1. Tu fan número uno

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Miércoles 31 de octubre 2018, Seúl, Corea del Sur.

Podía ver la resignación en los ojos de su padre cuando hablaba diciendo que un hijo de su amigo lo había llamado para invitarlo a la fiesta de Halloween pero él ya se había encargado de decirle que no, como siempre.

—La vida pasará rápido frente a tus ojos y no podrás detenerla cuando te des cuenta, hijo.

Dicho aquello cerró la puerta tras su espalda dejándolo completamente solo en su habitación y sumergido en una oscuridad profunda. Estaba sentado de piernas cruzadas y espalda erguida sobre la cama como si estuviese meditando, el olor a incieso de lavanda lo ayudaba a relajarse y de paso darle un buen aroma a uno de los espacios más importantes de su vida.

Era cierto, no iba a ir a la fiesta de una persona que no conocía del todo y menos un lugar donde hubiesen muchas personas reunidas, porque apostaría su mano a que terminaría encerrado en un baño llorando con un ataque de ansiedad, cuestionándose porqué era tan patético. ¿Psicólogos? Muchos, pero nadie parecía importarle demasiado, incluso una vez visitó uno a la edad de 12 años que le dijo que sólo era un niño malcriado que quería llamar la atención.

—Hijo de puta —murmuró con su voz suave de siempre.

¿Cómo iba a querer llamar la atención cuando era feliz siendo invisible al ojo humano?

Podía ir al supermercado o caminar en la calle siempre y cuando fuera por breves minutos, pero antes era peor, mierda, antes apenas se atrevía a sacar la cabeza de la casa sin observar constantemente a su alrededor pensando que alguien lo golpearía.

Tenía recuerdos vagos de que las cosas no fueron así todo el tiempo, de que sonrió en reiteradas ocasiones, de que jugaba en la caja de arena del parque con otros niños ¿Habría tenido tres o cuatro años? Después las cosas se volvieron grises cuando una noche escuchó golpes fuera de su habitación mientras sostenía sus legos, los gritos de su madre eran cada vez más altos, estaba discutiendo con su padre. ¡¿Se estaban golpeando?!

Esa noche con cautela abrió la puerta de su habitación y el escenario que pensó que vería era al revés. No era su madre quien estaba convertida en un ovillo contra la pared, era su padre, quien la miraba con los ojos llenos de lágrimas y permitía que la mujer le golpeara y gritara todo lo que pudiera.

—Y nunca te defendiste —susurró.

Con el paso de los años las peleas se hicieron constantes, a los siete Felix dejó de ir a la escuela para recibir clases particulares en la casa de su abuela paterna, a los diez su padre se enfrentó a juicio donde la mujer lo había acusado de violencia intrafamiliar, pero fue su testimonio como hijo de ambos la clave para que no lo detuvieran: su padre jamás le había puesto siquiera un solo dedo encima, es más, siempre permitía que ella abusara de él para no hacer el caos aún mayor.

Después de eso la situación se revirtió, su madre perdió la custodia pero no fue detenida, en cambio se le puso orden de restricción para acercarse a ambos. Nunca más la volvieron a ver, la última noticia que tuvieron de su persona fue que se había ido a América y que estaba formando una nueva familia.

Quizás por ello tenía fobia social, se acostumbró a esconderse abajo de la cama cuando habían peleas, a no interactuar con otros niños y a recibir clases particulares hasta el último año de escuela.

—Hijo —su padre se asomó por la puerta —saldré con la señorita Stonem ¿Estarás bien?

No pudo evitar sonreír cuando le vio hacer lo mismo, su padre estaba rehaciendo su vida hace un año, aunque lo negara con las mejillas sonrosadas.

"Sexual Writer" (adaptación hyunlix - Stray Kids)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora