Otro día de mierda comenzaba. Minho escuchó el repetitivo sonido de su reloj digital sobre la mesita de noche y le dieron ganas de lanzarlo al suelo. Lo apagó casi de un puñetazo y se levantó con pereza de la cama. Llegó al baño arrastrando los pies y se detuvo frente el espejo, logrando ver del otro lado a un chico bastante demacrado.Su cabello estaba alborotado, cayéndole por la frente y obstruyendo parcialmente su vista. Tenía enormes ojeras debajo de los ojos, seguramente por pasarse toda la noche llorando. Aquel ya no era solo el reflejo de alguien recién levantado, también era la viva imágen de un adolescente que se encontraba cada vez más roto, tragándose su sufrimiento en soledad.
Se inclinó abriendo la llave del lavamanos para recoger un poco del transparente líquido y arrojárselo en la cara. Se quedó un rato más allí, sentado en el retrete pensando en como enfrentaría a sus padres una vez que saliera. No había hablado con ellos desde lo sucedido, tampoco quiso cenar después de eso. Además, su padre estuvo molestándolo mientras golpeaba la puerta de su habitación pidiéndole que abriera.
Minho hizo su aparición en la mesa, donde los mayores se encontraban desayunando. En silencio fue hasta tomar una silla para sentarse, y luego, de lo más relajado, se servió un poco de jugo de naranja mientras sus progenitores observaban todo en silencio.
---Minho... tenemos que hablar ---dijo la fémina. Quedó muy afectada después de ver a su hijo auotolesionándose, por lo que aún estaba buscando la manera adecuada para tratar ese asunto.
---Buenos días, ¿no? ---mencionó sin mirar a la mujer, bebiendo de su vaso desinteresadamente.
---Cuidado como le hablas a tu madre --- el señor Lee le llamó la atención, a lo que Minho respondió haciendo una mueca.
Poco a poco estaba hartándose de la actitud del muchacho, pues siempre era la misma ante cualquier situación. Se preguntaba en cual de los aspectos dentro de su crianza había fallado para que ahora se comportara como un mocoso. Un hombre que se desvivía por el menor no merecía un trato así. Quería lo mejor para su hijo, o al menos lo que creía que era bueno para él.
---Irás a ver un psicólogo ---soltó sin más. Minho lo miró sorprendido y enajodo al mismo tiempo.
---O sea, ¿qué ya lo decidieron por mí? ---dirigió la mirada a su madre pero esta se quedó callada, dándole a entender que así lo habían hecho---. Es increíble... ---sonrió como si se tratara de algo gracioso.
---Mañana tienes la primera consulta.
---No iré a ver a ningún psicólogo ---dijo con firmeza.
---Irás, sí. Tienes un problema que debe ser tratado ---alzó la voz su padre.
---El problema aquí son ustedes ---dio por terminada la plática y se retiró retornando a su cuarto.
Cuando estuvo listo para la escuela, se encontró con la desagradable escena de su padre esperándolo dentro del auto para llevarlo. Prefiría mil veces ir en transporte público como lo había hecho ayer a tener que compartir el viaje con semejante hombre insoportable.
---¿Qué estás esperando?, entra ya.
---Sí señor Lee ---respondió, tirando fuertemente la puertra al momento de cerrarla.
---Te voy a pedir de favor que te comportes.
---Está bien, solo asegúrate de mantener la boca cerrada. ¿Puedes? ---el mayor suspiró mientras arrancaba el auto.
---Será como quieras, Minho.
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Para Hyunjin los sitios públicos eran estresantes. Por supuesto, el instituto estaba incluido en su larga lista, aunque si anhelaba llegar a ser alguien en la vida, entonces debía de aguantar hasta el último año, luego solo le quedaría pasarse la universidad. Quería estudiar artes y su madre trabajaba duro para ayudarle a cumplir ese sueño.
Se desplazó a lo largo del pasillo, agarrando las correas de su mochila sin mirar hacia los lados. Abrió su casillero para tomar unos libros que necesitaría para la primera clase, pero al momento de darse la vuelta chocó con alguien que había estado de cerca observándole, cosa que Hyunjin no había notado. Era él, el chico de la azotea.
---Lo siento ---dijo a la par que se agachaba a recoger los libros del pelinegro, los cuales debido al impacto habían terminado en el suelo. Se los devolvió y aprovechó para disculparse nuevamente.
---No pasa nada ---habló Hyunjin. Su voz era suave y de un tono muy bajo.
---Tomamos el mismo autobús ---soltó de repente el contrario.
---¿Eh?
---Tú no me viste pero yo a ti sí. Es curioso que luego nos encontráramos cuando... ya sabes ---no necesitaba explicarlo, Hwang sabía perfectamente a que se refería---.Tenías razón, era una completa locura ---comenzó a hablar mientras caminaban---. Existen mejores formas de suicidarse que esa ---sonrió.
A Hyunjin le pareció extraño que hablara sobre el asunto con tanta naturalidad, parecía tener tan normalizado el suicidio como si ello no fuera un tema bastante delicado. Asentía incómodo a todo lo que el castaño iba diciendo, le comentaba sobre lo fastidioso que era su padre y cosas así. Que por culpa de este último había peleado feo en casa, etcétera. Si no le ponía frenos terminaría contándole su vida entera.
---Mmh, oye ---el más alto se detuvo---, debo ir a mi clase ahora.
---Claro. ¿A qué curso vas?
---Se-segundo.
---Igual yo. ¿Y tu salón es...? ---Hwang no entendía a que venía tanto interrogatorio.
---El 3-B ---respondió extrañado.
---¿Crees que podamos vernos en el recreo?
Hyunjin se estaba tardando en responder. El chico no parecía ser una mala persona, pero conversaba mucho y además era muy espontáneo para su gusto. No se veía capaz de manejar eso, pues sus personalidades eran totalmente opuestas.
---Tal vez, no lo sé. Tengo que trabajar en algo ---puso como excusa.
---Entiendo. Bien, entonces... nos veremos por ahí.
---Sí, hasta luego ---Hyunjin se dio media vuelta, pero antes de poder avanzar lo suficiente, el más bajo lo detuvo por el brazo.
---Espera, no me has dicho como te llamas.
---Tu tampoco lo has hecho ---mencionó, a lo que el castaño terminó sonriendo.
---Lee Minho, ese es mi nombre.
---Hwang Hyunjin ---dijo el pelinegro.
En ese instante dejaba de ser el "chico suicida" o el "chico de la azotea", ahora ya sabía como llamarlo.
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𝐂𝐢𝐭𝐚 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐮𝐧 𝐒𝐮𝐢𝐜🆇𝐝𝐢𝐨!!🩸_Hyunho
FanfictionHyunjin: Prómeteme que no te irás sin mí -el pelinegro tomó el brazo del contrario y lo miró directo a los ojos-. Prométemelo, Min. Minho: ¿Cómo podría dejarte atrás?. Pronto nos iremos a descansar, tu y yo juntos. Lo prometo -el castaño sonrió, dán...