VI | Un regalo especial

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Estar en Dubái no fue tan divertido como Namjoon anteriormente le había dicho, sobre todo cuando se trataba de trabajo

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Estar en Dubái no fue tan divertido como Namjoon anteriormente le había dicho, sobre todo cuando se trataba de trabajo. Tener que lidiar con un contrato que se veía bastante inalcanzable ante sus ojos no fue fácil, es más, no pensó que conseguiría tener la labia suficiente como para convencer a los socios árabes de cerrar los negocios con un apretón de manos y los documentos finalmente firmados.

Gastó una semana de su vida aceptando invitaciones a reuniones, a pequeñas celebraciones sin importancia alguna y, por último, a partidos de golf que le aburrían de sobremanera. Él no tenía interés en ello, tan sólo quería largarse de vuelta a Los Ángeles y nunca más negar las obligaciones de Namjoon para hacerlas él, porque claramente, no tenía la confianza, ni la labia suficiente como para poder conseguir lo que su mejor amigo hacía con exagerada facilidad. En momentos como estos se daba cuenta lo imprescindible que era Namjoon en ROYAL y se sentía aliviado de tenerlo como su mejor amigo, prácticamente hermano.

Actualmente, se encontraba saliendo del aeropuerto con intenciones de dirigirse hacia su departamento sin algún tipo de impedimento que le detuviera. Lo invitaron a hospedarse más días en el Hotel de Dubái, pero respetuosamente desechó la idea. No podía aguantar un día más y realmente necesitaba volver a casa y trabajar en lo que de verdad le apasionaba, lo demás se lo dejaba a Namjoon, quien gustoso lo aceptaba.

Ni siquiera se había dado el tiempo suficiente para vestirse como generalmente lo hacía. Se sentía a gusto vistiéndose de esa manera tan informal, pero le incomodaba el ver las tantas miradas intensas que las personas le daban por llevar unos vaqueros rasgados, una sudadera  y unas zapatillas deportivas de color blanco. Era alguien expuesto al público, bastante conocido por todos y famoso debido a la popularidad que aumentaba cada día más en ROYAL; sin embargo, vestir elegantemente la mayoría del tiempo no le hacía mucha gracia.

—¡Taehyung! —nada más escuchar aquella exclamación, sus guardaespaldas entendieron que no debían entrometerse y decidieron apartarse para que finalmente el pequeño cuerpo se abalanzara sobre él entre risas.

—Jungkook —tuvo que apartarlo cuidadosamente para que las personas que empezaron a observarlos no especularan tonterías que hicieran poner de los nervios a su entrañable amante—. ¿Cómo has estado?

—Bien —el menor sonrió enormemente y bajó la mirada mientras se mordía el labio inferior con fuerza. Juraba verle un leve sonrojo sobre las mejillas y estaba disfrutando bastante de ello—. Pero eso no importa, ¡Entremos al coche!

Tuvo que sonreír con ternura mientras era guiado hacia el automóvil. Jungkook se veía realmente ilusionado de tenerlo de vuelta en Los Ángeles y eso —aunque no le gustara del todo aquel sentimiento— le hacía notar un leve calor en el pecho que no le desagradaba completamente.

Una vez estuvieron arropados por la calefacción y los cristales polarizados del auto, ambos no se pensaron dos veces el abalanzarse sobre el otro para saludarse como debían; sinceramente lo que más había extrañado en Dubái era la suavidad y dulzura de los labios de Jungkook.

Una Venganza Casi Perfecta | KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora