Capítulo 3

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Salimos del taxi y vamos hacia la entrada. Nos encontramos en el aeropuerto, esperando a que salga nuestro vuelo con destino a España.

Han pasado cinco días desde que ocurrió el accidente, y dos días desde que me dieron el alta.

Miro el reloj y marca las cinco de la mañana. Estoy sentada leyendo un libro. A mi lado hay una familia riéndose. Me vienen muchos recuerdos con mis padres y noto que como no me calme voy a empezar a llorar, por lo que decido ponerme los cascos inalámbricos mientras que vuelvo a centrarme en la lectura.

Noto como alguien me toca el hombro, me giro y veo que es mi tía. Me quito los cascos y veo que tiene dos vasos de Starbucks en la mano. Me da uno y lo agarro. Lo miro y me doy cuenta de que es mi favorito, un frappuccino de caramelo. Le doy las gracias y me vuelvo a poner los cascos antes de empezar a beberlo. Se sienta a mi lado y se toma su bebida.

Decido guardar ya el libro y los cascos en la mochila. La tía Ana se ha levantado hace cinco minutos porque el tío Anthony la ha llamado, supongo que para saber cuanto tiempo queda para que montemos en el avión.

Miro la hora y veo que son las cinco y media. Nuestro vuelo sale a las siete. 

Justo la tía vuelve y cogemos las maletas para ir a facturarlas y hacer el check in. Luego pasamos todos los controles y buscamos la puerta de abordaje. 

Queda media hora para que salga el vuelo, por lo que nos sentamos para esperar.

Pasados unos veinticinco minutos nos vamos poniendo en camino para no llegar tarde.

Nos montamos en el avión y a mi me toca el lado de la ventana, a mi lado se encuentra mi tía.

Pasa un rato y por fin despegamos. Tenemos un viaje muy largo por delante. Desde Miami hasta España hay unas diez horas de trayecto.


La tía se pone los cascos y elige una película. Yo me decido por ponerme los cascos y escuchar un rato música. Me encanta escuchar música, me desestresa y me ayuda a distraerme.

Miro a mi lado y me doy cuenta de que la tía se ha quedado dormida. La quito los cascos, apago su pantalla y la tapo con una manta que nos dieron las azafatas hace un rato.

 Me apoyo en la pared y miro por la ventana. Las vistas son preciosas. A mamá le encantaba el cielo. Siempre que nos montábamos en un avión se pillaba el asiento de la ventana. A mi también me encanta el cielo. Cuándo era pequeña salíamos al patio y nos tumbábamos en el césped a mirar el cielo. Siempre hacíamos eso. Poco a poco se fue haciendo costumbre. Cada día salíamos y nos tirábamos allí horas. Ese era nuestro momento favorito, nuestro momento de madre e hija. Eso nos unió mucho más.


Mami vamos al patio digo. 

Claro amorcito, corre ve a por tu peluche  me dice.

 Me levanto y salgo corriendo del salón y me dirijo a las escaleras. Subo y voy a mi habitación. Entro y agarro mi peluche favorito, una estrella de color azul. Mis padres me regalaron este peluche el día que nací. Bajo con el peluche y me dirijo hacia el patio. Mamá ya esta allí así que voy hacia ella y me tumbo a su lado, mientras que abrazo a mi peluche. Pasado un rato papá viene y se tumba con nosotras. 

Miro el cielo y de repente veo algo blanco en él que pasa bastante rápido. 

Amorcito, has visto eso me pregunta mamá. 

Si mami, ¿que fue eso? le pregunto.

 Una estrella fugaz me responde mamá. 

Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora