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Regresó a su casa con un profundo dolor en el pecho.

La ciudad de pronto era muy luminosa, muy ajetreada y tuvo que detener su scooter en más de una ocasión, a la orilla del camino, para tomar aire y continuar.

Al llegar a casa simplemente dejó caer su mochila en el suelo de la estancia, se quitó los zapatos y se escondió bajo las mantas hasta la mañana del día siguiente.

El sonido del timbre hace a la mujer bajo la manta abrir los ojos con pereza, su cuerpo se siente pesar una tonelada y su estado emocional no es precisamente el mejor. Después de todo, terminar el día en junta con una madre de familia, una jefa exigente, que le exige a base de gritos, amenazas y críticas a su ética laboral llamar a Servicios sociales y un mensaje de texto de su novia terminando su relación, no era algo que a Hanni le emocionara.

Se sacude las mantas de encima, se saca la camiseta y patea sus jeans a cualquier lado de la habitación. Del closet toma un par de shorts deportivos y una camisa deslavada de su fraternidad en la universidad.

El timbre en los pasillos de su pequeño departamento es acompañado de pequeños golpecitos en la puerta y un "Tía" insistente de voz de su hermana mayor, seguido de un "foo" vocalizado apenas por su pequeño sobrino.

Hanni se asoma a la puerta al abrirla, apenas visibles su cabello y sus ojos. Un pequeño de dos años se cubre la boca, su madre da un brinquito de sorpresa y le habla la oído a su hijo.

— ¡Ups! ¿Tía Nini, eres tú?

Hanni niega con la cabeza y hace una voz más grave.— No, soy el monstruo come bebés.

Beomgyu se tapa los ojos con sus manitas y grita, apenas fuerte.— ¡Boshtro feo!

Rei se ríe y hace ademán de espantar al "Monstruo", haciendo "¡Shu, Shu!" Con su hijo en brazos. Hanni cierra la puerta de nuevo y finge un grito agonico, para volver a abrir la puerta, con los brazos abiertos y una enorme sonrisa

Su sobrino se lanza a sus brazos y le llena la cara de besos, apenas puede vocalizar el nombre de su tía entre beso y beso y la joven profesora los recibe con gusto.

— Que sexy pijama, hermanita —Rei entra al departamento, cerrando la puerta tras de sí.— Así seguro Yunjin te pide matrimonio pronto.

La castaña baja al pequeño al piso, con cuidado de dejarlo de pie correctamente. Se pasa una mano por el desordenado cabello, en contraste al bien peinado de su hermana, y deja sus dedos entre las hebras.— Terminamos ayer...

Rei abre la boca sorprendida y se apresura a estrujar entre sus brazos a su hermana, que es más pequeña a diferencia de ella con sus tacones altos.— Oh, mi bebé, odio que pases por algo tan terrible sola —le sostiene las mejillas y Hanni hace puchero.— ¿Quieres que parezca un accidente?

Hann se suelta a reír con ganas y abraza a su hermana de vuelta.— Eres asombrosa.

— Es mi trabajo serlo, tú saliste bastante insulsa.

Hanni gira los ojos y golpea suavemente el hombro de su hermana.— Yah, era demasiado bueno para ser cierto...

Ambas se dirigen a la cocina, Rei lleva en brazos a su pequeño y lo acomoda en la silla alta que tiene Hanni en casa cuando debe hacer de niñera, ya sea porque ambos padres tienen mucho trabajo; Hoshi en el estudio y Rei en el hospital, o porque quieren un poco de privacidad matrimonial.

Hanni prepara la tetera y pone agua a hervir para el biberón de su sobrino. Se recarga en la barra que divide la estufa y el lavabo y observa como su hermana le pone el cinturón a su hijo, mientras el bebé le jala los aretes.

— Vas muy guapa, unnie ¿Saldrás a algún lado?

— En realidad, he venido por tí —Rei se acomoda los pendientes de perlas en sus lóbulos y le sonríe a su hermana.— ¿Sorpresa?.

Hanni suspira y baja la cabeza, rendida, porque sabe que su hermana no conoce una negativa y seguramente ella misma la meterá a rastras a la ducha con tal de sacarla perfumado, y por lo visto, trajeada de su departamento.

— No otra de tus fiestas de personal, por el amor de Dios. La última vez quisiste emparejarme con una proctóloga.

— ¡Imagina las posibilidades, Hann!

— Todavía mantengo fe en ser adoptada.

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La reunión misteriosa resultó ser una boda de la prima de Hoshi. A decir verdad, una muy bonita y con muchas flores preciosas, de la florería Sunshine, según leyó una tarjeta dentro del centro de mesa.

Wonyoung resultó ser totalmente familia de Hoshi. Una hermosa mujer de caderas pequeñas y piel lechosa pulcramente tatuada por su primo, que lució un vestido de falda corta y un precioso ramo de rosas rojas camino al altar. Hoshi pasó toda la ceremonia civil mencionando lo increíble que lucían los tatuajes en su prima, y Rei la otra mitad pellizcándole el brazo para que se callara.

El padrino fue el mismísimo tatuador y su discurso fue estupendo.

— Cuando conocí a Seunghan estaba tan borracho que no recordaba por qué le había abierto la cabeza con una botella —algunos de los invitados, seguramente testigos del hecho rieron  cómplices. Tipos rudos y grandes con barbas y tatuajes, pero tremendamente agradables y amables.— Recuerdo, que nos llevaron a la clínica donde mi prima hacía servicio social como practicante y Seunghan quedó tan prácticamente enamorado de su dulce enfermera que tuve que golpearlo de nuevo al salir. Wonyoung siempre fue tan paloma blanca, tan bondadosa, y trató a ese tonto tan bien que logró que el hombre se casara con ella —Hoshi señala con su copa al matrimonio, se ríe ante el recuerdo y se abraza.— Tuve el honor de tatuar su fecha de aniversario en sus costillas y pecho, y les dije, que si se separaban, yo no me hacía responsable de una mierda además de otro botellazo —bebe un poco de su copa y toma aire.— Me hace muy feliz, que no tuve que volver a golpearlo jamás, y hoy, puedo bendecirlos en su matrimonio...

Hanni sonríe al ver a su hermana limpiar una lágrima de su mejilla, pues su mejor amiga se cada y es su esposo quien dirige el discurso, partiendo de la extraña noche donde las dos parejas se conocieron.

— Les deseo todo lo hermoso que yo he vivido casado, primos —Hoshi alza su copa y todos los presentes siguen el brindis.— Salud, por una increíble mujer, por mi hermana, este imbécil con suerte y su matrimonio.

— ¡Salud!

Beomgyu cayó dormido a las once y Rei bailó un vals junto a su esposo, mientras Hanni se dedicaba a jugar con una tarjeta de una florería entre sus dedos.

El mejor lugar para estar después de una ruptura, definitivamente no es una boda, pero el destino siempre nos sorprende y Hanni, no fue la excepción.

— Profesora, que agradable sorpresa.

una nueva novia para mamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora