[3] ‐ Despertar

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La vibración de un teléfono me arrebata del descanso, pero la verdad es que me niego a abrir los ojos cuando tengo la absoluta certeza de que sus brazos aún me rodean.

Pasan los segundos, y todo se detiene.

Percibo entonces únicamente su pausada respiración.

Intento recordar mi último pensamiento de la noche, pero la verdad es que no soy capaz de hacerlo y creo sinceramente que no sobreviví más de tres minutos despierta a su lado.

Me sorprendo de mi capacidad de desconectarme de la realidad, y un sentimiento de culpa me aborda cuando reparo en que no he velado el descanso del hombre que me acompaña en esta cama.

Algo debo hacer entonces, y cuando estoy dispuesta a abrir los ojos para enfrentarme a este nuevo escenario, mi teléfono es ahora el protagonista.

Escucho su suspiro hastiado, pero ignoro aquella reacción abriendo los ojos con pesadez y deslizando mis manos por su torso desnudo para solicitarle en silencio que me permita salir de su prisión.

Ya son visibles los primeros destellos del día, pero el frío de la mañana me estremece cuando abandono el cuerpo del rubio para levantarme de la cama y dirigir mis pasos al teléfono tendido en el suelo en una esquina de su habitación.

Es demasiado temprano como para siquiera sonreír por la experiencia de ensueño que estoy viviendo ahora mismo, y mi rostro serio se enfoca en mantener los ojos abiertos para identificar al causante de mi separación con el rubio de ojos carmesí.

El celular continúa emitiendo ruido al son de una llamada, y recién ahora me cuestiono si he cometido un error al levantarme de la cama, pues antes de mi teléfono, ha sido el de Katsuki el que ha recibido una llamada. O tal vez, incluso más de una.

Mis manos torpes aceleran entonces sus movimientos, y me quejo del frío a propósito con el único propósito de que el argumento sirva de excusa para volver enseguida al calor de su cuerpo.

Sin embargo, veo su nombre.

—¿Kirishima?

Contesto antes siquiera de que mi rostro voltee a ver el del rubio, y ni bien escucho mi nombre siendo pronunciado por el héroe de brillante sonrisa, quedo anonadada por la escena frente a mí.

No sé cómo responder al cuestionamiento que viene después por parte del pelirrojo, pues visualizo con nitidez el torso desnudo y el relajado cuerpo del héroe que yace en su propia cama, mientras su rostro me observa con seriedad.

—Sí, he pasado la noche en su departamento.

Los ojos de Katsuki se cierran y su pecho se expande en una honda respiración, mientras mis pies retroceden para volver al colchón.

—Le he llamado un par de veces, y no he recibido respuesta.

—¿Pasó algo?

—Por favor, dile que regrese al hospital —anuncia Kirishima con una anticipada emoción, y mi mano se dirige al cuerpo del rubio para llamar su atención— Midoriya al fin despertó.

Sólo ha de bastar tales palabras —que sé que él ha escuchado debido al silencio del lugar— para que su cuerpo se incorpore en su cama con la energía de un crío de cinco años.

Mi teléfono es arrebatado por sus manos, y le permito el momento revitalizante cuando reconozco que también me invade la felicidad por la noticia que escucho.

—Oi, ¿Está bien? —es lo que cuestiona él en el mismo instante en que abandona la cama para dejarme únicamente a mí sentada sobre el colchón.

Sin embargo, me observa con una sonrisa triunfal que no destruye el momento, sino que lo llena de luz y esperanza, y antes de que pueda terminar la conversación con su amigo, sus pasos se dirigen a su armario para sacar rápidamente una toalla y lanzármela indicando también mis ropas.

Le observo algo confundida, pues no sé realmente si deseo tomar una ducha en su baño, pero al cabo de unos segundos me pongo de pie y ambos nos ponemos en marcha para volver al mismo lugar que abandonamos el día anterior.

Para cuando salgo del baño, él ya me está esperando afuera, y su mano toma la mía para arrastrarme a la entrada principal.

—Desayunaremos después de patear su trasero.

Río por su auténtico comentario, y él me mira con la confusión de quien no sabe cómo reaccionar.

Se percata entonces de su osada acción, y su mano me suelta justo antes de tomar el pomo de su puerta.

Sin embargo, llamo su atención de regreso con mi mano mientras le analizo a él y sus ropas de pies a cabeza. Y en la felicidad de este mañana, me aventuro a tomarnos una pequeña pausa y ordenar sus cabellos con mis dedos.

—¿No lavarás siquiera tus dientes?

La sorpresa le invade, y deja en evidencia su torpeza cuando sus pasos regresan a su baño.

—Maldición, no tengo nervios para esto. —desaparece por el pasillo.

Suspiro con tranquilidad, y pienso que en el peor de los casos, he sido la buena amiga que le ha acompañado en uno de los tantos momentos duros que le ha tocado enfrentar.

No es el primero, y no será el último tampoco.

Me ha tocado fácil, y en efecto, ha sido un día mucho más brillante que el de ayer.

Eso me ha permitido zafar de este día de la forma menos incómoda posible, y tomarme con calma su mirada apacible en medio del camino por la autopista.

—Gracias por acompañarme.

Le sonrío como respuesta, y le digo que no hay nada que agradecer.

Y creo que eso es todo.

Nuestros pasos se dirigen a la habitación de Deku, y me alimento espiritualmente de su sonrisa y su agradecimiento por nuestra preocupación hacia él.

A estas alturas, el héroe es indiferente a los regaños que el rubio le lanza como su forma de aplacar todas sus noches sin descanso, pero no deja de ser significativo para mí el hecho de que la mirada del pecoso viaje constantemente de rostro en rostro, como si estuviera orgulloso de ver algo que sólo él es capaz de entender, y creo que es porque no es difícil atar cabos y saber que ambos hemos llegado juntos para visitarle.

Me aborda el miedo entonces, pues la verdad es que no pretendo entrar en delicados terrenos.

Bien sabido es que Katsuki Bakugo no tiene planes distintos a alcanzar y mantener un glorioso puesto Número 1.

No le he conocido mujer alguna, y su fama de hombre inalcanzable no ha permitido rumor alguno de andar en medio de un lío de faldas.

No quiero ser quien venga a complicar su existencia, y por ello me mantengo unos minutos más en la habitación hasta que decido que ya es suficiente.

Doy un par de pasos hasta la camilla de Midoriya, y para cuando me despido noto la confusión en el rostro de Katsuki.

—Oi, no hemos desayunado aún.

Volteo para sonreírle, y mi mano se dirige a su hombro para calmar su reclamo y decirle que pierda cuidado.

De todos modos, yo debo ir a trabajar.

Me despido en calma y abandono el lugar, pero no pasan muchos segundos hasta que escucho la puerta tras de mí y veo la imponente figura del hombre del que ya estoy segura se ha robado mi corazón.

Su ceño está fruncido por una extraña razón, y creo que evita mirarme directamente, pero sé que ha salido porque tiene algo que decir, y yo detengo mis pasos en medio del pasillo de este hospital para escucharle con atención.

—Te debo una.

Vuelvo a sonreír, y me despido de él levantando mi mano, pues sé que si pudiera enlistar cada cosa que uno ha hecho por el otro, probablemente yo le deba más de una al héroe Dynamight, Katsuki Bakugo.










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Unveiling love - Katsuki BakugoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora