Bendito tormento 2/2

12 2 9
                                    

Un mes, solo habían pasado 30 soles desde aquella noche extrañamente ventosa, como si hubieran anunciado el comienzo del verdadero infierno en ese pobre pueblo azotado por el odio de un Dios y la liberación de una alma de la noche que la mantenía cautiva un ser codicioso que ya no tiene salvación alguna.

Yaka, quien había conseguido de milagro escapar de aquel lugar, había vagado siguiendo la ruta del río, con un solo objetivo, encontrar el pueblo de sus antepasados. A pesar de que muchos dijeron que era imposible, debido a que no quedaron ningún rastros, en su familia, se pasó un legado en forma de leyenda, contando que "las sietes hermanas del cielo tomaron forma de palomas y guiaron a una joven diosa cansada y angustiada por la miserable vida que pasaba su pueblo en ese momento. Temiendo por la vida de su gente, entre lágrimas pidió ayuda a las hijas amadas del Dios del rayo, ellas respondieron y la guiaron por un camino árido y sin vida a un gran cráter donde en el centro se podía ver a una estrella caída casi sin su brillo, la diosa al verla no dudo ni un segundo y fue a su lado.
Ya no podía hacer nada, su tiempo de vida estaba llegando a su fin, cómo toda luz, en algún momento debía apagarse, para dar lugar a otra y brille con su propia intensidad. Pero que solitaria y amarga es la muerte de las estrellas, tan silenciosas y sombrías, cayendo en un lugar tan árido cómo lo es el desierto. Por ese motivo la diosa utilizo su gran poder y transformó aquel cráter en un gran oasis lleno de vitalidad. Al ser un poder tan puro, todo a su alrededor fue afectado, transformando la arena en tierra y a su vez, marcando el camino de vegetación haciendo que en poco tiempo los árboles,flora y fauna diera lugar en lo que era antes un lugar sin vida. Entonces lo decidió, aquel lugar sería la salvación de su pueblo y el descanso de muchos otros.
Así fue el comienzo del gran pueblo Lunare y lo que fue alguna vez el lugar de un oasis, el gran lago del descanso de las estrellas.

Sin lugar alguno, esa gran historia es el mapa para llegar al pueblo que tan desesperada mente desea llegar Yaka, ya que se encuentra la clave para despertar del sueño eterno de la Diosa y pedir su ayuda para matar se una vez por todas al bastardo de Seik, el actual gobernante y dueño de su ira y pesadillas. En ese largo mes, su recorrido fue interminable, ocultando su cabello y ojos a los demás, tratando de pasar de incógnito entre los guardias que la buscaban tan desesperados. De día descansaba en alguna casa abandonada, sobreviviendo a base de frutos y pescado robados. En muchas ocasiones casi la atrapan debido a su agotamiento psicológico y físico, al igual que las heridas que no lograron sanar correctamente.
Al llegar la noche, ella retomaba su camino, siguiendo la dirección que apunta la constelación de las siete hermanas, con la esperanza que la historia sea cierta.

A medida que llegaba al final del territorio, la escasez de alimento y agua se hacía cada vez más evidente, la pobreza llegaba a tal punto de que muchos de los habitantes morían a las afuera de las viviendas, jóvenes, adultos, ancianos e incluso el ganado o los pocos animales que quedaban, tenían el mismo destino. La ignorancia de su Rey hacía los demás pueblos que no fuera en el que él yacia llevo a su propia perdición.

La impotencia de Yaka por no poder hacer nada era casi insoportable, haciendo que su odio creciera hasta tal punto de cegarla, y prometiendo que pagaría cualquier precio, incluso su vida con tal de darle muerte a ese hombre.
Al dar la bienvenida a la primera noche del siguiente mes, ella por fin llego al final del territorio, en ese momento las hermanas brillaban de manera inusual, su resplandor era más evidente, como si se prepararán para un evento que esperaron por décadas. Yaka, elevó su vista hacia ellas y guiándose por el instinto y dejando salir toda su ira y dolor dijo lo siguiente.

- ¡Por favor, hermanas del cielo, palomas que guían a los viajeros, escuchen mi desesperado llamado! - Dijo entre lágrimas y casi gritando.
- ¡ Tengan piedad de mí pueblo!, de mí gente, de  mí alma cansada, tengan la misericordia de guiarme al pueblo del descanso para salvarlos y salvarme.. - lo ultimo lo dijo casi en un apena entendibles susurro, ya que a medida de que imploraba sus piernas no pudieron soportar su peso y se dejó caer a la arena que aun mantenía el calor del día.

Mil PensamientosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora