All the pretty stars shine for you [DNF]

For the rest of our life

Karl es un omega estéril y Sapnap, su alfa, lo ama sin importar qué.

En el momento en el que notó que estaba en la camilla de una clínica y los llantos de su madre eran cada vez más fuertes, Karl se había dado cuenta que al final no fue una buena idea, que estuvo a punto de morir, pero era la única opción.

Tenía quince años, su padre, un alfa muy respetado, lo había botado de la casa al revelarse como omega, por el simple hecho de que no podía tolerar la idea de que el único hijo de la familia Jacobs no era un alfa. Una vergüenza, según él.

Karl estaba sin hogar, el único contacto que tenía era su madre, pero ella dejó de enviarle dinero hace meses pues su padre se había enterado de la comunicación entre ambos. Había dejado de pagar la renta del pequeño y sucio apartamento donde vivía y el casero lo sacó a patadas del edificio.

Muchas personas dicen que está mal que los jóvenes omegas como Karl anden solos por la calle a las 3 de la madrugada. Se podría decir que este fue el caso.

Era su cumpleaños número dieciséis cuando entró en una gasolinera para comprar algo con el poco dinero que le quedaba, cuando iba saliendo del lugar, un lujoso auto se estacionó para recargar gasolina y de este un atractivo alfa se bajó. Karl estaba encantado con la apariencia de aquél hombre, y este pareció mostrar interés por el pequeño omega de brillantes ojos y pestañas rizadas.

La relación que tenía Karl con Rein era... extraña. No era la típica relación alfa-omega que te pintaban en las películas, no era nada romántico, no había ninguna necesidad de procesión o de que hubiera la posibilidad de que algún día Rein lo marcara, pero el omega estaba bien con eso. El solo le estaba dando sexo y el alfa le agradecía con dinero y una habitación en su casa.

No había legal ahí, claramente, por lo que Karl básicamente se escondía cuando los colegas de Rein se reunían en la casa, y nunca intentó comunicarle ello a su madre. Lo último que le había dicho a ella era que había encontrado un trabajo en una gasolinera.

Todo iba relativamente bien para Karl, hasta que el celo de Rein llegó, y no fue nada bonito. Lo tomó en su cama de todas las maneras posibles, le dolía mucho y cuando más pedía por parar, el alfa lo callaba demandando que si quería su dinero debía mantener la boca cerrada. Rein había olvidado cualquier tipo de anticonceptivo aquella vez.

Dos semanas más tardes, el alfa había dejado al omega totalmente noqueado por sus golpes después de que este le había mostrado una prueba de embarazo positiva. Llamó a varios alfas de seguridad y les había pedido que lo llevarán al medio de la nada con todas sus cosas y luego lo mataran. Estos tuvieron un poco de piedad con el omega, lo dejaron en frente de un refugio, con 50 libras esterlinas y una maleta con algunas prendas de vestir.

Karl pasó su primera noche en el refugio con lágrimas en los ojos, incapaz de tomar de la sopa que le habían servido, ya había vomitado dos veces en menos de una hora. Apretó en sus manos las libras esterlinas, y lo pensó bastante antes de tomar aquella decisión.

Tal vez ir a ese lugar clandestino para abortar no era lo más bonito del mundo, pero era lo único que podía pagar.

Y ahora nos encontramos otra vez en donde comenzamos. Su madre acababa de recibir la noticia de que su hijo ahora era incapaz de procrear.

Al principio a Karl no le importó, los primeros cuatro años de verdad que no le importó. Tuvo que pasar por varias terapias hormonales y sus celos se convirtieron totalmente irregulares, a veces solían durar una semana, otros solo duraban dos horas, y por decisión propia los había pasado solo, ya no confiaba en nadie. Y a pesar de ser señalado varias veces por ser incapaz de poder tener crías, a Karl realmente no le importó.