La vida es tan confusa muchas veces.
Ella pensó que nunca más lo volvería a ver. Sin embargo, ahora, estaba parada frente a él, más cerca de lo que estuvo alguna vez en el pasado. Viendo los profundos ojos azules que su joven corazón tanto había amado.
Él había cambiado demasiado.
Se había hecho un hombre alto y con facciones definidas. Casi irreconocible para Hinata. Aunque nunca en su vida podría olvidarse de quién fue su primera ilusión, de su mirada, de su cabello, de quién era Naruto y de haber llorado tanto por él, por el rechazo y el hecho de presenciar cómo el rubio se burlaba con sus amigos de aquella admiradora que confesaba sus sentimientos a través de una carta.
Habían pasado casi diez años desde aquel entonces. Años en los que se había arrepentido de cometer aquel inocente acto de una niña de apenas trece años tratando de conquistar a un muchacho que cumplía diecisiete.
Aquel chico que logró herirla se encontraba tan cerca a ella luego de tantos años que incluso le parecía irreal.
Por más que no quisiera sentir algo, le era inevitable que de su pecho no salgan sus ganas de querer enfrentarlo por lo cruel que había Sido con ella y si bien era aceptable rechazar los sentimientos de la pelinegra por múltiples motivos, él no tenía derecho a burlarse de ella y menos ridiculizarla frente a demás personas.
Ella estaba enfadada por lo que había sucedido en el pasado pero tan pronto como lo vió con detenimiento cualquier enojo pudo desaparecer al verlo tan o incluso más sorprendido que ella.
¿Acaso él sabia quien era?
Todo el tiempo pensó que él no tendría ni la más mínima idea de quién era la autora de la carta... Pero... y si él lo sabía? Tal vez hace muchos años la había descubierto o quizás ella fue muy obvia. La vergüenza comenzó a amoldarse a ella y estaba segura que su rostro se pondría colorado en algún minuto, justo como el rostro de él, solo que su rubor no sería por el frío.
— Debería abrigarse un poco, se enfermará si no es así. — comentó ella cuando por fin volvió en sí —Tengo que entrar pronto. Fue un gusto.
Se da la vuelta y emprende un rápido camino hacia el elevador. Ella no podía asegurar que ese sujeto sea el Naruto Uzumaki que conoció, es decir, tal vez era una persona que solo compartía algunos rasgos físicos con Naruto y este pensamiento logro que se sintiera aliviada por un pequeño instante, pero justo un segundo antes de poder presionar el botón para solicitar que se abrieran las puertas del ascensor su cuerpo se paraliza al escuchar la voz masculina a sus espaldas.
— ¡Soy Naruto Uzumaki!
Era él y ahora no le quedaba ninguna duda de ello. Hinata duda si debía voltear, pero luego de breves instantes su cuerpo lo hace y el tiempo parece detenerse por completo.
¿Qué es lo que debería hacer?
¿Echarse a correr?
Diez años. Diez años es lo que había esperado para tener la capacidad de poder decir su nombre al rubio antes de poder desmayarse.
Cuando ve la leve sonrisa del rubio al verla voltear hacia él, su corazón parece latir igual de fuerte que en el pasado y eso la frusta internamente, porque en su mente todo aún parece ser un sueño de la Hinata de trece años.Pero luego de mucha lucha consigo misma, su corazón la obliga a hacer algo.
— Hinata Hyuga.
Para inmediatamente entrar al ascensor y cerrar la puerta frente a un atónito Naruto Uzumaki.
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Con Amor... Hinata.
FanfictionLa mejor forma de confesar lo que sientes... es mediante una carta. [Resubido]