Capítulo Diez

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Gulf silbaba mientras trabajaba en la cocina, calentando la comida de Precinct y emplatándola adecuadamente. Su cuerpo estaba deliciosamente relajado y feliz, excepto por el hecho de que estaba jodidamente hambriento. Aunque la cena no había salido como había planeado, estaba resultando una cita fantástica con Mew.

Y el sexo... joder... Mew era un maldito sueño. Quería vivir en el cuerpo de ese hombre y deleitarse con cada pequeño sonido que hiciera. También quería ser follado por Mew, pero eso tendría que venir después. No había prisa. Quería tomárselo con calma y disfrutar cada segundo de su tiempo juntos.

Acababa de terminar de juntar los platos y coger los cubiertos cuando oyó unos pies suaves y con calcetines en el suelo de madera. Se giró hacia la puerta abierta y encontró a Mew de pie, en calzoncillos y con una de sus camisetas, luciendo un poco inseguro de sí mismo.

—No tenías que bajar. Me imaginé que querrías quedarte en la bañera un poco más.

Mew cruzó la cocina, con una mano rascándose nerviosamente el pecho. Nunca había visto al hombre tan ansioso e inseguro de sí mismo. Incluso cuando estuvieron hablando de estar abajo, Mew todavía tenía un poco de su habitual confianza y alegría.

—No te rías —murmuró Mew mientras se acercaba.

—Vale...

Agachó la cabeza y acarició el cuello de Gulf mientras susurraba:

—Te echaba de menos.

Gulf rodeó a Mew con sus brazos, atrayendo al hombre lo más cerca posible. Mew le devolvió el abrazo con la misma fuerza. Gulf sólo podía adivinar que aún se sentía un poco vulnerable por el sexo. Era una sensación que apenas recordaba de su primera vez. La clave era que quería que se sintiera seguro y cuidado.

—Tengo una idea que ayudará a eso —ofreció Gulf.

—¿Qué es? —dijo Mew, aún sin levantar la cabeza.

—Pasar la noche aquí.

Mew levantó la cabeza e intentó dar un paso atrás, pero Gulf se negó a soltarlo.

—¿Estás seguro?

—Definitivamente. Cenaremos, tal vez veamos una película, o simplemente nos quedaremos en la cama. Mañana es sábado, así que podemos desayunar antes que te lleve a casa.

—¿Y luego cojo mis cosas y me encuentro contigo en el gimnasio?—respondió Mew con una risa en su voz.

—Suponiendo que no estés harto de mí. Mew se acurrucó cerca.

—Nunca va a suceder, cariño. Nunca me voy a hartar de ti. Parece un plan perfecto.

El corazón de Gulf se disparó al escucharlo llamarlo "cariño" de nuevo. La primera vez en el restaurante, había estado seguro que era sólo para aparentar delante del camarero, para demostrar que se sentía cómodo estando con un hombre en público. Pero esta vez, estaban los dos solos en su casa. Nunca nadie le había llamado "cariño". Nunca había sido eso para alguien.

—¿Entonces te quedarás?

—Sí.

—Bien. —Gulf lo soltó y le envió un guiño—. Si tienes suerte, tal vez alguien te despierte con una mamada.

—Dios, Gulf, puede que nunca quiera salir de tu cama.

—Ese es todo mi plan.

Recogiendo los platos, le indicó a Mew que cogiera las bebidas que había preparado y lo condujo al salón. No tenía una mesa de comedor elegante porque nunca tenía invitados a cenar. Si uno o dos amigos venían a comer, normalmente lo hacían en la mesa del salón mientras veían la televisión.

Navidades de Nieve y Hielo IV: Descongelando a Mew (Adaptacion MewGulf)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora