La champaña [ep. 1]

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La azafata me ofrecía una copa burbujeante de champaña mientras me acomodaba en el asiento amplio y confortable de primera clase, la tomé con mis dos manos y cuando estaba a punto de dar el primer sorbo, Dua Lipa llegó tan precipitadamente a sentarse a mi lado que con su bolso me golpeó en el brazo, ocasionando que derramara encima de mí todo el elixir dorado. Este accidente sin importancia, provocó que ella me viera con otros ojos, y que durante las horas de vuelo que compartimos lado a lado, conversáramos de todos los temas posibles en la intimidad de un vuelo trasatlántico. A ella le divertía mi nerviosismo y mis pantalones mojados, también sonreía cuando me dirigía con demasiado respeto a las azafatas de primera clase. Era mi primera vez volando en asientos de lujo, con pantuflas para los calcetines y copas de champaña en las manos. Pero sobre todo, era la primera vez que una celebridad de ojos grandes, pestañas largas y sonrisa encantadora me dirigía la palabra. 

Perdón, perdón, no dejaba de decir en un español con un acento muy marcado. Yo me puse de pie para que todo el líquido callera en el asiento, pero como soy muy alto mi cabeza topaba con el maletero del avión y la posición adquirida semi-depié, o semi-sentado, como quiera verse, hicieron que se me mojaran también los pantalones, particularmente la entrepierna. Las azafatas llegaron con servilletas ultra absorbentes, pero no sabían que mis pantalones y mi ropa interior tienen más capacidad de absorción que cualquier artículo de limpieza con la más alta tecnología. Pegajoso y húmedo me dirigí al baño para tratar de prevenir lo que sería un vuelo fresco, por así decirlo.



Dua Lipa se enamoró de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora