1.Max Steel era mejor que Ken.

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—¡Por favor, Shiro-nii! ¡Cómprame una muñeca! — Le rogué a mi hermano mayor, Shinichiro, mientras intentaba lograr que no pasara de mí, extendiendo mis pequeños brazos para interferir con su camino.

—Ya te dije que no, Naruto, Emma ayer dijo que quería una, así que se la comprare a ella. No te puedo dar una también a ti. — Mentiría si dijera que no me dolió escuchar eso, llevaba pidiéndole una muñeca desde hace semanas, luego de que Emma-nee y Maro-nii rompieran la vieja muñeca de trapo que me había hecho mi mama.

Después de horas rogando, entendí que no lograría que cambiara de opinión, así que decidí salir a la calle para jugar. Si tenía suerte lograría ver un gatito o perrito, una vez vio un mapache.

Estaba caminando distraídamente por una banqueta cuando vi ese gato anaranjado que conocía tan bien.

—¡Tora! ¡Ven aquí! — Le grité a ese animal, y empecé a correr tras el al ver que empezó a huir en cuanto él también me reconoció.

Fue una persecución rápida, ya soy una experta capturando a esta bestia, aunque claro, eso no evito que tropezara y me raspara la rodilla, y no hace falta mencionar la enorme cantidad de rasguños proporcionados por el gato que ahora descansaba con mucha paz en mis brazos.

—¡Encontré a Tora! — dije con entusiasmo alzándolo, en cuanto aquella dulce anciana dueña del gato abrió la puerta. Su reacción fue igual que siempre, se mostró agradecida y luego preocupada por mis heridas.

Por más que intente tranquilizarla diciendo que no era nada, no lo logre y me ordeno pasar a su casa para atenderme.

—Ya está. Deberías tener más cuidado, un rostro tan bonito como el tuyo no debería tener cicatrices. — escuche su voz, tan suave como siempre, en cuanto termino de desinfectar y poner en mis heridas esos bonitos curitas decorados de dinosaurios que eran mis favoritas.

Me hizo jurar que cuidaría más mi "belleza" antes de dejarme ir. Pero antes de salir por completo de su casa, me dio un montón de monedas a modo de agradecimiento.

Eso me dio una gran idea, las calles donde suelo jugar y buscar animales, estaba repleta de ancianos, ancianos que me adoraban, siempre les ayudaba con todas las cosas que ellos no podían, algunos recados, o tareas sencillas que su edad no les permitía realizar bien. Siempre me dan monedas "por las molestias". Así que de ahí sacaría dinero para mi muñeca.

Por los siguientes dos meses me la pase podando diferentes jardines, pintando cercas, cuidando o recuperando mascotas, yendo al mercado y sin fin de cosas más. Trabajé muy duro, pero al fin lo conseguí, tenía el dinero exacto para esa muñeca tan bonita que vi en la tienda.

Sabía que la muñeca no era tan cara, y que la podría haber obtenido mucho más rápido, pero con el dinero que los amables ancianos me daban, solía comprar alimento a los animales callejeros de la zona y no me parecía justo quitarles así el alimento al que los acostumbré, solo por un capricho mío. Eso provoco que solo cantidades mínimas fueran ahorradas para mi juguete.

Después de recontar el dinero y ver que, en efecto, había alcanzado la cantidad correcta, no perdí tiempo y fui tan rápido como pude a conseguirla. Después de pagarla, volví corriendo a casa para empezar a jugar con ella.

Los primeros días fueron hermosos, aun si a veces tenía que esconder la muñeca de mi hermana, molesta por que yo también había conseguido una. Enterándome en el proceso que ella le dijo estrictamente a Shiro-nii que si quería hacerla feliz le compraría una muñeca solo a ella.

Después de bastantes peleas, Emma consiguió que le compraran un muñeco de "Ken". Todo con la intención de presumirme que su "Barbie" si tenía novio. Intente volver a ahorrar, lo juro, pero era imposible. La cantidad de animales que dependían de mí había aumentado, obligándome incluso a trabajar más que antes para poder conseguir suficiente alimento.

Contigo |Ken Ryuguji|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora