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Capítulo 4: Un destino ya escrito

La noche había caído sobre el instituto, sumiendo a todos en un sueño placentero, excepto a Rin, quien estaba atrapada en un sueño inquietante.

Una lágrima caía en lo que parecía ser un lago, aunque en aquel espacio oscuro no había nada más. Se podía distinguir a una pequeña niña llorando en silencio. Cuando alzó la mirada, ella era la única fuente de luz. Sus ojos, de un verde esmeralda profundo y hermoso, irradiaban pureza. Observó su reflejo en el lago, notando que su vestido blanco ahora tenía un matiz distinto y ella misma se veía más mayor. En un instante, su cuerpo cambió. Sus ojos se volvieron rojos y sintió algo ardiente recorrer sus venas, un calor que comenzó a quemarla desde dentro, provocándole un intenso dolor de cabeza. Emitió un grito desgarrador, sujetando su cabeza entre las manos. Sus ojos se oscurecieron gradualmente hasta convertirse en un profundo negro, y la oscuridad que la rodeaba se quebró, transformándose en una luz blanca cegadora.

 Sus ojos se oscurecieron gradualmente hasta convertirse en un profundo negro, y la oscuridad que la rodeaba se quebró, transformándose en una luz blanca cegadora

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Rin despertó de su sueño abruptamente, con el corazón palpitando con fuerza y el sudor perlado en su frente. Se sentó en la cama, tratando de recuperar el aliento y sacudiendo la cabeza para despejar las imágenes de su mente. La habitación estaba sumida en la oscuridad, solo iluminada por la débil luz de la luna que se filtraba por la ventana. Respiró profundamente, intentando calmar los latidos frenéticos de su corazón mientras se esforzaba por comprender el significado de aquel sueño perturbador.

—Tranquila, querida —dijo Yuta con voz calmada mientras la abrazaba por los hombros, reconfortándola, y la atrajo hacia él de manera reconfortante—. Solo fue una pesadilla. —Plantó un beso en su frente.

—Se sintió tan real —respondió Rin, observando su reflejo en la luz lunar que se filtraba por la ventana.

—Solo fue un sueño. Estoy aquí para protegerte —murmuró Yuta mientras acariciaba su mejilla—. Nada te hará daño mientras yo esté aquí. —Selló sus labios con un beso casto, y ella cerró los ojos en correspondencia.

Rin se aferró al abrazo de Yuta, sintiendo su presencia reconfortante y el calor de su cuerpo. A pesar de la sensación inquietante que persistía en su mente, la cercanía de Yuta le brindaba cierta tranquilidad. Inspiró profundamente, dejando que la calma se apoderara lentamente de ella mientras se sumergía en el afecto de su compañero. Con un suspiro de alivio, cerró los ojos, permitiéndose dejarse llevar por el consuelo que le ofrecía Yuta, confiando en que juntos podrían superar cualquier obstáculo que se interpusiera en su camino.

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Cuando Rin nació, todo el palacio sintió un estremecimiento. Había llegado al mundo una criatura imbuida de un poder tan abrumador que obligaba a cada rincón del reino a postrarse ante su presencia. Aunque hoy, siendo adolescente, Rin había aprendido a controlar su poder, hubo un tiempo en el que tuvo que someterse a arduos desafíos para dominarlo y contenerlo.

TGOD | SesshxRinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora