Al fin encontré la llave que tanto tiempo llevaba buscando. Corro hacia la planta baja de la casa y con mucho cuidado abro la puerta. Al entrar, me encuentro con una habitación pequeña, pero con una gran ventana que me permite ver bien todo el interior. En ella solo hay una cama, un escritorio a punto de desarmarse y, lo que más llama mi atención y por lo que estoy aquí, la librería de mi abuela. Se encuentra al final de la sala, repleta de antiguos libros. Yo, Hera Nodel, amante de la lectura, no podría evitar acercarme y ojear todos y cada uno de ellos.
He esperado este momento desde que mi abuela Sylvera Ciry falleció y nos mudamos a su casa en la ciudad de Bergen. Mi abuela siempre ha sido una mujer muy distante con todos nosotros; decía que era por nuestro bien. De pequeña no lo entendía y ahora, con mis 20 años tampoco, solo me hace tener dudas de que podría esconder algo.
Mientras ojeo los libros, me encuentro con uno pequeño, de color rojo con los bordes plateados y desgastado por el paso del tiempo. Sobresale una hoja por la parte superior, así que me acerco para cogerlo. Con cuidado lo abro y en él no hay nada aparte de la nota, hojas en blanco. No sé para qué quería mi abuela un libro así, aunque conociendo lo misteriosa que ha sido siempre, no me sorprende mucho. Sin darle más importancia, me dispongo a leer la nota. Debe haber sido escrita hace mucho tiempo; la hoja está amarilla y parece que está a punto de deshacerse y convertirse en polvo. Con cuidado la desdoblo, pero apenas se puede leer. Lo único que consigo descifrar son unas simples palabras: Grendar, talismán, dorada. No encuentro el sentido entre ellas, pero no me da tiempo a seguir pensando en eso, lo que llama mi atención es encontrar una pequeña palanca que ocultaba el libro. Despacio, tiro de ella, y poco a poco la librería empieza a abrirse, revelando un pequeño pasadizo demasiado oscuro. Se descubre una escalera muy estrecha de piedra, como las paredes. No lo pienso mucho cuando me adentro y empiezo a descender por ellas, aún con el pequeño libro en la mano. Al llegar al final, se encuentra una habitación redonda con una estatua en medio, parece un hada y me deja sorprendida. Diría que es real si no fuera porque es de piedra, y cuanto más la observo, más creo que esa cara me resulta muy familiar.
Mi cabeza no para de pensar, ¿Cuánto tiempo llevará esto aquí y por qué nadie me habló de ello? No es momento para hacerse esas preguntas porque de repente, la estatua empieza a brillar, de un color verde que llena toda la sala. Los ojos de la estatua también se vuelven del mismo color y de una de las manos aparece una esfera, y por lo poco que puedo ver desde donde me encuentro, parece que dentro proyecta una imagen de un bosque demasiado oscuro. Despacio acorto la distancia y me detengo enfrente. Intento tocarla, pero en el momento que mi mano se acerca, todo a mi alrededor se nubla. Lo único que sé es que ahora yo estoy dentro de esa imagen.
ততততততততততততততত
No entiendo por qué, pero me he transportado a través de la esfera. Abro los ojos y me encuentro sentada en el suelo, con la espalda apoyada en el tronco de un árbol. Si mi vista no me engaña, las hojas de todos ellos desprenden el mismo brillo que la estatua. Acabo de llegar y siento que este lugar despierta algo especial.
Salgo de mis pensamientos cuando algo toca mi hombro y me giro asustada con el libro en la mano, preparada para atacar, aunque no creo que sea de mucha ayuda.
Es un chico joven, moreno, con el cabello corto y pequeños rizos que le caen hacia los ojos. Tiene una pequeña cicatriz al lado de su labio y, por la ropa, podría decir que acaba de venir de una pelea o algo peor. Lleva toda la ropa desgarrada y con sangre que parece reciente. Estoy a punto de levantarme y salir corriendo, pero antes de que pueda hacerlo, él se sienta a mi lado.
—No pretendo hacerte daño, al menos por ahora —dice mirándome fijamente—. Por esta noche estoy saciado.
No contesto, intento mantenerle la mirada. No quiero parecer demasiado asustada; si hubiera querido atacarme, podría haberlo hecho sin ningún problema.
— ¿Quién eres? —pregunta— Y lo más importante, ¿por qué te encuentras aquí?
Estoy a punto de contestar cuando algo aparece delante de nosotros, un lobo se acerca despacio. Es más grande de lo que podía imaginar, con su pelaje largo y de un gris muy oscuro. También parece que acaba de tener algún problema, por su hocico ensangrentado.
— ¡As, ven aquí! —dice el chico levantando la mano. El lobo ha llegado hasta nosotros y se tumba al lado de él con la cabeza apoyada en las piernas.— Tienes suerte de encontrarte conmigo, si te llega a ver sola... —no termina la frase, y prefiero que no lo haga.
—Soy Hera Nodel —digo mientras lo miro, él acaricia la cabeza del lobo que ahora parece que duerme.— He aparecido aquí de repente, no sé qué es este lugar, ni dónde se encuentra...
—Te encuentras en el Bosque Esmeralda, en el este de Onon.
—¿Onon? —preguntó asustada. Nunca antes había escuchado ese nombre, y no lo localizo en ninguna parte. Igual es una isla pequeña, alejada de todo, sola entre las aguas y de las que poca gente conoce.
—Exacto, y justo nosotros nos encontramos en uno de los sitios más peligrosos —esboza una pequeña sonrisa.
—¡No puede ser! —histérica me levanto del suelo y miro a mi alrededor buscando algo que se parezca a lo mismo que me ha traído aquí.
De pronto siento otra vez cómo apoya su mano en mi hombro. —Tranquila —dice en voz baja—. Estando conmigo no podrá pasarte nada.
Lo miro confusa, pretende que lo crea después de ver el aspecto que lleva. Por un momento quiero pensar que todo esto es un sueño y que en cualquier momento despertaré y volveré a estar en la habitación de mi abuela, donde con el tiempo me daré cuenta de que nunca debería haber entrado.
—Estoy asustada, y confusa —digo intentando calmarme.— Hace un rato estaba mirando libros en una librería, perteneciente a mi abuela, encontré este —lo levanto y se lo tiendo en sus manos.— Detrás de él encontré una entrada... —intenté contarle todo con la mayor claridad posible. No sé si hago bien, pero es la única persona que he encontrado aquí y creo que no quiero encontrar a otra estando en un sitio tan peligroso como dice.
Conforme le he ido contando lo sucedido, su expresión ha cambiado. Al principio me miraba con una risilla, demostrando que no se lo estaba creyendo. Pero cuando le hablé de la estatua, la esfera, la luz verde... su cara cambió y ahora parece más serio e interesado.
Observa el libro que ahora tiene el y abre la nota. La lee y por como abre la boca creo que se ha quedado sorprendido por unas simples palabras que no significan nadad entre si. Vuelve a guardarla dentro y coge una bocanada de aire -Al fin has llegado- susurra y me mira fijamente con los ojos bien abiertos.
No se ha que se refiere con eso pero solo espero que sea un mal entendido, porque quiero permanecer en este lugar el menor tiempo posible. Sin ni siquiera imaginar todo lo que me esperaba por descubrir.
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El Regreso de la Reina
FantasíaEn el interior de aquella habitación se encuentra toda la verdad, los secretos mejor guardados de Sylvera Ciry. Murió estando segura que la única persona que podría encontrarla seria la indicada. La había costado mucho dejar atrás toda su vida, para...