Un nombre antiguo

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~Seis meses antes~

Uno, o dos, o diez tragos.
La cantidad da igual cuando la porquería que le estás metiendo a tu cuerpo es de pésima calidad.
Le ardía la garganta por todo el alcohol que había tomado y probablemente por todos los cigarrillos que no estaba dispuesto a dejar de fumar, parecía ser una de esas noches en las que la cerveza y el tabaco iban a acabar él.

Nunca había ido a ese bar, porque nunca había estado en Capital antes, salir de zona sur era como una de esas metas imposibles, pero ahi estaba, había llegado a la ciudad por la tarde y en la noche decidío escabullirse en el antro más oscuro que encontró.

fue entonces, en la profundidad más oscura de la noche, cuando lo vio.

Lo vio entre la multitud.
era bastante alto, él estaba lejos pero lo suponía a la distancia.
bailaba literalmente en el medio de la pista, iluminado por luces ficticias, rodeado de otros hombres igual de fascinados que él, porque era hermoso, lo sabía, y jugaba con eso.

Nadie parecía poder acercarse a él, todos lo observaban como si fuese El David o algo asi, hermoso, preciado, delicado.
a él le importaba una mierda, El David siempre le pareció una estatua ridícula que rompería a mazazos si pudiera, y a él quería romperlo de otra forma, asi que se abrió paso entre la multitud y sin mucho problema se paró en frente suyo.

Él no reparó en su mirada, estaba sumergido en su propio mundo, bailando guiado por la música, con un cigarrillo en su mano derecha.

-¿que hace un pibe tan lindo entre estos orangutanes?-le preguntó acercandose a su oído

Él abrió los ojos y lo miró sin ningún tipo de expresión

-¿no se te ocurre algo mejor para encarar?

-si, soy bastante malo para estas cosas

-me doy cuenta-dijo dandole una calada a su cigarrillo

el humo llegó hasta su cara y se coló en su nariz, como él acababa de meterse en su mente.

-quisiera bailar con vos,pero soy malo para eso también

-¿sos bueno para algo?

le quitó el cigarrillo y fumó de él. El chico se quedó en silencio mirándole los labios

-para muchas cosas, deberias probar-le dijo

-ni siquiera sé quién sos,fantasma

-me llamo Esteban

-Esteban-repitió sacandole el cigarrillo de la boca-que nombre antiguo

Esteban sonrío, era difícil, y eso le gustaba

-¿te puedo invitar un trago?

El chico miró el suelo, se encogió de hombros y dijo que estaba bien.

Fueron juntos hasta la barra ganándose la mirada de todos, todos estaban locos por él, pero él estaba con Esteban.

En la barra Esteban supo que su nombre era Francisco, que vivía allí,que fumaba cigarrillos convertibles que nunca convertía, y que besaba como un dios.

su lengua enroscaba la suya con total facilidad mientras cada tanto le mordia tan fuerte los labios que en varias ocasiones le parecía sangrar, pero no le importaba, estaba tan caliente que sentía el pantalón achicarse.

En algún momento intentó bajar la mano hasta su entrepierna, pero él se lo impidió

-que rápido que sos, Esteban

-te quiero coger-le dijo, se sentía un perro alzado, pero era la verdad, llevaban besándose y rozando sus cuerpos hacia media hora, realmente lo quería en su cama esa noche.

En terapia: 𝐞𝐬𝐭𝐞𝐛𝐚𝐧 𝐱 𝐟𝐫𝐚𝐧𝐜𝐢𝐬𝐜𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora