Las luces de un auto cegaron su visión y tuvo que pedir disculpas al conductor por no ver a los dos lados para cruzar la calle. Pero, ciertamente, tenía mucha prisa.
Su móvil no había parado de vibrar y sus botas no dejaban de resbalar contra las baldosas mojadas de la vereda. La lluvia no ponía de su parte, tampoco. De haberlo sabido, Aisha quizás hubiese tomado un paraguas y evitar mojarse un poco menos.
La ciudad se moldeaba sobre ella. Las luces, las risas, las gotas chocando contra todas partes. Sentía que su propia ingenuidad se la comería viva. Sus piernas no podían soportar otro recorrido más. Desde que había comenzado a correr, se había detenido en unas pocas paradas.
No recordaba cuándo había comenzado a llorar o si la lluvia sobre su cara y la tristeza en su pecho confundían sus sentidos. Desde que se había despedido de ella, Aisha no había dejado de llorar por un largo, largo tiempo.
Porque sabía que, luego de esa charla, nada volvería a ser igual; todo lo que Aisha necesitaba.
Las calles parecían cambiar de nombre cuando era la cuarta vez que se confundía de ruta. Maldijo y emprendió al sentido contrario. Tenía miedo de olvidar su ubicación, pero la venía repitiendo desde que había salido de su casa.
Casi se desvaneció cuando otro bocinazo fue dirigido hacia ella.
Con incesables disculpas, se refugió bajo el techo de una tienda cerrada y la vibración de su móvil se le hizo insoportable. Era como si quemara en su bolsillo.
—Aisha, ¿dónde diablos te escondes? ¿Sabes la preocupación que tenemos con tu padre? El trabajo que nos das, niña tonta...
Su cuerpo reaccionó con un doloroso llanto, retorciendo sus entrañas y haciéndola temblar. Tenía frío por la lluvia, pero había cosas más congeladas que la lluvia...
—...sumado a que no sabemos nada de ti en casi una semana. ¡¡Una semana!! ¿Qué te piensas que...?
Agitó la cabeza, desesperada. No había sido su intención desaparecer para siempre. Pero no lo soportaba más, no soportaba seguir oyendo los gritos de su madre.
—...y las mentiras que tuvimos que decir. Más te vale regresar igual a cómo te fuiste, Aisha, porque ni te imaginas de lo que soy capaz.
Con una mano temblorosa, reprodujo el siguiente mensaje, como si el dolor que le provocaba su madre era lo último que permanecía en su vida.
—Aisha Graham, ya han sido dos semanas y, permíteme decirte que, si se te ha ocurrido por un segundo escaparte, ni te atrevas a pisar esta ca...
Apagó el móvil y se llevó una mano a la boca. Ya había sido suficiente descanso para su cuerpo.
Su casa no debía estar lejos. Por lo que recordaba, solo sería voltear esa calle y estaría ahí.
No se equivocaba.
Aún encapuchada, corrió hacia su puerta y golpeó con todas las fuerzas que le quedaban. Tan pronto como le abrieron, volvió a llorar.
—No lo soporto más —sollozó, llevándose las manos a la cara—. No quiero seguir viviendo así —Apartó las manos de su cara y una locura envolvió sus ojos—. Hablé con ella, está dispuesto a hacerlo.
Antes de que dijera nada, insistió, intensificando su llanto:
—Eres lo último que me queda. Por favor...
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El enigma de los dos cuerpos | #ONC2024
Mystery / ThrillerDos cuerpos, dos misterios. ¿Qué es lo que esconde la noche que puede cambiarlo todo? Hasta cambiar de vidas. ***** Rai tiene una vida de ensueño: es un orgullo para sus padres, tiene las mejores notas de su curso, un sinfín de amistades y una perso...