Capítulo 2

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                         2/ Pequeñas Equivocaciones 

Alan

Lo tenía claro, lo había jodido todo.

Llevaba días a mi aire mientras mis padres pensaban que trabajaba en mis notas de la universidad. La cosa no me iba mal, pero sobrellevar una carrera que no me interesaba en lo más mínimo no era mi idea de cursar la UNI, por el contrario, a mi familia le fascinaba la idea de que estudie Administración Empresarial. Tienen una expectativa muy alta sobre mi y mi futuro, creen que soy el hijo perfecto, sin vicios, sin problemas, sin carácter y la realidad es que en sus cabezas no entra lo hijo de puta que soy. ¿Perfecto? Me río, esa palabra no se me acerca ni a los tobillos, yo soy un desastre, un verdadero desastre consumido por un vicio, un vicio que mata, un vicio que encanta, yo era un Ludópata y manteniendo mi lado ¨humilde¨ no tenía competencia alguna apostando. Comencé desde muy joven, es increible lo que una persona con algo de dinero y suerte puede llegar a conseguir. Mis padres nunca se han visto afectados económicamente por lo que mi mesada se veía invertida para mi juego de críos, mientras niños de mi edad jugaban a la pelota en el jardín, yo apostaba y ganaba dinero en las carreras de motos de manera anónima. Pocas personas conocen a lo que dedico mi tiempo libre, entre ellas, mi mejor amigo Adrián, mantener un secreto de tal nivel es duro, pero ambos salimos beneficiados. Nos conocemos hace cinco años y desde entonces nos cubrimos las espaldas mutuamente. En este tiempo disimular no ha sido un problema, mis padres rara vez entablan una conversación conmigo fuera del tema de salud o estudios, por lo que supuse hace mucho que mi vida privada les importa un comino, pero últimamente viven demasiado pendiente de mí, como si de repente las hormonas parentales se les hubieran despertados y ya ni siquiera mi hermano los pudiera distraer. Si seguían así pronto se darían cuenta de que la universidad me va de mal en peor y que mis notas van cayendo en picada. Tenía que impedirlo pero ¿Cómo? Iba a la escuela dos veces a la semana como mucho y aunque no se me daba fatal, no cogía un libro ni aunque me pagaran. Tengo 22 años, vivir a esta edad no es complicado, ya pensaré en algo cuando mi suerte se acabe y no haya terminado la carrera.

_Alan_sentí a mi madre tocando la puerta de mi habitación_Se te va a hacer tarde para la escuela. Vale, maldigo la hora en la que me quede a dormir anoche. ¿Ahora como le explico que no ire a la escuela? Bueno no se lo puedo decir obviamente.

_¿Me has oído?_grita mi madre_No puedes llegar tarde, anda de pie.

_Ya te escuché, relájate._Odio esta faceta de madre súper preocupada que posiblemente no sea más que un ataque repentino.

Fuera o no a la universidad necesitaba salir de esta casa cuanto antes. Me apresuré a vestirme y salir lo antes posible de la que era mi habitación cuando vivía aquí. Sí que tenía recuerdos por cada esquina del cuarto y mis ¨amigas¨los hacían aún más especial, pero ahora que lo pienso, perdí la cuenta de cuantas traje aquí.

Cuando baje ya listo para irme, note a mis padres sentados junto a mi hermano con el desayuno sobre la mesa. ¿Qué era esto? ¿Una especie de chiste? Ja, me río, que ridículo.

_Alan ¿No desayunas con nosotros?_menciono mi madre mientras dejaba los últimos platos en la mesa.

_No ya voy tarde.

_Oh vale, buen día, cariño. Ven más a menudo a dormir, te extrañamos en casa.

_Claro_ dicho esto salí lo más rápido que pude hasta llegar a mi coche. La verdad es que si Adrián ayer no hubiese llevado a su amada novia ayer al piso, yo no tendría que haber dormido aquí. Prefería verle la cara a mis padres diez veces a tener que pasar cinco minutos junto a esos dos. Y sí, no me importaba tener que ver como mi familia se ¨preocupaba¨ por mí.

Conduje hasta llegar al apartamento, con la esperanza de que al menos esos dos ya estén despiertos. Pobre de mís padres ¿Escuela? ¿Un viernes? Si claro, ya fui y regresé.

_Hola_menciono Adrián sin girarse a mí. La casa estaba ¿ordenada? Sorprendentemente recogida.

_¿Qué paso aquí?_señalé mi alrededor_¿Os levantasteis con espíritu de Cenicienta o qué?_bromeé

_Si, pero no te preocupes el encanto de la organización desaparece a las doce bonito_dijo un tono sarcástico_Por cierto Sarah se marchó temprano así que puedes dormir tranquilo lo que queda de mañana_se marcho a su cuarto dejándome con la frase entre los labios.

Por lo general cuando Sarah se quedaba a dormir la casa amanecía en condiciones desastrosas, pero por alguna razón esta vez estaba reluciente. Estoy empezando a creer que estos dos se entretuvieron anoche jugando a las casitas.

Me encerré en mi cuarto para tratar de descansar unas horas más antes de ir con Mario a recoger mis últimas ganancias. Como era de suponerse, la última carrera de motos que corrió mi competidor estrella la ganó, así la recompensa venía en números mayores. Mario lleva suministrándome el dinero de las apuestas que gano desde que cumplí la mayoría de edad para recibirlas en persona, aunque desde mucho antes él ya sabía que yo era ese jugador que se mantenía apostando en el anonimato. Hace unos años tomó el control del club y es el quién se encarga de todo ahí dentro e incluso lo ha remodelado bastante. Pocas veces me dejo ver por ahí, pero mañana había una carrera que no pensaba perderme por nada del mundo. Adrián me había comentado que competiría y la verdad es que si ganaba esto se pondría interesante.

Mis ojos se abrieron alrededor de las cinco de la tarde, es bueno saber que dije que solo dormiría la mañana. Me desperté y vi mi teléfono explotado en llamadas y mensajes. La mayoría eran de chicas que no entienden que su suerte de estar conmigo era solo para una noche, mientras que dos o tres mensajes eran de Mario diciéndome que ya estaba listo para recibirme.

Me alisté rápidamente y toqué la puerta de la habitación de Adrián como señal de que ya nos íbamos, este salió casi al instante y nos marchamos en mi coche.

_¿Estás preparado después de tanto tiempo para volver a correr?_pregunté sin quitar la vista del camino.

_Claro que si_dijo sin titubear su respuesta_¿Acaso te preocupa que salga herido Alancito?_ok, se estaba burlando de mí.

_Ya quisieras tú que me preocupara por ti_no pareció creerse mi tono serio por lo que me siguió jodiendo el resto del camino. Cuando aparcamos en el estacionamiento del club bajamos en busca de Mario, quien ya nos estaba esperando con una sonrisa en el rostro junto al resto de la pandilla.

_¿Qué pasa hombre? Cuanto tiempo sin verte la cara_menciono Mario saludándome y dedicándole esas palabras a Adrián, quien le dio un abrazo.

_Parece que tu nuevo corredor estrella se unirá nuevamente a la pista_dijo girándose a mí.

_Ya sabes lo que dicen, una buena apuesta nunca muere y Adrián es la mejor que puedo tener.

_Me alegra saber que solo me usas para ganar dinero_bromeó.

_Venga hombre sabes que también te utilizó para que friegues los trastes en casa_dicho esto todos nos comenzamos a reír a carcajadas. No es por el hecho de que Adrián sea mi mejor amigo y viva conmigo por lo que apuesto por él, sino porque tiene suficiente potencial como para hacernos ganar dinero a ambos sin la necesidad de esforzarnos tanto. Hace unos tres meses aproximadamente que lo dejó por motivos que aún no me ha dicho, pero sé que esta noche no tenemos oportunidad de perder.

Mario nos guio hasta su despacho e hizo un gesto para que tomáramos asiento, a continuación puso encima del escritorio una bolsa negra en la que estaba el dinero de mi última apuesta.

_Aquí tienes tu última apuesta, querido Alan. Cada vez juegas mejor. 

La Suerte de EncontrarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora