El resto de aquella tarde transcurrió sin mayores inconvenientes.
Los chicos terminaron su proyecto y Sun se marchó. Layla estaba en la sala, tomando una taza de café mientras veía un programa en la televisión.
Lana regresa de la puerta, tras despedir a Sun, y se sienta en el sofá.
Su madre no quería abordar el tema de aquel visitante debido a los sentimientos encontrados que esto producía en ella. Sin embargo, su hija, algo incomoda, parecía querer decirle algo.
- Mamá... ¿Le hiciste algo a Sun en la lavandería?
Layla casi escupe su café, pero al evitarlo termino tosiendo de todas formas.
- Él actuó raro cuando regreso de la lavandería. Parecía que algo le distraía de lo que estábamos haciendo.
- No, en lo absoluto. – Respondió Layla, tratando de buscar una respuesta que evitase hablar de lo que realmente sucedió. – Ta-tal vez debió ponerse nervioso porque era la primera vez que entraba en la habitación de una chica.
- Si, debió ser eso. – Dijo Lana, pensando al respecto. – ¿Cómo no me di cuenta? Creo que eso fue muy lindo.
Layla se alivió de que Sun no le haya dicho nada de ese accidente a su hija.
- Me alegra mucho que no te moleste que haya traído a Sun. – Dijo su hija sonriente. - Realmente me gusta mucho y sé que te caerá bien a ti si le das una oportunidad.
La joven madre no podía hacer más que contemplar la auténtica felicidad de su hija. Por más reservas que tuviera de los hombres no sería capaz de quitarle esta alegría a su pequeña.
- Si eso te hace feliz, yo también seré feliz... Lana.
La joven se acerca a su madre y le da un fuerte abrazo, diciendo muchos "te quiero" en el proceso.
En la noche Layla se siente aliviada de que este día llegue a su fin, preparándose para descansar.
Soñó con aquella primera propuesta de amor que un chico le dedico cuando era joven, justo en esta misma isla. Sentía mariposas en el estómago y muchos otros sentimientos que no volvieron a repetirse aun en su adultez.
Las olas del mar y la luz del sol durante el atardecen hacían del lugar el ambiente perfecto para crear un recuerdo inolvidable. Cuando aquella pareja levanta el rostro, tras besar el torso de la mano de la joven Layla, no vio a otro más que al novio de su hija.
- ¡Su-Sun! – Exclamo nerviosa.
- De que se preocupa, encantadora mujer. – Respondió aquel Sun onírico, con mucha seguridad y confianza en sus palabras. - ¿No dijo acaso que si yo hacía feliz a su hija la haría feliz a usted también?
- No, de ninguna manera. – Respondió Layla, temerosa. - No sería posible para mi hacerle algo así a mi hija.
Aquel Sun onírico se acerca hasta su rostro y da sus últimas palabras muy cerca a la oreja de Layla.
- ¿Realmente está segura de eso?
Terminado aquel sueño, Layla se levanta. Todavía era de madrugada, pero se detuvo un momento en racionalizar lo que había sucedido.
Pensó que, inconscientemente, había encontrado algún indicio en el novio de su hija para desconfiar de él. Creyó que el Sun de sus sueños era una forma que tenía su mente de alertarla para que tuviera cuidado de sus futuras acciones, siempre poniéndole atención en la medida de lo posible.
Es así que ella se desligo de cualquier deseo oculto que hubiera podido tener por aquel joven para tomar la teoría de la advertencia maternal. De cualquier forma, esto la hizo sentir menos culpable y le permitió descansar por el resto de la noche.
Los próximos días Sun es invitado a la casa por Lana al menos dos veces a la semana. Layla siempre es amable y respetuosa con él, debido a su hija, pero en cuanto ella no se da cuenta observa detenidamente a Sun evaluando hasta el más mínimo de sus movimientos durante las interacciones que tiene con Lana.
Con el tiempo Sun se da cuenta que Layla le mira extraño, como juzgándole. Aun así, el no deja de ser cordial y amable con ella. Pero llego un punto en el que tuvo que decírselo a su novia.
- Lo siento mucho. – Le dijo Lana, muy apenada. – Puede ser algo indiscreta... hablaré con ella sobre esto.
Sun, tratando de evitar algún tipo de conflicto entre ambas, intenta dar una solución al problema.
- Ella debe de sentirse preocupada por la seguridad de su hija... - Dijo Sun, intentando animar a su novia, tomándolas de las manos. -Trataré de mostrarle que no tengo ninguna mala intensión contigo. Solo debo de ganarme su confianza.
- Confió en ti. – Dijo Lana, con una sonrisa.
Y así los intentos de Layla en encontrar algo negativo en el novio de su hija fueron perdiendo fuerza. El chico no se sentía intimidado por ella, sino es que era incluso más amable y respetuoso.
Esto poco a poco haría que esos sueños extraños acompañen a Layla nuevamente.
Se encontraba maquillándose frente al espejo, hasta que la imagen reflejada de ella comienza a actuar por su cuenta.
- Así que... ¿no lo admites todavía? – Dijo su reflejo. - Pero que aburrida...
- ¿Eh? ¿A qué te refieres? – Respondió Layla, queriendo sonar indiferente.
- ¿A qué más? Al chico ese...Sun. – Contesto su reflejo, continuaba maquillándose. – Él ha sacado a flote algo que tú y yo creíamos inexistente. Dejarlo pasar sería volver a nuestra aburrida y nada emocionante rutina.
- Eso no tiene sentido, no con alguien tan joven.
- ¡Suficiente! ¡Deja de mentirte por un momento! Ya estoy cansada de esconderme, de no ser yo misma.
El reflejo se levanta de su asiento y señala a Layla.
- Tu hija puede tener al hombre que quiera... Parejas van y vienen y ella terminara olvidándolo tal como nosotras olvidamos a nuestro primer amor. – Dijo el reflejo, muy honesta con sus intenciones. - Así que prepárate, porque tarde o temprano ese chico será nuestro.
Al día siguiente Sun llegaría a la casa por la tarde, a la hora de costumbre. Tras lo sucedido esa noche, Layla parece haber tomado una decisión al respecto.
- Hija mía, lo siento mucho. – Dijo Layla, sonando muy natural. - Pero olvide comprar algunas cosas ¿Podrías ir por ellas?
- Claro... pero Sun ya está por llegar. – Contesto Lana.
- Puede esperar en la sala, no tardaras mucho.
Sin más que hacer Lana va por las compras que le habían encargado.
Al poco tiempo Sun aparece y es invitado a entrar por Layla. Le dice que puede esperar y que ella no tardará mucho en regresar. Sun toma su palabra y se sienta en el sofá.
- Esta es... la oportunidad perfecta. – Se decía Layla, mientras servía unas bebidas en la cocina. – No se puede evitar... tiene que ser de esta forma.
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Diversas historias no canónicas
Fanfiction[Contenido adulto] Conjunto de breves relatos sobre la vida de diferentes personajes.