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Cambios.

A Minji no le gustan los cambios, a pesar de ser una adulta responsable que debe, debería de hecho, darle el mejor ejemplo a su hija, buscar siempre su bienestar y felicidad, aunque en ocasiones y como esta no puedan ir de la mano y tenga que esperar sentada en el suelo, recargada en la puerta del baño, dónde del otro lado su pequeña no ha dejado de llorar desde que le dió la noticia.

— Princesa... Por favor —le sale ronca la voz, con el peso del mundo entero aprisionando su pecho.

Yoonchae, del otro lado, no responde más que pequeños hipidos, sentadita en la tapa del retrete, mientras se jala con insistencia las mangas de su suéter. Jamás había llorado tanto y le duele la cabeza, pero le duele más su corazón, porque mamá fue mala con ella al enviarla a una nueva escuela fuera de Eunchae, Ni-ki, Kyujin, Minjeong y la señorita Pham.

No más fila del tren, ni canciones bonitas, no más almuerzo compartidos con Eunchae no jugar escondidas con Kyujin, ya no podría dibujar con Taehyun ni pedirle a la señorita Pham sus crayones bonitos. Esa nueva escuela era grande y fea, con un patio aburrido y señoras de vestidos negros con algo sobre sus cabezas que parecía una cortina. Llevaría un feo uniforme azul y no podría vestir como quisiera, llena de colores.

Mamá ya no la llevaría a la escuela ni podrían viajar juntas, porque alguien ahora tenía el bonito auto de su madre, porque Minji tuvo que venderlo para pagar la hipoteca del departamento y conseguir un empleo de ingresos comprobables, irónicamente en una agencia automotriz. No pensaba volver a facturar impuestos ajenos en todo lo que le quedara de vida.

La segunda audiencia con Jungwon había resultado bastante mal, después de que él insistirá en que podría darle una mejor vida a la niña y que crecería bajo el seno de una familia "normal". Jamás olvidará la mirada despectiva que le dió a Hanni antes de salir de ese juzgado de la mano de su esposa, no tampoco todo lo que gritó Hanni una vez Yoonchae no podía escucharlas, en el jardín de Jiwoo.

En esta etapa, se encuentra sola, pues no ha podido encontrar oportunidad de hablar con la profesora, su soporte más fuerte junto a su madre. Entre el horario de Hanni y su búsqueda de empleo, entrevistas y entrega de currículos, apenas podían hablar por teléfono en las noches, mayormente en voz baja porque Yoonchae duerme en la misma cama que ella. Quizás, sea por el hecho de llevarlo sola, que le duele tanto separar a su pequeña de sus amigos, para llevarla a una escuela pública donde podrá estar en horario completo, mientras ella trabaja.

Después de minutos de silencio, Yoonchae por fin abre la puerta. Su carita encharcada y ojitos rojos, mientras sujeta con una mano el pomo de la puerta y con la otra se limpia la nariz.

Minji se mantiene en silencio, mirando a su hija hipar en silencio, con la manga del suéter sobre su nariz. Yoonchae mira hacia el suelo, apretando sus dedos bajo los calcetines.

— Lo siento... —Yoonchae se limpia los ojos, un puchero en sus labios.— Lo siento... —y echa a correr a los brazos de su madre incada en el suelo, mientras llora sin freno sobre su hombro.

Minji le sostiene la cabeza con cariño, calmando a su hija con quedos "shh" que tratan de tranquilizar su llanto.

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— Cuenta con piloto automático, además de soporte en las llantas, que aminora el impacto y desgaste ofreciendo así una-

— No, no me gusta —la rubia mujer de labios rojos, se hace rollo un mechón de cabello, mientras mira con aburrimiento a su esposo detrás de ella.— Mi amor, busca otro para mí. Este es feo.

Nueve, nueve autos entre camionetas y convertibles a rechazado la señorita y a Minji poco más se le crispan los nervios. Ha pasado las últimas dos horas tratando de convencer a esa mujer, a quien parece que nada le gusta.

una nueva novia para mamáDonde viven las historias. Descúbrelo ahora