Capítulo III: Isaac

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Capítulo III: Isaac

    Recostado en lo alto de una colina, Isaac contemplaba a Linna. La imagen de la joven se desplegaba en su mente como un cuadro en constante reproducción. A pesar de haber observado a Libra desde esa colina en innumerables ocasiones, esta vez la experiencia era muy distinta. Una fuerza interna, apenas identificable, instaba al ángel a ir más allá de su papel convencional de guardián.
   Como su protector celestial podía presentarse en los sueños de Linna para dejarle algún tipo de mensaje, y no necesitaba de su forma humana para hacerlo. Isaac podía tomar la forma de un ser importante en Linna y ayudarla en sus inquietudes. Como aquella vez que su padre había dejado lo terrenal y Linna había sucumbido en una depresión que el propio Isaac había creído que le haría perder a la chica. Una sola aparición en sus sueños y ya había bastado para transmitirle el amor de su padre hacia ella. Isaac no había tenido ni que mencionar una sola palabra, con solo abrazarla y dejarla llorar sobre su hombro podía ver cómo el dolor de Linna iba disminuyendo en cada sollozo. Esa mañana ella se había despertado esperanzada, tomando la aparición de su padre como una señal de que debía continuar con su vida, aunque doliera. A Isaac siempre le había maravillado la habilidad de Linna para poder seguir con su vida aún cuando lo que ella más quería a veces era recostarse y no salir de su habitación.
   Si bien Isaac ya llevaba siendo protector de cientos de vidas (él aún podía recordar cada una de ellas), no recordaba jamás a alguien con la fortaleza de la joven. Isaac había tenido la suerte, o tal vez la desgracia, de haberse visto frente a frente con ella. Apenas unas horas antes había podido admirar su alma y desde aquel entonces no encontraba palabras para poder describirla. Algo difícil de explicar lo motivaba a volver a encontrarse con ella para así tal vez hallar una respuesta, pero Isaac sabía que eso era demasiado peligroso. ¿Era por esta razón que estaba prohibido relacionarse con un humano?
   Sabía que debía resistir la tentación de intervenir en la vida de la chica, pero el deseo de conectarse con ella resultaba casi insoportable. A pesar de que su intromisión anterior ya había causado estragos en la rutina de la joven, Isaac comprendía que debía mantener su distancia. Pero, ¿era realmente tan malo desear un breve encuentro para aliviar la confusión que él mismo había causado? Isaac era su ángel guardián y bajo ningún punto podía él presentarse nuevamente a su protegida, menos si no había una razón para hacerlo. Haber mencionado el nombre de la chica solo la había confundido aún más, e Isaac la había encontrado pensando en su encuentro en más de una ocasión. La pobre ni siquiera había podido estudiar, y todo por la culpa de Isaac. Pero esa mirada... La misma mirada que el ángel contemplaba en ese momento, pero esta vez los ojos de la chica estaban cerrados y su mente se perdía en sueños.
   Isaac sintió un cosquilleo que jamás había sentido. Algo estaba mal, muy mal. De repente, ya no se encontraba en la colina.
   — Pero... ¿Qué está pasando?—sus palabras resonaron en la pequeña habitación a la que había llegado. Una extraña sensación de temor lo invadió de repente. ¿Era así como se sentía el miedo? Cualquiera que lo observara podría afirmar que Isaac estaba al borde del pánico. El ángel no lograba comprender cómo había llegado a esa habitación. ¿Había sido invocado? Isaac recorrió con la mirada donde se encontraba y casi suelta un pequeño grito. Estaba en la habitación de Linna y ella se encontraba recostada sobre su cama, justo como la había visto tan solo unos segundos antes de aparecer allí. Con cuidado Isaac se acercó hacia la joven y posó sus ojos grises en ella. Se sentía... Estaba seguro de no poder encontrar las palabras para describir tal sensación; Isaac jamás había sentido siquiera. El cosquilleo, que creía que había sido lo que lo había traído hasta allí, seguía latente en su interior.
   Movido por una fuerza desconocida, extendió su brazo, tentado por la posibilidad de un simple toque. Los dedos de Isaac rozaron la mejilla de Linna. Una vibración recorrió su brazo y la joven, quizás reaccionando a su contacto, se retorció entre las sábanas. Consciente de lo que acababa de hacer, Isaac retiró rápidamente su mano, la cual vibraba con una intensidad increíble. ¿Qué estaba ocurriendo? Linna volvió a moverse entre las sábanas y comenzó a abrir sus ojos. Sin embargo, para cuando exploró confundida su habitación, Isaac ya no se encontraba allí.
   Fuera cual fuere la fuerza que lo había llevado a la habitación de Linna, la misma lo acababa de dejar nuevamente en aquella colina, volviendo a su forma etérea. La vibración en su mano había desaparecido, pero algo más fuerte se abría paso en el interior de Isaac. Eso que acaba de pasar... lo que él acababa de hacer... Aún podía sentir la suavidad de la piel de la chica, y habría continuado así sumergido en sus pensamientos si no fuera porque un ángel mensajero se materializaba frente a él.
    —Isaac Skyborne, —exclamó una voz desde el interior de Isaac—. La Orden está actualmente reunida, y no habíamos logrado contactarle.
    El ángel mensajero no esperó réplica alguna y se desvaneció en un destello de luz. Si la Orden, la cual solo se congregaba en circunstancias críticas, había estado reunida sin su presencia, entonces la situación de Isaac podría ser más grave de lo él que pensaba.

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⏰ Última actualización: Feb 01 ⏰

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