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Luego de terminar sus respectivos pasteles, y convenciendo a De Jesús y Pimentel de que si comían más se les iba a hinchar el estómago y estarían gordos para lograr evitar que pidieran otra porción de pastel, cosa que no fue fácil, Pimentel decía que con un día en el gimnasio se arreglaba todo, tanto Omegas como Alfas salieron de la cafetería para regresar a sus casas respectivamente. Se despidieron con la promesa de que mañana se reunirían en el receso y cada pareja de amigos tomó un camino diferente.

Erick y Christopher caminaban en silencio hasta la casa del primer mencionado, Christopher tenía la cabeza hacia arriba y una sonrisa decoraba su rostro observando el cielo azulado algo oscuro de la tarde, ya casi iba a anochecer, se habían demorado más de lo esperado fuera. Erick por otro lado tenía su vista fija en él, como presionando a hablar de algo. Christopher podía notarlo.

— ¿Qué? — preguntó suave, confundido por la insistente mirada del ojiverde. Lo estaba poniendo nervioso.

Erick tarareo bajo entrecerrando los ojos. — ¿Qué fue eso? — preguntó, Christopher lo miró de reojo tratando de verse imperturbable, está bien, estaba tratando de esconder su pequeña sonrisa, no puede evitarlo, esa ha sido una tarde bastante agradable, no lo iba a negar.

— ¿Qué fue de que? — el más bajo golpeó su hombro con el puño cerrado. — ¡Oye! no seas tan brusco. — se quejó acariciando la zona afectada.

— ¡Estás sonriendo! — señaló Erick y Christopher giró su vista tímido mientras su amigo saltaba a su lado mientras aplaudía. — ¡Dime! ¡dime! ¿a dónde tan sonriente?

— A tu casa, avanza ardilla.

El ojiverde saltó sobre su espalda haciendo que por un momento perdiera el equilibrio, ¡Erick estaba loco! ¡podría romperle la columna! Se quejó en alto mientras Erick  se acomodaba sobre su espalda rodeando sus caderas con sus piernas y su cuello con sus brazos. — Habla ahora, ¿cómo es que estás tan calmado y sonriente después de que hayas invitado a dos Alfas a sentarse con nosotros? Tu no eres el Christopher Vélez que yo conozco.

No, no lo era. Por primera vez, sentía que era el Christopher Vélez real, ese que vivió escondido por mucho tiempo, ese Omega libre y despreocupado que disfrutaba de su vida sin preocuparse por su alrededor.

Estaba convencido. — Estoy feliz...

Erick dejó su cabeza sobre su hombro derecho mirándolo desde ahí, Christopher le sostuvo la mirada confiado y tranquilo sin borrar su sonrisa, raras veces hablaba de cómo se encontraba pero hoy... hoy se sentía alguien nuevo.

Puede que esté siendo exagerado, está bien, solo había hablado con dos Alfas sin parecer grosero o estar alerta, puede que para muchos sea normal, pero no para él, se sentía como un logro, él nunca pensó lograrlo y menos por sí solo. Es como haber estado encerrado en un cuarto sin ventanas algunas con miedo de salir al exterior pero una vez que lo haces y respiras el aire fresco descubres que el exterior no es tan malo después de todo.

Soy Omega [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora