Capítulo 4

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Acabamos de salir del avión y estamos esperando a que lleguen nuestras maletas. La tía ha llamado a el tío nada más pisar tierra para que venga a recogernos.

Pasados unos diez minutos, nos encontramos saliendo del aeropuerto. Al salir el aire me da en la cara y lo agradezco, ya que lo necesitaba. 

A lo lejos vemos como el tío Anthony se va acercando hacia donde estamos. Sigue igual que siempre, con su traje hecho a medida, su pelo rubio bien puesto en su sitio, sus ojos verdes.

Lo primero que hace es besar a la tía y abrazarla. Luego se acerca a mi.

–Mara, me alegro de verte pequeña. –dice mientras me abraza. –Siento mucho todo lo que a pasado.

–Hola tío. –digo mientras le devuelvo el abrazo. No se que decir por lo que me aparto y le dedico una sonrisa forzada.

–Mara, cariño trae las maletas que te las llevo. 

–No hace falta tío puedo llevarlas yo. 

–Ya se que puedes llevarlas tú pero déjame llevarlas a mi que no me cuesta nada. –dice mientras agarra las dos maletas que llevo conmigo.

–Gracias.  

–De nada pequeña.

Avanzamos por la calle hasta que llegamos a el coche. Al ver el coche me doy cuenta de que es nuevo ya que hace menos de un año no lo tenían. Se que tienen mucho dinero, pero siempre me sorprende. Mi tía es una diseñadora de ropa muy reconocida y mi tío es un abogado muy prestigioso. Mis padres también tenían bastante dinero, mi padre era empresario en una de las empresas mas importantes de Miami y mamá era psicóloga. Pero el dinero no era tan importante para nosotros. Vivíamos una vida normal sin tantos lujos.

Me monto en la parte trasera y dejo la mochila a mi lado. Me abrocho el cinturón y me conecto los cascos. Pongo mi playlist de canciones favoritas y miro por la ventanilla el paisaje.

El trayecto dura unos veinticinco minutos, cuando por fin llegamos a la mansión Bonnet.

La tía Ana se casó con el tío Anthony hace veintiún años. La tía tuvo que ir a Francia por trabajo y allí se conocieron y se enamoraron. 

Me encanta escuchar al tío hablar en francés. Me parece un idioma muy bonito. A veces me enseña a decir algunas cosas. En mi casa me ponía a estudiar esta lengua.

Se abre la verja de la mansión y el tío aparca el coche junto a los demás coches.

Al salir del coche agarro mi mochila y me la cuelgo. Voy hacia el maletero donde se encuentran la tía y el tío bajando las maletas. El tío lleva la maleta grande por lo que agarro la pequeña y los sigo hacia la entrada. 

Me conozco bastante bien la mansión, pero al ser tan grande a veces me confundo.

Al entrar miro a mi alrededor y todo sigue como lo recordaba. Techos altos con lámpara de araña, paredes blancas, suelo de mármol. Veo como la tía se va dirección a la cocina y vuelve al cabo de unos minutos. Detrás de ella se encuentra Gerard, el mayordomo de ellos. 

–Señorita Mara sigues igual de guapa. Has crecido mucho.

–Hola Gerard, te eche de menos.– digo mientras me acerco a él para abrazarle.

–Yo a usted también señorita.

– Cariño voy a ir a deshacer la maleta, Gerard ahora te va a llevar a tu habitación para que te acomodes.– me dice y me da un beso en la cabeza.

–Vale tía.

Miro como la tía desaparece por las escaleras y veo como se acerca el tío hacia nosotros, ya que se había alejado para responder a una llamada.

Un nuevo comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora