El día de hoy ha sido igual de calmado que ayer, incluso, pude llegar a clase por la mañana sin ninguna prisa y fui acompañada por Sasha. Las clases no fueron difíciles de entender, pero era más que obvio, ya que solo estábamos en el segundo día, espero que las cosas no se dificulten. En cuanto a mis compañeros, he socializado bastante con ellos, me cayeron todos genial y con los que hablo en el recreo también, incluyendo a Estela; agradecía que esta fuera bastante extrovertida y social, si ella llegaría a ser igual de introvertida que yo, no habríamos hablado tanto. Y gracias a ello, hoy quedé con la rubia.
Era de tarde, me encontraba comiendo con muchos nervios mientras hablaba con Sasha en llamada.
—¡Dios mío, voy a quedar con ella esta tarde y solo la he conocido ayer! —Exclamé con algo de nervios, mientras escuchaba desde el móvil como la castaña masticaba con mucho gusto su comida.
—No te preocupes, ella suele sacar muchos temas de conversación. Estoy segura de que estaréis genial. —Trató de consolarme, recordándome que con alguien extrovertido todo irá mejor. Suspiré algo aliviada y seguí comiendo.
Mis padres no estaban en casa, como de costumbre, pues ambos suelen trabajar demasiado, mentiría si dijera que no me siento algo sola en casa, solo los veo por la noche y mañana.
—Bien, bien. Entonces me calmaré. De todas formas, ambas tenemos los mismos gustos musicales, si ella no me saca un tema de conversación, ya trataré de sacar uno yo.
—¡Genial, así me gusta Mikasa! —Escuché su exclamación, había dejado el teléfono en altavoz encima de la mesa. —Oh por cierto, ¿y a dónde iréis?
—A una academia de música. —Había olvidado contárselo a la castaña. —Ayer, cuando estábamos en el parque, le pregunté a dónde iba y me dijo que se dirigía hacia una academia de música. —Escuché como la castaña me interrumpía mientras tosía. —Oye, ¿me estás escuchando?
—¡Me acabo de ahogar con los macarrones! —Exclamó mientras oía como le echaba agua al vaso, reí levemente ante su torpeza y seguí.
—Entonces, me interesé mucho en apuntarme, por eso te pedí su número ayer. Cuando le pregunté a mi madre, resulta que me dejó, y hoy en el recreo me dijo que me podrá acompañar a apuntarme en el extraescolar, para orientarme. —Terminé de contar.
—¡Dios mío, eso es genial! —Gritó, se notaba su emoción. —Estoy segura que seréis muy buenas amigas, os veréis en el extraescolar a menudo, ¡eso es una ventaja!
—Tienes razón. —Dije sonriendo inconscientemente.
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Había terminado de comer, y como siempre, el tiempo había pasado muy rápido. Recibí un mensaje de Estela, lo cual me decía que nos veríamos a las 17:15 en frente de la salida del parque central, le respondí que en un rato saldría y apagué el teléfono yéndome al espejo para asegurarme de que estaba bien.
