━━━ 𝐀𝐋𝐄𝐊𝐒𝐀𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐌𝐎𝐍𝐃𝐑𝐄𝐖 es un chico de doce años con muchos problemas, sufre de dislexia e insomnio, desde muy pequeño el lo sabía por lo que estudiaba en casa. Su padre era un timador que se gastaba su vida en estafar a la gente, a...
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━━━ Los tres jóvenes avanzaban con paso firme, sus miradas fijas en el tumulto que se formaba en el corazón del campamento.
──Debe estar muerto, ¿no?── murmuró Lyon, con un tono que oscilaba entre la preocupación y la certeza, mientras sus ojos se dirigían fugazmente hacia Desmond, cuyo semblante permanecía inalterable.
──Grover dijo que estaba vivo, pero...── comenzó a responder Desmond, antes de que la duda y la incertidumbre en su voz se vieran interrumpidas.
──Claro que está muerto, seguro que lo está. Ya habrá encontrado su lugar entre los héroes caídos... pobre chico.── Lyon negó suavemente con la cabeza, como si ya estuviera despidiéndose de un alma que aún no había dejado este mundo.
──Lyon, no lo entierres antes de tiempo.── intercedió Alek, sus brazos cruzados y una expresión de serena convicción en el rostro ── su mirada fija en la multitud como si pudiera ver más allá del caos── Seguro que ese chico está más vivo que nosotros.
──Sí, deja de decir tonterías, Lyon.── añadió Desmond, una chispa de burla iluminando sus ojos mientras esbozaba una sonrisa socarrona. Al recibir el comentario, Lyon frunció el ceño y le devolvió el golpe con un pequeño puñetazo en el hombro al rubio.
──¡Silencio, Annabeth! ──gritó Quirón de repente, su voz poderosa cortando el aire, obligando a los tres a dar un pequeño salto──. Y ustedes también, guarden silencio ──su mirada afilada se posó sobre Alek y su grupo, ordenándoles sin necesidad de más palabras.
El aire se cargó de expectación mientras todos los campistas retrocedían un poco, susurrando entre ellos. Quirón se acercó al chico que yacía en el suelo, sus ojos se entrecerraron cuando lo vio mover sus párpados.
──Ya despierta... por favor, denle espacio. ──dijo, y al instante, los jóvenes se apartaron. El chico, con un esfuerzo evidente, comenzó a abrir los ojos lentamente. ──Bienvenido al campamento, Percy Jackson. Te estábamos esperando.
Los ojos azules del rubio parpadearon por última vez antes de cerrarse de nuevamente, y Lyon, sin poder contenerse, murmuró en voz baja:
──Descansa en paz...── Agachó la cabeza en señal de respeto, pero su reflexión fúnebre fue bruscamente interrumpida por un fuerte zape en la nuca, cortesía de Desmond.
──No seas idiota, no está muerto. Míralo, está respirando, baboso.── Desmond se cruzó de brazos con aire de suficiencia, mientras los demás campistas comenzaban a dispersarse, ya sin el asombro que los había atraído al principio. El caos se desvanecía, pero la incertidumbre y la emoción permanecían latentes, como una tormenta contenida en el horizonte.