Malas costumbres

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Estabas tendida en la cama, observando el techo y tratando de pensar. P dormía muy cómodamente a tu lado, había regresado de una misión y se encontró agotada. Tu mente divagaba en los sucesos recientemente ocurridos, esos que tenían que ver con Geppetto actuando de formas curiosas.

Sabías que él te espiaba a ti ya P durante los actos íntimos e incluso ya estuvo presente en varias ocasiones solo como un mero observador. Te preguntaste si eso era algo que el anciano descubrió recientemente o era un fetiche que traía consigo hacía ya años.

Tampoco era como si pudieras preguntarle, la realidad es que no hablabas con él, el solo apareció eventualmente a observar como tenias sexo con su 'marioneta' y luego desaparecía sin dar mayores explicaciones. Todo te resultaba muy curioso.

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Remontándonos varios años atrás, cuando Carlo cumplió la mayoría de edad, comenzó a tomar ciertas libertades que a Geppetto no le agradaban para nada.

El castaño comenzó a concurrir a bares y fiestas en compañía de Romeo, Geppetto no comprendía que tenía aquel muchacho como para que su hijo se la pasara junto a él y yendo juntos a todas partes. Temía que el rubio lo estuviera arrastrando a malos vicios como el alcohol, las drogas o las prostitutas, pero no existía nada que el anciano pudiera hacer o decir para alejar a su hijo de aquel bastardo.

Antonia insistió con que deje a su hijo en paz, que solo estaba disfrutando de su juventud y que Romeo no era un chico malo, pero Geppetto tan terco como siempre, no estaba feliz.

Fue una noche en la que decidió seguirlo a Carlo y al rubio hasta una de esos bares a los que solía asistir. Todo parecía normal, solo dos chicos pasando un momento agradable, por lo menos hasta que salieron del lugar y se adentraron a un callejón oscuro. Geppetto estaba casi totalmente convencido de que vería a Carlo drogarse o consumir cualquier tipo de mierda ilícita, pero para su sorpresa, solo lo vio besarse con su 'mejor amigo', o bueno, no solo besarse.

El rubio se puso de rodillas de forma algo torpe, el alcohol era muy notorio en la forma de actuar de ambos. Bajo los pantalones de Carlo, liberando ya una erección bien formada y sin titubear se llevó el pene a la boca, haciéndole una mamada al castaño. Carlo gemía casi con desesperación, acompañando sus sonidos con palabras y frases como ''Mnh mas'', ''Sigue'' y la que más descubrió a Geppetto fue un ''te amo''.

El anciano no sabía cómo sentirse, feliz de que su hijo no sea un drogadicto o decepcionado de que sea un desviado con preferencias antinaturales, pero al mismo tiempo, algo reaccionó en el interior de los pantalones del hombre. Avergonzado de que ver a su hijo recibiendo sexo oral en un callejón sucio lo haya excitado, decidió regresar por donde vino sin intervenir.

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P despertó, lo notaste cuando te rodeó con los brazos, apretándote. Beso tu cuello y al voltear viste que su ''humanidad'' se había despertado. Aparentemente P se había vuelto tan humano que no estaba exento de las erecciones matutinas. Estabas de buen humor, ayudando a tu novio con sus asuntos viriles podía alegrarle la mañana y amabas ver a P feliz.

Luego de una buena mamada, te sentaste sobre él y comenzaste a montarlo. P no se comunicaba verbalmente pero gemía y chillaba de forma demasiado audible, tenias que admitir que eso te encantaba aunque medio hotel pudiera oírlo junto al sonido de los resortes del colchón rechinar bajo tus brincos.

No era de sorprenderse si Geppetto ya los había encontrado en el acto dos veces y los había espiado en más de una ocasión. Eran pocas las veces donde P cerraba la boca, incluso tú también usaste tomarte la libertad de dejar salir tus gemidos. De hecho nada les garantizaba que el anciano no estaba espiándolos ahora mismo.

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Carlo era ruidoso, demasiado. Romeo no sabía si era intencional o realmente no podía cerrar la boca. Conociendo la personalidad del castaño, lo más probable es que solo lo hiciera para provocarlo.

Una noche el rubio de coló por la ventana de la habitación de Carlo, una pequeña aventura clandestina de medianoche no mataría a nadie. Fue ahí donde Romeo descubrió que Carlo de verdad tenía esa mala costumbre de ser muy vocal. Tuvo que cubrirle la boca con la mano para no alertar a toda la casa de que se estaban follando al hijo de Geppetto. Pero fue inútil, el anciano se despertó por los gemidos de su hijo, dándose cuenta de que Romeo también estaba en la casa.

Se acercó a la puerta, los sonidos se hacían más intensos. Podía oír a la perfección como las pieles chocaban y el sonido húmedo de los besos.

Carlo se volteo, mordiendo la almohada y levantando su trasero para Romeo, quien seguía follándolo con fuerza.

Geppetto entreabrió un poco la puerta esperando no ser visto, los chicos estaban tan centrados en lo suyo que no notaron al anciano mirarlos a escondidas. Se cubrió la boca mientras observaba a su hijo en cuatro, entregando el culo y con la polla colgando entre sus piernas. Geppetto sintió la necesidad de masturbarse, no era muy ético hacerse una paja mientras observabas a tu hijo ser follado por el culo, pero pensar era algo que no estaba haciendo en ese momento.

Metió la mano en sus pantalones, sujetándose pene y frotando toda su longitud. Repitió el movimiento varias veces, incluso masajeándose las pelotas con su mano libre. ¿Qué le diría a su hijo si lo veía? Posiblemente nada bueno, pero era ese mismo miedo lo que lo volvía tan excitante.

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P estaba a tus espaldas, sujetándote fuerte de la cintura mientras arremetía contra ti. La cama golpeaba contra la pared pero poco parecía importante. Extendiste tus brazos aferrándote a las sabanas, buscando firmeza en lo que la polla de P se hundía más profundamente en tu interior.

Al otro extremo del cuarto, sin ser visto, se encontró a Geppetto, observando desde la puerta entreabierta, como su creación parecía compartir las malas costumbres de su hijo.

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⏰ Última actualización: Feb 02 ⏰

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Osservatore - Reader x PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora