“Creo que las personas que han experimentado las mayores tristezas, son las que siempre se esfuerzan en hacer a otras felices.”
Robín Williams
— Traje pizza, Lia.
Repetí para que lograra escucharme ya que no le dió ni la más mínima importancia al hecho de que estaba allí.
Procedí a caminar hacia el interior de la habitación, cerrando la puerta a mis espaldas, sentándome a su lado, en el suelo.— Es de tus favoritas, lleva jamón y... Cebollas?
Informé, tratando de llamar su atención. Ella, rápidamente enderezó el tronco y se volteó hacia mí, observó las pizzas que llevaba en unos envoltorios de papel y comenzó a escribir algo en su cuaderno.
“Gracias”
Eso fue lo que pude leer cuando volteó la hoja en mi dirección.
Yo, complacida de que haya reaccionado, le sonreí y extendí mi mano para darle uno de los aperitivos que había comprado.— Me dijiste que en este lugar no ofrecen muchas cosas buenas de comer, por eso decidí traerte esto...
Aclaré dándole una mordida a mi pizza, al igual que ella a la suya.
Lia, era una chica que sufría problemas de depresión, ansiedad y esquizofrenia leve: “veía cosas inexistentes”, por lo que nunca salía de una habitación a no ser que estuviera muy medicada, osea, drogada en pocas palabras.
La conocí en una de mis consultas con el viejo Stone.
Ella nunca ha hablado, es más, hasta se comunicaba escribiendo en papeles lo que necesitaba decirle a alguien, y fue algo que despertó mi curiosidad.¿Porqué no habla como los demás lo hacemos?
Eso era lo que les preguntaba a todas las enfermeras, incluyendo a los psiquiatras del hospital, pero solo sabían decirme que todo es gracias a algún trauma por el cuál había pasado en su “supuestamente contada” y trágica vida.
Pero yo sabía que ellos no tenían ni idea de lo que le habían sucedido, por lo que mi interés en saber más me incitó a que le hablara.Al principio, todo fue cuestión de coincidencia, debido a que al día siguiente, después de haberla conocido, estaba formando toda una escena frente a los pacientes del lugar, tirándose al suelo mientras se agarraba del pecho, en un intento de poder respirar.
Me identifiqué mucho con lo ocurrido ya que le pasaba lo mismo que a mí, esos ataques de ansiedad eran terroríficos, por lo que inmediatamente fui hacia ella y le ayude a recuperar el control sobre si misma, llevándola a su habitación para que se calmara.Así fue como ambas comenzamos a llevarnos, éramos algo así como compañeras ya que el término amigas no lo usaría para determinar la relación que teníamos.
Al inicio era muy difícil comunicarme con la chica, era casi imposible captar su atención, pero con el paso de los días, fuimos entablado pequeñas “conversaciones”, —las cuales en realidad eran algo cortas— y nos comenzamos a entender mucho mejor de lo esperado.
Y a pesar de que no me contaba nada de lo que le había pasado, aún así continuaba confiando un poco en mí, y eso ya lo consideraba un honor.De algún modo, algo me aseguraba haberla visto antes, en algún otro lado.
Algo me convencía haber entablado algún tipo de conversación amistosa y real con ella en alguna parte, es solo que... ¿Dónde y cuándo sucedió tal suceso?— ¿Cómo has pasado el día en este espantoso lugar? —pregunté sonriente.
Ella me observó con indiferencia y luego escribió en su cuaderno:
“Mal, todo aquí es aburrido”
— Si, te entiendo, fue una pregunta estúpida lo sé —corregí rascando mi nuca avergonzada.
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♣⃠ Peligrosas Tentaciones♣⃠ [libro #2] [En edición] ✓
Narrativa generaleLas cosas místicas, las leyendas, e incluso la propia magia, no deberían de existir en este mundo, o al menos eso dictaminan los humanos. La tierra permanecía tranquila con el paso de los años, de hecho, muy tranquila a mi parecer. Pero el mundo ocu...