Por una confusión de pociones y la mera curiosidad de ambos, Aquino y Duxo tendrán que hacerse cargo de Mictia que ahora es... ¿una niña?
#1 DUXO 01/07/24
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Era la tarde de ese mismo día, Mictia acababa de terminar de comer una rica sopa de verduras que Duxo le preparó.
La pequeña se encontraba al lado del azabache, quien estaba concentrado arreglando un par de cofres. La niña estaba aburrida, ya no quería jugar con los palitos, así que se dedicó a observar a Duxo mientras realizaba sus quehaceres.
Aunque por la cabeza de Mictia, una misma pregunta daba vueltas y vueltas, al punto que ya no pudo contenerla.
- Duxo...
El mayor volteó a ver a la niña.
- Dime, Mictia.
- La pelea que tuviste con Aquino... ¿Fue por mi culpa?
Duxo se asombró ante aquella pregunta y se arrodilló frente a la niña.
- No, Mictia. Las peleas que tengo con Aquino son por temas nuestros, no es tu culpa y no pienses que lo es - sobo la cabeza de la castaña quien se notaba un poco triste.
- ¿Seguro?... - Duxo reafirmó, otra pregunta se formó en la cabeza de la pequeña - ¿Que pasa entre tu y Aquino?...
Duxo no supo responder en ese momento y solo agachó un poco su cabeza. La pequeña noto como desviaba su mirada con una expresión desanimada.
Mictia estiró su brazo y le dio unas pequeñas palmaditas sobre su cabeza, cosa que hizo reír al mayor.
- Algún día ya lo sabrás pequeña - le sonrió y nuevamente se puso de pie - Anda a jugar un poco mientras yo termino de ordenar aquí.
La niña obedeció y regresó a donde había dejado sus cosas, pero esta vez se quedó observándolas. Su imaginación se había agotado, ya había hecho de todo con los palitos que trajo; casitas, muñequitos, torres y más.
Se sentó en el suelo, agarró los palitos y empezó a apilarlos tratando de volver a hacer una torre, la anterior que hizo se derrumbó muy fácil.
A los minutos se volvió a aburrir, soltó un suspiro y se echó boca arriba. Miró a su alrededor buscando algo que le ayudará a entretenerse, y nuevamente se quedó observando a Duxo.
Unos minutos después siguió observando su alrededor, notando algo muy peculiar.
Todas las cortinas de la casa estaban cerradas, aunque era obvio el porqué, la niña no era consciente de eso, por lo cual su curiosidad se presentó. Se puso de pie y se dirigió hacia la ventana más cercana, la cual se encontraba al lado de la puerta principal.
Desde una esquina, asomó su cabeza entre la cortina. Observó el cielo, tenía unos colores celestes con morados que daban a entender que la noche estaba cerca.
Frente a la casa estaba el pequeño camino que daba hacia la puerta y más a la derecha un pequeño jardín de flores que le llamó mucho la atención. Flores rojas y amarillas que resaltan sobre el pasto verdoso, demostrando estar muy bien cuidadas por lo bellas que estaban.
