─Vamos Senku, tú puedes hacerlo, solo un poco más.
─Leona... dame... un respiro. ─Senku se dejó caer de espaldas al suelo, completamente exhausto y casi al borde del desmayo.
─¡No me llames leona! ─Sin darse cuenta, apretó de más los pies de Senku, haciéndolo chillar de dolor─. Lo siento. ─Lo soltó inmediatamente.
La rubia estaba ayudando a Senku a hacer los ejercicios matutinos que eran parte de su entrenamiento como astronauta para ir a la luna. De hecho, todos estaban entrenando, así fueran o no a la misión en la luna para derrotar a Whyman.
Kohaku aún recordaba el día cuando se anunció a los que irían al espacio, y ellos serían Senku, Ryusui y Tsukasa. El peliverde en un primer momento se mostró feliz, pero su rostro cambió completamente cuando le hicieron recordar que tendría que someterse a un riguroso entrenamiento. Y fue ahí donde ella se ofreció para ayudarlo diariamente en los ejercicios.
Sabía que Senku era alguien débil, físicamente hablando, pero aún así se notaba el empeño que ponía en cada sesión de ejercicio, y la verdad es que estaba mejorando con el pasar de los días, pero todavía no era suficiente.
─¿Cómo es posible que solo lograste hacer 5 abdominales? Hace unos días podías hacer más que eso.
─Pues si no me hubieras casi destrozado la pelvis y llevado al límite en la noche anterior. ─Se quejó, aún tratando de regular su respiración.
─Ah... eso, es que... no creí que llegaríamos a ser tan intensos anoche. ─Sintió sus mejillas enrojecer al recordar la sesión de sexo que tuvieron anoche, ella hasta tuvo que cubrirse la boca para que sus gritos no sean escuchados y despertaran a todos.
─Esto ya está empezando a ser un problema ─dijo en un tono serio─. Leona, será mejor que cancelemos nuestros encuentros nocturnos por un tiempo.
Kohaku amplió los ojos y se quedó muda, para qué mentir, ella amaba las noches de pasión con su novio, pero entendió que esta medida era por el bien de su entrenamiento y de su mejoramiento físico, así que, con algo de pesar y resignada, aceptó lo que él dijo.
En los siguientes días, Kohaku se comportó como toda una entrenadora profesional para Senku, se dedicó únicamente a su mejoramiento físico, ambos hacían varios ejercicios al día, y aunque ella era mucho más fuerte y resistente, se ajustó un poco a lo que tenía que lograr Senku.
Cada día hacían diferentes ejercicios como trote, flexiones, lagartijas, abdominales y entre muchos otros más, y siempre al anochecer, Senku quedaba exhausto, pero era por su bien.
Kohaku, por su lado, estaba feliz de estar junto a él y apoyándolo como siempre lo ha hecho, y aunque sus sesiones de sexo se quedaron completamente de lado, la verdad es que no le importaba. O eso pensó cuando, al ver a Senku todo sudado y jadeando luego de los ejercicios, imágenes de Senku en esa misma condición pero con ella sobre él, invadieron su mente, y por más que intentó no pensar en eso, le resultaba imposible. Quizás con el tiempo ya se le pasaría, sin embargo, no fue así.
El deseo de volver a tener a Senku en su cama, con ella montándolo o él embistiéndola, no hacía más que seguir creciendo, y no ayudaba mucho el que Senku se quitara la parte superior de su túnica al hacer los ejercicios, dándole una perfecta vista de su torso.
Los ejercicios se hicieron un poco más intensos, y ahora tocaba hacer flexiones pero con peso encima. Empezaron de forma ligera, con bolsas llenas sobre la espalda de Senku, pero para finalizar, tenía que hacerlo con una persona sobre él.
Ryusui y Tsukasa se unieron para entrenar con él. El rubio tenía a Francois sobre su espalda, y Tsukasa llevaba a Minami, ambos cumplían con las flexiones, pero no se podía decir lo mismo con el peliverde, quien llevaba a Kohaku sobre él.