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El camino a casa había sido largo, sin embargo, Eunji lo había disfrutado por completo admirando toda clase de paisajes nuevos. La ciudad de Londres era muy bella, y Eunji quedaba cada vez más asombrada conforme el automóvil avanzaba.

Casas y edificios con fachadas preciosas, ejemplos de una arquitectura neogotica, algo bastante diferente a lo que Eunji estaba acostumbrada a ver en California.

Monumentos, estatuas y toda clase de lugares elegantes e históricos pasaban frente a los ojos de la menor, quien intentaba disimular su emoción y sorpresa por tener todas esas cosas nuevas frente a ella al ser la primera vez que visitaba ese país, y esa ciudad.

Sin embargo, aunque hubiese fingido a la perfección el ser Minji, hasta ese momento, un confundido Namjoon se preguntaba porque "Minji" se encontraba tan intrigada con lo que sus ojos veían.

Finalmente, el fino automóvil se detuvo frente a una casa preciosa, con una fachada en su mayoría de color blanco y algunos árboles de cerezo decorando su exterior. Tenía cientos de ventanas, y el enrejado era de color negro.

Unas bonitas escaleras decoraban el porche.

El chófer bajó para abrirle la puerta a Eunji y darle la bienvenida a su hogar. Namjoon salió por la puerta contraria a ella y se adelantó a abrir la reja frente a ellos.

Eunji sonrió, completamente nerviosa y sintiendo esos mismos escalofríos que la acompañaron en el aeropuerto, de vuelta.

De repente miró la ventana —que según la explicación de Minji— pertenecía a su padre, y mordió su labio. Suspiró, y se apresuró a entrar sin detenerse.

Al cruzar la puerta, encontró un elegante recibidor y una escalera frente a sus ojos. Se giró, hallando la enorme sala y caminó al fondo, encontrando también la oficina o el despacho del que debía ser su abuelo.

Volvió a suspirar, sintiendo el corazón en la mano al ver unas masculinas manos sosteniendo un periódico frente al escritorio del lugar.

—¿Abuelo? —llamó la atención del hombre, quien de inmediato bajó el enorme papel y sonrió de vuelta al verla—. Estoy en casa —enunció Eunji, en el fondo queriendo agregar un "al fin", al principio de la oración. Tantos años sin tenerlo cerca...

—¿Esa niña tan alta y linda es mi niña? —dijo el abuelo, con cariño y quitándose sus anteojos.

—Si. He vuelto.

El abuelo se aproximó hasta donde estaba, dándole la bienvenida a casa con un cálido abrazo y dejando un beso en su cabeza.

Se abrazaron un poco más de la cuenta, y el emotivo momento se vio interrumpido cuando una voz masculina, bastante grave, se escuchó en la planta de arriba, al filo de las escaleras.

—¿Minji? —la misma voz repitió su llamado, y entonces, Eunji salió corriendo en dirección hacia donde era llamada.

Sabía de quien se trataba, lo sabía y su cuerpo lo sentía. Sus manos temblaron sin remedio alguno, las piernas se le trabaron y su estómago se revolvió. Y en cuanto vio a aquel hombre, algunas escaleras abajo, quiso llorar.

 Y en cuanto vio a aquel hombre, algunas escaleras abajo, quiso llorar

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JUEGO DE GEMELAS [AU] JINTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora