El misterio y lo irreal siempre fueron características de aquel extraño mundo, donde criaturas y humanos coexistían; y la magia era solo gozada por algunos que sabían como controlarla.
Un día, un joven extranjero fue convocado a la prestigiosa...
Sin encontrar ninguna respuesta en la biblioteca, el director Crowley, decide dejar a Yuu hospedarse en una vieja y destartalada casona junto a (Reader).
A pesar del desacuerdo que ambos adolescentes muestran por el lugar, deciden quedarse en él a regañadientes ya que era su única opción. Sin esperar que Grimm también tuviese la idea de resguardarse allí.
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En una habitación de aspecto antiguo y descuidado, donde el papel tapiz se cae a pedazos y las telarañas decoraban los techos, se encontraban un muchacho junto a un felino, profundamente dormidos por el cansancio del día anterior.
— Hee... ¿No deberían ustedes dos despertarse para limpiar la escuela? -burlonamente, uno de los espectros flotaba a su alrededor-.
Con un quejido, el felino ocultó su rostro entre las sábanas, pidiendo por unos minutos más de sueño.
— Sigue holgazaneando por más tiempo y no volverás a despertarte.~
— ¡Como nosotros! ¡Eee heehee! -juguetonamente, empuja al animal de flamas, provocando que se caiga de la cama-.
— ¿¡Fgnya!? ¡Esos fantasmas de nuevo! -riendo, los tres fantasmas desaparecieron irritando a Grimm, pero no tanto como los ronquidos de su compañero- ¡Ey, tu, despierta! -exclamó, golpeando la cabeza del muchacho, despertándolo de forma abrupta-.
— ¡¿Eh, qué?! -somnoliento, se frotó sus párpados tratando de procesar su situación-.
— ¡Ya era hora de que te levantaras! -cruzando los brazos, lo miró sin remordimiento por sus acciones- Los fantasmas volvieron.
— Grimm... ¿Me acabas de golpear en la cabeza? -inexpresivamente, el felino ignoró su pregunta, señalando a los espectros quienes se reían de sus interacciones-.
— ¿Van a vivir aquí, no? -un asentimiento fue recibido- Entonces vamos a poder jugar con ustedes. ¡Kekeke!
— ¡Tsk! Inténtenlo. ¡Nos desharemos de ustedes eventualmente! -amenazó el de llamas azules, al ver a los fantasmas desaparecer de su habitación-.
Con un bostezo, el muchacho estiró sus rígidas extremidades mientras se sentaba sobre su cama. Aunque no le gustara levantarse de manera tan abrupta, sabía que era mejor cuanto antes se despabilará.
El sonido de la puerta siendo golpeada, fue suficiente para que Yuu exclamara que podrían entrar, observando las dos figuras que ingresaron en su habitación.