Pánico a volar [Ep. 4]

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Durante el despegue, el avión se movió de una forma muy extraña. Era un día con demasiado viento y eso incrementó que el movimiento del avión fuera más marcado que de costumbre. Todo iba bien hasta que en la parte más abrupta nos movimos tanto que casi se me vuelve a caer la copa de champaña. Dua, con su sonrisa de oreja a oreja, insistió que me tomara de una vez por todas la copa completa, advirtiendo además, que ella no me iba a pedir otra y que probablemente las azafatas ya no accederían a rellenarla.

¿A qué te dedicas? Me dijo casualmente, supongo que notaba mi nerviosismo por el movimiento sorpresivo que el avión hacía elevándose en el aire. Pero lo que menos quiere una persona que está asustada, o a punto de tener un ataque de pánico como era mi caso, es hablar de nada con un extraño, aún y cuando ese extraño es Dua Lipa. Supongo, también, que vio mi rostro desencajado, con la mirada perdida, porque cuando no respondí nada se acercó para poder hablarme más de cerca y colocando una mano sobre mi pierna me dijo, Hey, tranquilo, todo irá bien. Estas cosas pasan todo el tiempo. Cuéntame de tu trabajo, a qué te dedicas. Le dije torpemente que era profesor. Profesor Universitario, añadí. Ella me miraba fijamente y sentí su mirada como una pregunta, como si tratara de comprender cómo un profesor universitario, que tenemos fama de ganar poco, había logrado viajar en primera clase. No es sólo la fama, es la realidad, sobre todo si se compara con una cantante de impacto mundial, el sueldo de un profesor universitario es una propina. Lo más probable es que ella no estuviera preguntando nada, y sólo me estuviera mirando atenta, pero yo sentía que no pertenecía ahí, en primera clase, con los pantalones humectados con champaña, junto a ella. Por eso empecé a justificarme, le hablé de la promoción a la lealtad y de mi suerte, que pude aprovechar en este mi primer viaje trasatlántico.

Dua Lipa se enamoró de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora