🦞 Capítulo 1

132 13 11
                                    

Cartagena de Indias, D.T. y C. – La heroica.

Angélique Paulette se hallaba en la ciudad acompañada de un par de amigas con el fin de disfrutar el poco tiempo que le quedaba como una chica soltera, pues, en exactamente veintitrés horas, cuarenta y tres minutos y cincuenta y nueve segundos contraería matrimonio con Marco Manrique, su novio desde que había iniciado los estudios universitarios.

«¡Una locura...!».

La expresión se coló de repente en medio de sus pensamientos mientras avanzaba por las calles colmadas de turistas procedentes de diversas partes del país y del mundo. Algunos vendedores ambulantes también se vislumbraban acomodados sobre la acera de las vías que recorrían y, en aquel momento, un coche comandado por un espléndido caballo se abría paso guiado por el que sería, tal vez, su propietario; un poco más atrás, descansando sobre los asientos del carruaje, una pareja disfrutaba del paseo.

Debido a la luna nueva que se acomodaba en lo alto del firmamento, la noche se percibía más oscura que lo habitual, aunque, se veía interrumpida por las lámparas que decoraban y cumplían su cometido alrededor de la ciudad amurallada.

La mano izquierda de Angélique, cuya muñeca se vestía de tres pulseras tejidas en hilo de diferentes formas y colores, buscó posada sobre el brazo moreno de una de sus amigas: Valentina. Ciñó sus dedos alrededor del antebrazo de la joven. El brillo que resplandeció desde el diamante que decoraba su dedo anular ocasionó que su mirada se detuviera en este y, en un acto rápido y disimulado, retiró el anillo, procediendo a tirarlo en el bolso que colgaba de su hombro.

Una sonrisa malévola con un toque de alegría se dibujó en sus labios al tiempo que pasaban de una calle a otra, encontrándose en aquella esquina con un restaurante-bar que captó la atención de las chicas de inmediato. La curiosidad las llevó a acercarse y a observar la escena con detenimiento. Un grupo cuantioso de mujeres se encontraban aglomeradas alrededor de la puerta principal; algunas rogaban y otras exigían que las dejasen pasar.

Con amplia destreza, Valentina, se aventuró dentro del tumulto con el objetivo de indagar los motivos por los que aquellas mujeres hacían tanto alboroto, entonces, uno de los guardias de seguridad le informó los acontecimientos que se llevarían a cabo esa noche: una presentación de una banda de origen británico, de un ritmo que podría considerarse como pop-rock y denominada como «I'm broken» tocaría más tarde. Para Angélique, Valentina y María José, aquella banda resultaba desconocida; no obstante, coincidieron en que sería una experiencia interesante y diferente el disfrutar del dichoso espectáculo en su última noche en la ciudad. De esa manera, pidieron hablar directamente con el administrador del establecimiento mientras las revolucionarias mujeres las fulminaban, asesinaban y sepultaban con la mirada.

—Lo lamento. No me quedan entradas disponibles —explicó el sujeto en cuanto las chicas expusieron su deseo—, pero... puedo acomodar una mesa V.I.P. para ustedes, por una buena suma —les propuso, estirando los labios en un evidente intento fingido por parecer agradable, después de que sus habilidosos ojos repararan los ropajes de alta costura que vestían y, las pocas, aunque finas joyas que adornaban los tres cuerpos.

De inmediato fue increpado por la que sería la mayor del grupo, pero en apariencia, la más joven: María José. En aquel cuerpo menudo, cuya altura no sobrepasaba el metro con cincuenta y nueve, y la delgadez era tal, que los huesos de la clavícula se marcaban en su piel quedando en evidencia por causa del vestido violeta escotado de tirantes, se albergaba un terrible temperamento aguardando por la más mínima oportunidad para escapar.

—¿De cuánto estaríamos hablando y por qué tanto? —indagó con voz áspera, el rostro serio y la mandíbula tensionada—. Estoy segura de que pedirás más del triple de lo que costaba una entrada V.I.P. normal. ¿Acaso nos viste caras de estúpidas? Ni pienses que porque somos tres mujeres solas y...

Mi media langostaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora