Beneficio mutuo

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Milo caminaba por el pasillo pensando que a lo mejor solo se trataba de alguien muy parecida a ella. No era posible que la entrenadora de su nivel hiciera algo parecido... ¿Verdad?

El tiempo transcurría y él continuó con sus labores. No quería preguntarle al respecto a Madame Gardevoir ya que pensaría que está interesado en una cliente y probablemente a ella no le agrade la idea.

Por su parte Cynthia había terminado su sesión hacia un tiempo y se encontraba tomando una ducha. Pensó en aquel chico que la había visto en tal circunstancia y como esto también le producía una extraña sensación. Cuando estaba por salir de ese cuarto vio que en el piso había una billetera, siendo esta de aquel joven de hace poco.

La reviso y encontró en ella su identificación, dinero y algo que le resulto interesante.

Había una de esas tarjetas que su equipo de marketing distribuyo a su club de fans, como premio por algún tipo de concurso o algo parecido. Era una fotografía suya junto a su equipo, firmada y entregada por ella misma en esa ocasión. Fue emitida cuando logro ser campeona por segunda ocasión, ya hacía unos cuantos años.

Le sorprendía que alguien todavía tuviese algo como esto consigo todo el tiempo.

En parte esto le hizo sentir mejor, algo más reconfortada debido a su alejamiento con sus fans. Había echado de menos sentirse admirada en todo este tiempo.

Alguien toca la puerta, era de Madame Gardevoir.

- Ya encontré la solución ideal para su "asunto". – Dijo M. Gardevoir, muy alegre como de costumbre. – Sus pequeños serán enviados a una reserva pokémon donde se harán cargo de ellos... pero, por favor, no vuelva a hacer algo así de nuevo.

- Lo siento mucho. – Dijo Cynthia, avergonzada. – No tengo justificación alguna que ofrecerle.

- Tranquila, no soy quién para juzgarla. Tal vez no debería decirlo yo, como dueña del lugar, pero siento que le caería muy bien encontrar otro tipo de actividades en las que pueda utilizar provechosamente su tiempo.

Madame Gardevoir coloca una mano en su hombro.

- Usted es aun joven todavía, aproveche su presente.

Cynthia esboza una sonrisa, después de no hacerlo en mucho tiempo. Recordó que había encontrado esa billetera y se la entrega a Gardevoir.

- Milo debió haberse distraído con los demás pedidos, es que apenas acaba de regresar de sus vacaciones.

Cynthia no quería hablar de lo que sintió cuando él le había observado hace un rato, pero no era difícil para Gardevoir saber las emociones que circulaban por la mente de esa mujer. Sin más que decir, la rubia se despide y se retira del lugar.

Pese a que Milo estaba atento para ver salir a aquella mujer, que pensaba era Cynthia, no pudo lograrlo debido a sus otras tareas.

Al rato Madame Gardevoir se acerca hasta él, mirándolo con seriedad, como si estuviera evaluándolo.

- Ma... Madame Gardevoir... ¿Sucede algo?

- Olvidaste esto en una de las habitaciones. – Dijo ella, con un tono neutro, entregándole su billetera.

- Gra... gracias.

Ella le queda mirando detenidamente, llevándose una mano a la cara mientras pensaba en algo para sí misma.

- Espero no haber incomodado al cliente. Si fue el caso...

Gardevoir interrumpió lo que él estaba diciendo haciendo un gesto de silencio con su dedo.

- Para nada, si no es todo lo contrario. – Dijo ella, volviendo a mostrarse enérgica. - Creo que algo beneficioso podría salir de todo esto.

- ¿A qué se refiere?

- Tu no te preocupes. Te daré el resto del día libre solo con una condición.

Milo se sorprende por esta inusual solicitud, pero no se anima a preguntar la razón de ello.

- ¿Cuál sería esa condición?

- Ve a tu casa y come, duerme y descansa bien, es todo. Y mañana te presentas con normalidad.

Tras confirmar que su jefa hablaba en serio, opto por hacerle caso y salir del trabajo antes.

La duda de la identidad de esa clienta le incomodaba, pero luego de unas horas pensó que lo mejor era dejar de darle importancia.

Al día siguiente se presenta al trabajo, en horas de la tarde.

- Justo a tiempo. – Dijo M. Gardevoir. – Cámbiate de inmediato que tengo un trabajo especial para ti.

Milo no tenía idea de que traía entre manos su jefa, pues nunca había actuado tan criptica con anterioridad.

- Quiero que pases un buen rato con nuestra clienta favorita, la señorita Cynthia. – Dijo M. Gardevoir, dándole palmaditas en el hombro a su empleado.

- ¿Q-qué? – Respondió Milo, luego de asimilar esas palabras.

- ¿Ah...? ¿Quieres negar tu interés por ella ahora? Soy una psíquica, no lo olvides. Puedo ver tus deseos más profundos.

Sin darle más tiempo para responder, Gardevoir le entrega una fuente con dos pokeball vacías y le hace dirigirse a la habitación donde esperaba Cynthia.

Antes que él ingrese, Gardevoir le dice unas palabras al oído.

- Como salgas de esta habitación sin haberte cogido a esa mujer me temo que no podre garantizar tu estabilidad laborar. Pero ya sabes, sin presiones.

Sin más que hacer, Milo toca la puerta justo antes de ingresar a la habitación.

- Hola ¿Tú debes ser Milo? ¿Verdad? – Pregunto Cynthia, con una mezcla entre alegría y nerviosismo.

- So, me llamo Cynthia... digo, Milo. – Respondió él, casi con la misma actitud.

A Cynthia le parecía tierna su actitud, era muy respetuoso y claramente se sentía intimidado por encontrase frente a alguien a quien admiraba.

– Le agradezco mucho por encontrar mi billetera, es usted muy amable.

- No es nada. – Dijo ella, ruborizada. - Soy yo la que debería sentirme honrada porque me tengas presente, pese a que no soy más que una fracasada.

Milo vio en los ojos de su acompañante la tristeza con la que cargaba, siendo su respeto por ella lo que le motivo a acercársele.

- No es así, Cynthia. Lograste el título de campeona por cinco temporadas, lo que de por sí ya es un logro que pocos han alcanzado en sus carreras.

Los cumplidos que le daba Milo reconfortaban su intranquilo espíritu. No se trataba de palabras vacías, sino de sentimientos honestos que fluían naturalmente de alguien a quien si le interesaba su bienestar.

Cynthia tomo la bandeja con las pokeballs que aun llevaba Milo y las dejo a un lado.

Milo pensó que la conversación ya no interesaba a Cynthia y planeo retirarse, pero una mano le sujeto mientras se daba la vuelta.

- Quiero mostrarte mi aprecio por tus dulces palabras de la mejor forma que pueda encontrar. – Dijo Cynthia, con firmeza en sus palabras.

Diversas historias no canónicasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora