Geppetto es un voyerista

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Desde que P había probado algunos placeres humanos, comenzó a desdibujar la línea de los límites y el autocontrol.

Lo habías acompañado hasta este punto, estaba en ti enseñarle a contenerse, pero no querías, lo disfrutabas tanto como él, desde el frenesí, habías olvidado como se sentía tener sexo con alguien y ahora que tenias acceso a eso, no querías controlarte. La abstinencia te había arruinado pero ahora tenías a P solo para ti.

El muchacho había aprendido desde lo más sencillo como era la masturbación, a dar un buen sexo oral. Tanto tiempo entre las paredes del Hotel Krat dieron sus frutos y que P se halle entre el limbo entre las marionetas y la humanidad, le daba un plus en cuanto a su desempeño en la cama.

P le había tomado el gusto al sexo, se sentía cada vez mas vivo después de cada orgasmo y siempre que tenia la oportunidad no dudaba en empujarte contra las paredes del Hotel y hacerte suya.

Amabas oír sus gemidos y jadeos, casi que parecía que respiraba cuando arremetía contra ti con fuerza.

No importaba el lugar, ya habían follado en tu habitación, en los rincones de la biblioteca, en la banca de uno de los patios y hasta en la cocina. Jamás los habían descubierto, era uno de tus miedos, sabías que debías ser más responsable, pero al momento de tener a P entre tus piernas, tu conciencia abandonaba tu cuerpo.

Fue una tarde dónde estabas buscando cosas en uno de los depósitos del Hotel cuando P se te acercó por la espalda. Te rodeó por la cintura, tomaste su mano y te volteaste. Ambos se besaron con cierta pasión, enredaste tus dedos en su cabello, profundizando el beso y saboreando sus labios. Sus lenguas incursionaron en la cavidad del otro, cuando quisiste reaccionar, ya estabas en el suelo con P sobre ti.

La puerta había quedado abierta pero eran tantas las cosas que llenaban el depósito que sería difícil que alguien los viera.

P quitó la parte inferior de tu ropa y tu habías desabotonado su pantalón. Ya han sido tantos sus encuentros sexuales esporádicos que te tomabas la libertad de no usar ropa interior para darle mejor acceso.

Estabas tan mojada que no fue necesaria mucha manipulación, el solo hecho de estar en un lugar de acceso público te calentaba.

P te introdujo su miembro, aguantaste un gemido. Tu humedad rodeo su pene, escurriendo entre tus muslos y haciendo un sonido obsceno cada vez que movía las caderas contra las tuyas.

Ahogaste tus jadeos en sus labios, rodeaste sus caderas con las piernas, profundizando sus movimientos.

Estaban tan centrados en su placer, que no oyeron los pasos de Geppetto entrando al depósito. El hombre estaba buscando unos viejos planos de marionetas cuando un ruido particular llamó su atención, sonaba bastante curioso para tratarse de ratones o de Spring por lo que incursionó entre los muebles que habían sido abandonados allí.

Despacio, se acercó hasta unas cajas, era lo único que los separaba de él. Geppetto no pensó que descubriría a su creación teniendo sexo en un lugar tan lúgubre como un depósito, creyó haberlo educado con un poco mas de decencia.

Geppetto no los interrumpió, siguió observando desde la distancia, esperando que no noten su presencia. A este le sorprendía cuan humano se había vuelto P al punto de llegar a tener sexo como lo haría un humano cualquiera.

La forma en la que el pecho de P se movía, la forma en la que jadeaba y la forma en la que buscaba el mejor ángulo para obtener más placer eran un claro ejemplo del buen trabajo de Geppetto como inventor.

P no solo te follaba, quería garantizar uno o más orgasmos. Tocaba tus tetas bajo la ropa, mordía tu cuello, frotaba tu clítoris. Te esforzaste en no ser escandalosa pero era en vano, no eras consciente de que ya te estaban observando.

Osservatore - Reader x PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora