13. Encaje de melocotón

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"Hijo"

Maldición, aquella palabra sonaba completamente desagradable en la voz de aquella mujer, porque en la de su padre era un recordatorio positivo que le pertenecía en sangre a alguien. Quizás pasaron muchos latidos o segundos en los que se miraron el uno a otro, no pasaban personas cerca, no caían hojas, no corría viento, Felix descendió la mirada a su brazo donde la mujer seguía agarrada y con el poco valor que tenía lo movió hacia abajo para dejar de percibir el calar de aquella mano.

Se sentía muy mareado y con ganas de gritar y correr hacia cualquier dirección con tal de no tenerla cerca pero, de pronto recordó a su padre, el daño que esa mujer le había hecho, lo inseguro que también lo había vuelto y el deseo por acabar con ello le dio un poco de valentía. Bien, no era el niño que se escondía bajo la cama, él podía hacer esto ¡ÉI podía! ¿Él podía?

—NO me digas hijo, yo no soy tu hijo —murmuró con la voz lo más masculina posible pero falló en el intento, salió como un suave tono.

—Es innegable que eres parte de mi sangre, te pareces a mí y no a tu padre —se ajustó el abrigo al cuerpo antes de seguir hablando, la diferencia de altura era de al menos 20 centímetros— he viajado desde América para enfrentarme a mis errores, quiero... quiero que me escuches.

—Tardaste diez años ¿NO? —no quería llorar, quería ser fuerte para imponerse pero Felix era un hombre emocional así que era imposible no estar parado con los ojos húmedos como un cachorro castigado— no quiero hablar, déjame por favor.

Retrocedió dos pasos pero ella avanzó tres, descansó sus manos en las solapas del abrigo que llevaba puesto y frunció el ceño, un gesto simple pero que disparó a la velocidad de un chasquido cada uno de sus latidos.

¿Y si ella lo golpeaba? ¿Y si no volvía a ver a su padre?

Ejerció solo un poco de fuerza para imponer la autoridad que no le correspondía y con eso mismo lo llevó hacia la banca más cercana para tener una conversación "relativamente normal". Felix se odió a sí mismo, su mente luchaba para que reaccionara mientras que su cuerpo se dejaba guiar.

Sintió deseos de llorar ¡Cuán patético era!

—¿Tienes frío? ¿Quieres ir por un poco de café? —su tono de voz era calmo, persuasivo, cualquiera podía caer ante él si no tenía las agallas para enfrentarse— no sabes cuanto he esperado esto, hijo yo siempre, siempre quise hablarte pero no tuve el valor yo... —acariciaba el dorso de su mano derecha, Felix estaba quieto como una estatua de hielo— tengo que admitir que cometí muchos errores, que tardé en darme cuenta que eras tú el único que valía la pena, que al inicio no te quise como debía y que cuando lo supe ya era demasiado tarde, tu padre no nos dejó encontrarnos.

Felix miró la mano de ella, endureció la mandíbula y volvió a mirarla fijamente.

—¿Q... qué es lo que... quieres?

—Quiero Ser tu mamá, quiero... quiero poder entrar en tu vida y darte todo lo que no pude darte antes, Felix, dame esa oportunidad, allá en Estados Unidos tienes dos hermosos hermanos que... que estarían contentos de verte.

Sus ojitos se cristalizaron y sus labios se formaron en algo parecido a un puchero mientras sostenía las rodillas en un puño y la pena carcomía su corazón. Qué fácil era para ella creer que podía hacer esto, entrar en la vida de una persona de forma invasiva y expresar palabras sin medir cuanto podían dañar.

Haenga hablaba de una familia, de hermanos que lo esperaban ¿Ellos tendrían la suerte de sentir una madre cariñosa como él jamás la tuvo? ¿Tenían una infancia sana a diferencia suya?

Sintió que se encogía, ella había hecho su vida de nuevo, salió del país, encontró un hombre, parecía feliz con ello pero ¿Sabrían esas personas que había dejado en Corea una familia destruida?

"Sexual Writer" (adaptación hyunlix - Stray Kids)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora