Nuevas sensaciones [Lana/Layla]

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En la región de Alola, específicamente en la isla de Akala, vivía Layla junto a su joven hija Lana.

Layla es una madre soltera que ha dedicado la mayor parte de su tiempo en criar a su hija, motivo por el cual ignora las múltiples citas que muchos de sus pretendientes le han ofrecido. No solo hablamos de residentes locales, sino también de turistas quienes quedan embelesados por la sensual y bien proporcionada figura de Layla.

Se había metido tanto el papel de madre abnegada que suprimía cualquier clase de deseo íntimo, cosa que le hacía enfocarse únicamente en su trabajo y su hogar. Sin embargo, solo hacía falta que se generase una pequeña chispa para causar un gran incendio.

Es así que en un día de aquellos su hija trajo un invitado a la casa.

- Mamá, quiero presentarte a Sun. - Decía Lana muy entusiasmada, aunque con algo de vergüenza. - Él es mi novio.

Sun era un joven entrenador que se había mudado hace un tiempo a la región de Alola. Conoció a Lana junto a su grupo de amigos y con el pasar de los días ambos se hicieron muy cercanos. Era el único chico que podía escuchar los extensos monólogos de enciclopedia que daba Lana sobre los pokémons de tipo agua y el habitad en donde vivían. No tardaron mucho en declararse su amor, sentimiento propio de los chicos de su edad.

Sin darse cuenta, Layla observaba de pies a cabeza a ese joven. ¿Era digno siquiera de sostener la mano de su preciada hija?

- Es un gusto. - Contesto Layla, tratando de guardar para si sus reservas e intentando sonar amable. - Espero que mi Lana no te esté reteniendo por la fuerza.

- ¡Mamá! - Reclamó su hija.

- Eje... no, para nada. - Habló Sun sonriente. - Lana es una chica muy linda. Ya puedo ver de dónde saco su belleza.

Esas palabras comenzaban a resonar una y otra vez dentro de la mente de Layla. Aunque era un cumplido muy simple este alago la transporto en el tiempo hacia la época en donde tenía la misma edad que su hija y su primer amor la conquistaba con similares cumplidos.

Layla no quería mostrarse vulnerable por esto, así que intento disimularlo.

- Pero que cosas dices... - Dijo Layla mientras se reía avergonzadamente. - Alguien como yo y a mi edad...

Pese a lo que dijo, Layla sabía perfectamente que era dueña de un cuerpo que muchos desean poseer. Que no tuviera interés en el amor no significaba que no pudiera sentirse a gusto con su propio cuerpo, pero tenía que decir aquello para sonar modesta.

- No diga eso. Es usted realmente muy bonita. - Continuó Sun, tratando de ganarse a pulso la gracia de su suegra. - Cualquier hombre estaría encantado de hacerla feliz.

Es tras esto que la coraza blindada que Layla había colocado para proteger su corazón comenzaba a derretirse, tal como lo hace el hielo al estar expuesto al sol. Ahora sí que se encontraba completamente vulnerable ante aquel visitante, es más, en otro contexto él podría habérsela llevado a la cama sin ningún tipo de oposición de parte de Layla.

Todo se había terminado.

Era cuestión de segundos hasta que su hija viera en el rostro de su madre los ojos sinceros de alguien que se ha vuelto a enamorar.

- Sun... tenemos que terminar de hacer el álbum con las fotos que tomamos mientras buceábamos. - Dijo Lana, apurándose en llevar a su novio en dirección a su habitación. - Vamos, rápido.

Esto no ocurrió porque Lana se diera cuenta de los sentimientos que afloraban en su madre, sino que, muy en el fondo, le molestaba que su novio le hiciera esos cumplidos a otra persona. Si no hubiera fijado tanto su atención en el rostro de su pareja probablemente habría entendido lo que le sucedía a su madre.

Una vez se fueron los dos chicos, Layla soltó un suspiro de alivio.

Sintiéndose tanto feliz como avergonzada por haber revivido esa experiencia después de mucho tiempo.

En su habitación, Lana miraba con algo de molestia a Sun mientras él hablaba de lo comprensiva y amable que parece ser su madre.

- Creo que te emocionaste un poco al adular a mi madre. - Dijo Lana, juzgando el actuar de su novio.

- Eh... eso te parece - Dijo él, algo apenado.

Resulta que Lana había advertido a Sun sobre la situación de su madre. Temía que ella se negase a aceptar que tenga un novio, debido a que ella misma se había negado a salir con nadie. Se podría decir que, desde su punto de vista, ese temor estaba ciertamente sustentado. Por eso le dijo a Sun que trate de ganarse su aprobación, aunque esto había resultado en un poco de celos por parte de Lana.

De cualquier forma, ya no importaba pues los jóvenes dedicaron su atención a terminar de ordenar ese álbum para subirlo a sus redes sociales. Eso sí, Lana siempre mantuvo la puerta de su habitación abierta para evitar cualquier mala idea que pueda hacerse su madre.
Pasado un rato Sun le pregunto a su novia donde quedaba el baño.

- Sigue ese pasadizo y ve a la derecha. - Le indico Lana.

- Ok, ya regreso.

Mientras caminaba Sun no podía evitar sentirse muy feliz. Se había imaginado situaciones peores, debido a los temores de Lana con respecto a su madre, pero todo resulto salir relativamente bien.

Por distraerse con esos pensamientos llegó hasta la lavandería, lugar donde estaba Layla.

- Ah... Sun. - Dijo Layla, algo sorprendida de verlo allí. - ¿Te puedo ayudar en algo?

- Lo siento, estaba buscando el baño. - Contestó Sun apenado.

- No te disculpes, eres bienvenido. - Dijo ella, con una sonrisa en su rostro, intentando esconder su nerviosismo aun presente.

Sin embargo, cuando Sun dio la vuelta no se había fijado que el suelo había un poco de suavizante de telas que hacía poco se le había caído a Layla. Ella se fijó de ello y se acercó hasta él para detenerlo y que evitara resbalarse, pero no pudo alcanzarlo.

Por uno segundos Sun intentaba no caer, pero resbalo de todas formas.
Debido a la cercanía de Layla este cayo de tal forma que tenía su rostro en medio de sus senos, mientras que sus manos casi rodeaban la cintura de la mujer. Esto había ocurrido en un intento involuntario por parte de Sun para sujetarse, de lo que sea, y no caer... terminando ambos en esa posición.

Fueron tan solo unos segundos que se hacían eternos para los dos.

Layla no podía articular palabra alguna, solo se limitaba a sentir las nuevas sensaciones que recorrían por su cuerpo. La cercanía del aquel extraño, la contextura de su cuerpo frente al suyo. Muchas ideas confusas recorrían sus pensamientos mientras todo eso sucedía.

- ¡Mamá! ¿Crees que habrá espacio en la lavadora para meter este vestido? - Decía Lana, quien parecía estar a solo unos pasos de la lavandería.

Rápidamente ambos mantuvieron su distancia e hicieron como si nada pasara.


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