╝CAP 3 - Visita «

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Era la tarde de ese mismo día

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Era la tarde de ese mismo día. Aquino se había llevado a Mictia a su casa y la mantuvo tranquila dándole de comer una sopa que preparó, y le dio un libro de cuentos que encontró hace mucho en una dungeon.

El muchacho se encontraba ordenando cofres, mientras que la pequeña observaba las imágenes del libro, ya que no podía leer.

En una de estas, notó a una princesa siendo rescatada por un príncipe. Aquella imagen le gustó mucho, levantó la mirada y vio a Aquino.

Rápidamente, jalo el pequeño banco donde estaba sentada y lo colocó en medio del lugar, luego sacó un pequeño palo que encontró en un cofre y fingió que era una espada.

Se sentó sobre el banco imaginando que era un caballo y alzó su espada.

- ¡PRINCESA! - gritó, logrando llamar la atención de Aquino.

Este se dio la vuelta y vio a Mictia apuntándole con un palo, no entendía nada.

- ¡VENGO A SALVARLA!

Aquino supo a lo que se refería, soltó una pequeña risa y le siguió el juego a la niña.

- ¡Oh! Mi valiente caballero, ha venido a salvarme del temible dragón - se llevó una mano a la frente como una damisela en apuros y sacó una foto de un dragón que tenía guardada y la puso en la pared - ¡Sálveme, caballero Mictia!

La pequeña se paró con cuidado sobre el banco y lanzó en palo a la imagen, dándole a la primera.

Mictia posó orgullosa de sí misma, mientras que Aquino la felicitaba por su buena actuación y su puntería.

En eso, la puerta de la casa fue golpeada bruscamente repetidas veces. Al parecer tenían visitas.

Mictia bajó del banco y fue corriendo a abrir, pero fue detenida por el mayor, quien le jaló del brazo, para luego cargarla y llevarla al segundo piso, donde la colocó entre unos cofres y la cubrió con la sábana de su cama.

La pequeña intentó salir, pero nuevamente Aquino la detuvo.

- Te vas a quedar aquí ¿Va?

- ¿Por qué? - preguntó la niña con un tono suave.

- Nadie más puede verte así - contestó, era una de las reglas que Capicuy le había dado antes que se la llevara.

- ¿Por qué? - volvió a preguntar la niña.

- Porque no.

Mictia se quedó viéndolo.

- ¿Por qué?

El castaño suspiro.

- Mira, que tal... ¿Si jugamos un juego?

- ¿Cuál? - preguntó emocionada.

- ¡Las escondidas! Tu no sales de aquí hasta que la visita se retire ¿Entendiste?

La niña asintió con alegría y ella misma se volvió a cubrir con las sábanas.

Paternidad Inesperada - DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora