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Mitsuri, una joven de 18 años, acababa de experimentar la decepción más grande de su vida. En una de sus citas a ciegas para encontrar a su futuro esposo, un chico desconsiderado la humilló y la hizo llorar hasta quedarse exhausta.

Zenitsu, su hermanito de apenas 13 años, preocupado por ella, se acercó a la puerta y preguntó si estaba bien. Mitsuri, entre sollozos, le respondió que no.

Sin perder tiempo, Zenitsu decidió entrar a su habitación para consolarla. Al ver a Mitsuri llorando, su corazón se llenó de tristeza.

-Neechan, ¿qué pasa?-, preguntó Zenitsu con preocupación.

Mitsuri, entre lágrimas, le confesó:

-¿Es cierto que mi pelo es raro y que solo un cerdo o un oso se casaría conmigo?-

Zenitsu, con determinación, respondió

-Quienquiera que te haya dicho eso no te merece, Neechan. Es alguien muy malo-

Antes de que Zenitsu pudiera decir más, fue interrumpido por los sollozos de su hermana. Aunque echado de la habitación, Zenitsu prometió estar allí para apoyarla en todo momento.

Al día siguiente, Zenitsu escuchó a sus padres hablando sobre cómo su hermana se había teñido el pelo de negro. Su hermoso color verde lima con rosa se había ido y ahora era un aburrido negro.

Al siguiente día, Zenitsu fue a charlar con su hermana como de costumbre, pero notó que ella parecía más triste y desanimada de lo normal.

-Oneechan, no deberías dejar que nadie te desanime así-murmuró Zenitsu con lástima, causando una mirada tierna de su hermana mayor.

-No te preocupes, Zeni-chan, solo estoy más pensativa- dijo Mitsuri con su tono amable de siempre.

Zenitsu continuó hablando con su hermana y luego se fue, ya que notó que ella estaba triste y eso lo desmotivó demasiado.

Más tarde, Mitsuri regresó de una cita, y así sucesivamente hasta ese maravilloso día.

Mitsuri volvió sudada y muy roja, y Zenitsu, obviamente, le preguntó qué le pasaba. Mitsuri respondió que había ido a entrenar.

-Oneechan, ¡yo quiero entrenar contigo!- exclamó Zenitsu emocionado, mientras Mitsuri le acariciaba la cabeza.

-Lo siento, Zen, será para la próxima- se disculpó la pelirosa.

Después de eso, Mitsuri siguió entrenando, siempre,con su hermano apoyándola en todo momento.

Zenitsu siempre se preguntaba si algún día sería digno de entrenar con su hermana o con el pilar con el que ella entrenaba.

Día tras día, Mitsuri entrenaba con determinación, esperando su examen de ingreso a los exámenes para ser una cazadora de demonios

Zenitsu anhelaba con todo su corazón que su hermana estuviera a salvo y no corriera ningún peligro.

Cuando Mitsuri se preparaba para partir hacia su examen, Zenitsu le rogó con dulzura que se cuidara mucho.

Mitsuri se acercó a él con ternura y acarició su rostro.

-Zeni-chan, me mantendré a salvo y entrenaré mucho para convertirme en un pilar y poder entrenarte. Te lo prometo- le dijo antes de partir, dejando a Zenitsu con un sentimiento de amor y preocupación.

-Cuidate..-susurró Zenitsu,pero Mitsuri ya no lo escucho

Al regresar a casa, Zenitsu saludó a sus padres, quienes notaron su tristeza.

Su madre intentó consolarlo, susurrándole que Mitsuri estaría bien.

Sin embargo, Zenitsu no pudo evitar romper en llanto y abrazar a su madre, expresando todos sus temores.

-Mamá, ¿qué pasaría si algo le sucede?- sollozó Zenitsu, provocando un profundo pesar en sus padres.

Su madre, con compasión en su voz, le aseguró que eso no sucedería y recordó la fuerza de Mitsuri.

Su padre también intervino, animándolo a ver esto como una motivación para seguir adelante.

-Mitsuri regresara en un dia,porfavor Zen,aguanta un día mas y...puede que tambien llegue con heridas graves-dijo su madre un día después de lo ocurrido

Zenitsu se derrumbó en lágrimas, su corazón lleno de tristeza y preocupación.

No podía soportar la idea de su hermana herida y lejos de él. Buscó consuelo en sus padres, pero incluso ellos parecían inseguros.

-¿Qué vamos a hacer?- susurró Zenitsu, su voz temblorosa. -¿Cómo puedo soportar un día más sin ella?-

Sus padres lo abrazaron con ternura, pero sus ojos reflejaban su propia angustia.

-Tenemos que ser fuertes, Zenitsu. Mitsuri es valiente, y ella luchará para regresar a nosotros- dijo su madre con voz entrecortada.

El niño se aferró a esas palabras, encontrando un poco de esperanza en medio de la oscuridad.

Sabía que tenía que mantenerse fuerte por su hermana y confiar en que ella superaría sus heridas.

El día siguiente, mientras Zenitsu miraba por la ventana, vio a un cuervo acercarse volando. Su corazón latía con fuerza mientras esperaba ansiosamente el mensaje que traía.

-¡Caw caw! ¡Kanroji Mitsuri está en camino, se está recuperando! Pronto estará de vuelta en casa-anunció el cuervo, llenando de alegría el corazón de Zenitsu.

Las lágrimas de tristeza se transformaron en lágrimas de felicidad mientras Zenitsu abrazaba a su hermano quien se sonrojó al tacto, y Zenitsu estaba agradecido de que Mitsuri estuviera viva y en camino de regreso a casa.

-Oneechan, te esperaremos con los brazos abiertos. ¡Por favor, sobrevive y regresa pronto!- exclamó Zenitsu con voz entrecortada, lleno de esperanza y amor por su hermana.

El niño estuvo esperando horas afuera de la puerta de su casa, con el corazón latiendo de emoción y ansiedad.

Cada minuto que pasaba se sentía como una eternidad, pero él sabía que valdría la pena. Finalmente, la noche llegó y su espera llegó a su fin.

-¡Oneechan!-exclamó Zenitsu, corriendo hacia su hermana con los brazos abiertos.

Su rostro se iluminó con una sonrisa radiante al verla, llena de felicidad y alivio. Era como si todo el mundo se detuviera en ese momento, solo existían ellos dos.

Pero la alegría se vio ensombrecida por las palabras de Mitsuri.

-Cuidado, Zeni-chan, tengo heridas en el estómago que pueden abrirse- dijo ella con voz suave pero preocupada.

Zenitsu se preocupó al escuchar eso, su corazón se apretó con angustia. Sabía que su hermana había pasado por momentos difíciles y peligrosos.

Sus padres, al ver a Mitsuri, la rodearon con amor y cuidado.

La llevaron a un lugar tranquilo para que pudiera descansar y recuperarse. Zenitsu miraba con gratitud a sus padres, sabiendo lo mucho que habían hecho por su hermana.

-Deja que duerma un poco, Zeni-chan-dijo la madre de Mitsuri con voz preocupada.

-No sabes lo que tuvo que pasar- Sus ojos reflejaban la preocupación y el amor de una madre que solo quería lo mejor para sus hijos.

Zenitsu asintió con tristeza y agradecimiento.

-Lo sé, madre. Gracias-, susurró mientras se dirigía a su habitación.

Se recostó en su cama, dejando que las emociones lo abrumaran.

Las lágrimas brotaron de sus ojos, pero no eran lágrimas de tristeza, sino de alivio y gratitud. Estaba agradecido por tener a su hermana viva y relativamente sana. Siempre valoraría esta oportunidad que les fue otorgada.

¡El tsuguko de el amor!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora