Déjame dormir (en tus brazos)

Capitulo 11

La luz de las farolas arde en los ojos de Dean cada vez que pasa por una. Ha empezado a llover nada más dejar Ulises y los limpiaparabrisas de Baby chirrían silenciosamente contra el cristal. Aparte de la lluvia sobre el techo y el ruido del motor, el silencio en el coche es ensordecedor.

Hay sangre seca debajo de las uñas de Dean y en su barbilla y le duele el puño, sus nudillos ya están comenzando a magullarse por donde golpeó a ese hijo de puta una y otra vez hasta que cayó al suelo como un títere sin cuerdas. Dean probablemente lo habría matado con sus propias manos si Sam no hubiera estado allí para ponerle una bala entre los ojos.

Otra farola ilumina el rostro de Sam y por el rabillo del ojo Dean ve que su hermano tiene la misma expresión de dolor que siente en su rostro.

Una cosa es que lleguen demasiado tarde para salvar a las víctimas de un monstruo.

Otra cosa es si sucede delante de sus ojos.

La bilis sube a la garganta de Dean y por un segundo piensa que tiene que detenerse, pero se muerde el interior de la mejilla hasta que saborea la sangre. Cada vez que parpadea, ve lo que sucedió hace apenas unas horas, impreso en el interior de sus párpados como su propio espectáculo de terror personal.

El teléfono de Sam se enciende y él inmediatamente lo agarra, la pantalla era demasiado brillante en el reducido espacio del asiento delantero. Dean se pregunta por un segundo si ya le envió un mensaje de texto a Eileen sobre lo que salió mal. Si ella es quien enciende su teléfono ahora, dándole tranquilidad y un hombro virtual en el que apoyarse.

Dean solo le envió un breve mensaje de texto a Cas antes de que se fueran de la ciudad, sus dedos temblaban tan fuerte que apenas logró escribir las palabras de que estarían en casa más tarde esa noche. Está más que exhausto, apenas logró dormir los últimos dos días, buscando por todo el pueblo y sus alrededores el lugar donde estos monstruos en carne humana arrastraron sus... arrastraron los... joder,  ni siquiera puede pensar en eso.

Su teléfono ha permanecido en silencio desde entonces y eso no ayuda en absoluto. Quiere acurrucarse fuertemente, hacerse lo suficientemente pequeño como para desaparecer en los huecos de los asientos de Bebé. Quiere prenderse fuego para ahuyentar el frío que se esparce por sus venas con cada respiración temblorosa que aspira en sus pulmones. Quiere que su teléfono se ilumine con el nombre de Cas para poder al menos sentir cualquier cosa menos miseria.

Pero la vida de Dean no funciona así y todo lo que puede hacer ahora es dejar que suceda. De todos modos, no es que merezca sentirse bien por nada. No después de haber cometido un error tan real.

"Eileen regresará a casa ahora", Sam interrumpe el silencio en el auto, sus ojos no abandonan la pantalla de su teléfono ni por un segundo, "Ella probablemente estará allí antes que nosotros".

Dean reconoce eso con un gruñido silencioso y Sam rápidamente lo mira.

"¿Estas bien?"

Es una pregunta difícil, cuya respuesta Sam probablemente ya conoce. Dios mío, él también estaba allí . Ha visto las mismas cosas que Dean.