuando Samuel está dentro, cierra la puerta y lo hala del brazo para arrinconarlo contra esta—Mira niño seré claro, tú me tiene que evaluar y más te vale hablar maravilla de mi —Samuel traga grueso por lo profunda que se escucha la voz del ruso.

— ¿Entonces no me darás las lecciones de ruso? —Cuestiona y el hombre de ojos café frunce su ceño, sin entender el extraño comportamiento del muchacho frente a él.

—Te estoy hablando de una puta evaluación, ¿y tú sale con que si no te daré lecciones de ruso? —pregunta con su ceño fruncido pensando que el chico le está viendo la cara de estúpido.

—A eso fue que vine, no sabía que tenía que evaluarte —lo mira directo a los ojos cuando dice eso, el ruso frunce su ceño sin entender ni una mierda de lo que pasa.

—Bien, te daré tus clases de ruso, pero si el subdirector te pregunta cosas sobre mí, más te vale hablar cosas buenas —sentencia y Samuel asiente, el ruso se queda mirándolo por varios segundo para luego alejarse de él— ¿Cuál es tu nombre? —Cuestiona caminado hasta el sofá y señalando el que está a su lado, Samuel toma asiento y juguetea con sus dedos, nervioso por el aura asesina tiene Lucifer.

—Samuel, ¿y usted? —interroga tímido.

—No te diré mi nombre, pero si por el que todo me conocen —comenta cruzando sus brazos.

— ¿Cuál?

—Lucifer —el chico traga grueso recordando las palabras de Matthew de que se mantenga alejado de Lucifer— ¿Trajiste en que anotar? —Niega, y el ruso chasquea su lengua algo fastidiado—Te prestaré una libreta...

—No gracias —susurra interrumpiéndolo, Lucifer eleva sus cejas sin saber por qué su negativa y luego lo que dijo en el baño llega a su mente.

—Tranquilo, no deberás un favor, yo soy quien te la está regalando —se levanta del sofá y va hasta sus cajones de dónde saca una libreta roja más un bolígrafo negro. —La libreta la puedes llevar a todos lado, pero el bolígrafo no debes sacarlo de aquí —comenta, Samuel asiente para tomar lo que le entrega, Lucifer cruza sus piernas mirando al chico detalladamente y no tiene duda de que parece una chica, sino fuera porque le vio el pene seguiría pensando que es mujer.

Observa como las mejillas del chico se tornan rojizas y no puede evitar recordar cuando estuvo con su polla en su boca, se remueve porque su miembro comienza a despertar.

»Las clases serán sencilla y cosas básicas, ya que como sabrás es complicado el idioma para algunas personas —anuncio.

—Tengo tiempo —es lo que dice el chico, Lucifer frunce su ceño.

— ¿Cuántos años te dieron? —curiosea, no puede ser que un chico tan inocente tenga una condena de más de dos años.

—Cincuenta —Lucifer abre grande sus ojos cafés, sorprendido por tal cantidad. Aunque la de él es diez veces mayor a la del Samuel, pero no le cabe en su cabeza que ese pobre infeliz tenga tantos años de condena.

—¿Qué has hecho niño? ¿Le quitaste una Chanel a una vieja millonaria? —Se ríe de solo imaginar al niño diciendo la palabra ''Esto es un asalto''

—Mate a mi padrastro —murmura, Lucifer arquea sus cejas y chasquea su lengua.

—Porque será que me huelo tu mentira desde aquí —anuncia deslizando su lengua por sus labios para humedecerlo. —Un asesino se conoce muy bien después de matar a su primera víctima y tú no aparentas haber matado a alguien —murmura.

—¿Qué vas a saber tú? —Gruñe hacia el ruso que se sorprende por su fiereza.

—Cuando asesine por primera vez a un hombre, no dormir durante un mes y a ti se te nota que haces buenas siestas —recorre con su mirada el rostro del chico deteniéndose en el moretón de su mejilla «Hijos de puta» es la palabra que cruza por su mente mientras vuelve sus manos puños, Samuel se queda callado después de esa confesión y el ruso suspira para comenzar a darle lesión de idioma.

...

YA Semyuel —suelta en ruso Samuel.

—Bien, por lo menos cuando te pregunten en ruso quién eres sabrás como decir tu nombre, —comenta Lucifer después de dos horas enseñándole como presentarse en el idioma—. Aprendes rápido y eso es algo bueno —le dice.

—Gracias —Lucifer hace una mueca y mira su reloj digital, viendo que ya es hora de cenar.

—Es hora de la cena —comenta, levantándose e igual Samuel, mientras recoge la libre y deja el bolígrafo en la mesita donde estaba apoyado anotando. — ¿A dónde vas? —cuestiona Lucifer.

—Al comedor por la cena —responde inseguro y el ruso hace una mueca.

—No te he dicho que te vayas y yo haré la cena, claro, si prefieres comer la porquería que sirven allí eres libre de irte —comenta mirando al chico directo a los ojos, Samuel deja salir un suspiro y se sienta otra vez mientras que Lucifer se pone a preparar algo para comer.

Después de que la cena está, comen en silencio mirando una película de acción, Samuel se encarga de lavar los trastes como agradecimiento por la comida y así no tener que pagarle de otra manera al ruso.

—Si quieres puedes venir a comer aquí, pero con la condición de que limpies mi habitación —comenta el ruso mirando a Samuel el cual recorre con su mirada la celda del enorme hombre.

—Es una buena oferta, pero prefiero comer con mis amigos —le dice apenado, Lucifer asiente y eleva sus hombros para restarle importancia a lo que dijo el chico.

—Como quieras, mañana a la misma hora y sé puntual —Samuel asiente para salir de la celda del ruso y a paso rápido se va hasta la suya donde ya Matthew está dormido. 

El recluso de LuciferDonde viven las historias. Descúbrelo ahora