CAPÍTULO 4

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—¡Jaekyung! — no le di tiempo a decir nada, estaba impaciente por volverlo a ver y dos días sin tenerlo como mi enfermero de turno me había hecho perder la paciencia. Se había colado al final de su horario hasta mi habitación para contarme sobre lo que hacía en casa; al parecer él y su abuela estaban planeando hacer crecer el negocio del pescado y estaban reuniendo sus ahorros para poner un carrito cerca de la playa.

Oír sus historias se volvió habitual y nos dimos cuenta que teníamos la televisión en el olvido y que esas estúpidas revistas deportivas se habían llenado de polvo en la esquina de la habitación cuando decidí restarle importancia a lo que pasaba en el exterior y me centré en mis dos sesiones de rehabilitación al día.

Me senté al borde de la cama para que pudiera acomodarse sobre mí, disfruté profundamente la forma en la que se abandonó en mis brazos y empecé a preguntarme si era normal sentirse así de seguro con otra persona.

—Te eché de menos— dije con una calma inquietante y mi mano en su rostro, seguí acariciándole la espalda con la mano abierta arriba y abajo, le rocé la mejilla con la nariz, un gesto que le tomó por sorpresa.

—Jaekyung, no deberíamos.

Ignoré su inseguridad y le besé como si de pronto tuviera la urgencia de profundizar la manera en la que su cuerpo encajaba sobre el mío y se adaptaba a mis caricias. No tenía ganas de pensar, tenía ganas sólo de él y de ese vínculo que habíamos creado.

Kim Dan respondió a la intensidad del beso y mis manos descendieron hasta colarse por la cintura de sus pantalones.

—Alguien viene— le dije a los ojos y nos paralizamos con unos pasos que acompañados de una entusiasta charla se detenían frente a la puerta de mi habitación.

No nos dio tiempo de que se ocultara y el doctor Shim entró con una enfermera.

—Buenas... noches— nos dijo mirándonos a los dos. Examinaba la escena y pude darme cuenta que la ropa de Kim Dan estaba fuera de su lugar.

Con el rostro acalorado y manos temblorosas se cerró la sudadera para no mostrar su camiseta y le sonreí al médico.

—Buenas noches doctor— mencioné relajando el ambiente.

—Enfermero Kim ¿Qué hace aquí? — el médico se dirigió a él y no a mí.

—Pensé que...

—Vino a entregarme un libro que le presté— me adelanté por si acaso pudiera decir algo sin mucho sentido.

—¿Cómo se siente está noche Jaekyung?

—Mejor que nunca— mis manos todavía palpitaban ansiosas como si buscaran algo que les habían arrebatado injustamente. Kim Dan se volvía más tímido durante mi conversación con el médico y por segunda vez en la noche volvimos a paralizarnos e intercambiamos miradas.

—Creo que está listo para dejar este hospital— ¿Ese hombre estaba loco? ¿Seis semanas de rehabilitación eran suficiente para mí? ¿Podía volver a casa sin temor a caerme por las escaleras? ¿Podía volver a conducir como antes? —. Su terapeuta está más que satisfecho, usted no se ha perdido una sesión y la movilidad en sus piernas no es ninguna broma. Si usted quiere podría firmar el alta antes de irme.

Miré a Kim Dan a los ojos, quizá esa enfermera y el médico estaban ahí presenciando una situación confusa e inexplicable.

—El doctor tiene razón, usted se ha recuperado casi por completo Jaekyung, podrá seguir con el resto en casa. El regreso a la vida cotidiana le vendrá bien— su voz quebradiza hizo que me diera cuenta que algo que él mismo pensaba le afectaba en sobremanera, se frotaba los dedos de las manos y le veía contener las lágrimas.

Mientras dormías (Jinx)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora