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Lo empuje al instante. Ahora yo estaba por encima de él, con el ceño fruncido intenté tomar mi teléfono pero de nuevo no lo logré, ahora estaba más tranquilo, lo alejaba de mi con total calma y sencillez que parecía no importarle estar rodeado de personas.

–Sueltalo –en un intento de quitarle su gorra como venganza, tomo mi muñeca y me tiro al suelo.

–No. Toques. –guardo mi teléfono en su bolsillo delantero.

Me moví con mayor fuerza buscando alejarlo de mi, pero este solo se levantó, tomo mi brazo y me levanto, para luego dejarme caer en un asiento de metal.

Un hombre de corbata y esmoquin se acercó entre las personas que, grababan la situación quedando justo al frente de Adrián y yo. Era más alto que el y con un nivel corporal más grande que cualquiera de los dos, compartieron una mirada antes de que Adrián bajara aún más su gorra y el hombre se volviera, hacia la gente.

–¿Esperan algo más? –pregunto en un tono brusco. –, larguence de aquí, no hay nada que ver.

Diciendo eso, las personas tardaron un poco en ceder, luego se marcharon entre murmullos y miraditas hacia atrás.

Me acomode en la silla. Nervioso y molesto (a medias) evaluando la situación en silencio.

Cuando la gente se marchó solo quedamos los tres y miradas entre ellos que llenaban de tensión el ambiente. Vi como el hombre miró fugaz a Adrián y como este mantenía la cabeza en alto.

–¿Para esto querías que te trajera? –silencio. Tuve el impulso de decir algo, pero terminé por morderme la lengua.

Adrián no respondio.

–Tengi cosas más interesantes que hacer que estar al tanto de tus jueguitos, ¿Crees que tú papá me contrato para esto? –silencio otra vez. Adrián no se animaba a decir algo–, estaré en el auto, quiero verte afuera en una hora y media.

Sin más que decir el hombre se fue alejando cada vez más, y la tensión del lugar seguía entre nosotros. Mire a Adrián de manera disimulada y lo encontré en la misma posición con la mirada fija en la nada.

Dio una vuelta entre si y comenzó a caminar, dejándome, solo...

Caí en cuenta de que se estaba llendo de verdad mientras me dejaba y me levanté de golpe, comencé a correr hacia donde estaba el y cuando estuve más cerca cerré mi mano al rededor de su brazo, y con eso me llevé un manotazo de su parte. Di un salto hacia atrás en cuanto sentí el ardor.

Estaba furioso, eso reflejaban sus ojos; ira.

–Lo siento. –agache la cabeza.

–Beredick. –Su tono de voz era intimidante frío. Alce la cabeza hasta verlo de nuevo, sus ojos eran color miel pero estaban muy oscuros en ese momento sin ningún brillo– No te atrevas a lamentarte.

–Pero...yo...

–Eres un idiota –dicho eso me devolvió mi teléfono, y volvió a caminar, una vez más dejándome solo.

Aún sin rendirme lo seguí, corrí más rápido hacia el y esta vez me puse al frente deteniendo su paso.

–¿Yo idiota? –frunci el ceño–, ¡El idiota eres tú! Ni siquiera me devolviste el teléfono.

Enarcó una ceja ante mis palabras.

–Tu me mordiste –dicho eso dejo ver la mordedura de su hombro, por debajo de la camisa –, eso te convierte en un idiota.

–¡Estaba tratando de defenderme! –lo empuje levemente con ambas manos –Existe algo llamado defensa personal, deberías aprenderlo.

–Creo que tú concepto de defensa personal está mal. Las mordeduras no entran en esa categoría.

Tal vez un díaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora