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AVISO: Está historia contiene escenas y connotaciones de violencia física, psicológica, maltrato familiar y abusos. Si alguien es sensible a estos temas recomiendo discreción y leerla bajo su responsabilidad. No es mi intención resaltar este tipo de comportamientos pero es un tanto necesario para la trama de la novela. Obviamente no es el argumento principal y este tipo de cuestiones sólo serán descritas en uno o dos capítulos, el resto de ellos se desarrollarán con normalidad. Espero que puedan disfrutar del contenido y se queden hasta el final.





El reflejo que le estaba devolviendo el espejo en ese momento era triste y vergonzoso.

Para una mujer la hora de arreglarse y maquillarse para empezar el día era emocionante pero para Emma se había convertido en todo un calvario.

La moda señalaba que entre más blanca, tersa y luminosa fuera la piel de una dama, más bella y atractiva era.

Eso era un inconveniente para ella. Su aspecto se alejaba del estándar de la sociedad. Lo único en lo que podía resaltar era en lo pálida que estaba debido a que no tomaba el sol con la regularidad necesaria.

Pero no era su culpa.

¿O sí?

Hans, aclamado conde de Surrey, insistía en que ella era una mala esposa y debía castigarla para que aprendiera. Y sí milord lo decía entonces tenía que tener la razón.

No obstante, a ella no le gustaba la forma que tenía para corregirla. A ninguna persona le agradaría recibir golpes, jalones, insultos y demás.

A sus veinticinco años tenía la facilidad de admitir que el daño que recibía por parte de su marido era mucho peor del que obtuvo cuando era una niña y vivía en orfanatos y casas de acogida.

Y pensar que se había casado enamorada y con la cabeza llena de ideas tontas. No sabía en qué momento habían cambiado las cosas pero cuando quiso alzar su voz y protegerse ya era demasiado tarde.

Hans Robinson había sido idílico al inicio. Se había comportado como todo un caballero con armadura, la había salvado de un futuro como institutriz de alguna familia rica, devengando una miseria de sueldo, aguantando órdenes de nobles pomposos y estirados. No obstante, ese destino hubiera sido mil veces mejor que su situación actual.

Él había alegado estar perdidamente enamorado y le prometió el mismísimo cielo solo para ella. Emma se dejó deslumbrar por sus palabras y por su riqueza.

No iba a ser pretenciosa y decir que su dinero no había jugado un papel importante cuando aceptó su propuesta matrimonial. El conde de Surrey poseía una gran riqueza que venía de generaciones atrás y aumentaba cada año. Para una jovencita que estaba sola en el mundo el cortejo de un conde adinerado, joven y atractivo era un triunfo.

Ahora tenía que lidiar con las consecuencias de su inexperiencia y afrontar la realidad. Ya no era aquella chiquilla que Hans podía persuadir con sencillez. Antes no había notado sus burlas disfrazadas de opiniones o sus comentarios agresivos y sarcásticos. Ella creyó que no era merecedora de ser su condesa y por eso le permitía que se tomara esas libertades con su persona. A final de cuentas, él era un hombre educado y con clase. Ella no era nada a su lado.

La diferencia de quince años de edad se hizo evidente. Él no aguantaba las acciones de una chica que recién se convertía en mujer y ella entendió que un hombre mayor de treinta años no tenía la paciencia necesaria para lidiar con su juventud.

Un Conde En Mi Camino - Lambton #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora