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Venus nunca fue una gran fan de ir al instituto de Arizona, pero él Quileute era totalmente distinto a cualquiera,amaba ir a ese pequeño instituto ubicado en la Reserva, tal vez era porque sus amigos estaban allá o porque era mucho más tranquilo que el de Forks, fuera cual fuera la razón ella iría gustosa.
- Estas segura de ir sola mañana, Bells?. - Espetó preocupada por su hermana, Venus sabía que Bella no era la más sociable y que le costaría adaptarse a su nuevo instituto.
- Si Venus, estoy segura, además tengo que aprender a valerme por mi misma.- Una decidida Bella contestó. Bella estaba aterrada por la idea de ir sola a algún lugar,ella siempre iba con Venus, después de todo siempre estuvieron juntas sin importar nada, pero sabía que eso tenía que cambiar tarde o temprano porque no podía depender por siempre de su hermana, ella tenía que valerse por sí misma ahora que volvieron a su hogar. Gracias a su don pudo percibir dos tipos de criaturas, 𝐯𝐫𝐲𝐤𝐨́𝐥𝐚𝐤𝐞𝐬¹ y 𝐥ý𝐤𝐨𝐢², ambos igual de peligrosos y eso la mantenía siempre alerta e inquieta mayormente por los vrikólales, ya que, al comentarle a su padre de esto él dijo que los lýkoi no salían de la Reserva y que jamás dañarían a los humanos, al contrario de las otras criaturas los cuales son impredecibles, definitivamente Bella tendría que tener cuidado en su nuevo instituto, ya sea por su secreto o por el Clan de vrykólakes que iban al mismo.
Venus, por otro lado, no estaba preocupada por las nuevas esencias que percibió en el pueblo, después de todo ella ya sabia de las criaturas que habitaban en la Reserva Quileute y sospechaba que los monstruos de las leyendas volverían tarde o temprano aunque sinceramente ella esperaba que fuera tarde, pero al parecer el destino queria que su familia estuviera constantemente en peligro al relacionarse casi a diario con esa asquerosa familia de mosquitos.
La familia de vrykólakes tendría que empezar a rezarle a todos los dioses existentes para que jamás se encontrarán con la mayor de las hermanas, porque si ella los veía ni los 𝐚𝐧𝐨́𝐭𝐞𝐫𝐚 𝐝𝐢𝐞𝐟𝐭𝐡𝐲𝐧𝐭𝐢𝐤𝐚́ 𝐬𝐭𝐞𝐥𝐞́𝐜𝐡𝐢³ serían capaces de detenerla, aunque ella sabía que no podía sucumbir a sus deseos homicidas, por desgracia, si hacía eso todo su mundo se iría a la mierda en un instante.
