Nuevo pueblo, nuevo comienzo

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-Lía, mete las maletas en el coche nos vamos ya,- grita mi madre.
-Voy!!,- grito como respuesta.

Yeah, it's a party in the USA.
Yeah, it's a party in the USA.

Me encuentro subida en el coche cantando a todo pulmón "Party in the USA" de Miley Cyrus.
Y es que estoy muy nerviosa y emocionada y nerviosa otra vez. No me creo que toda mi vida entera va a cambiar. Me mudo a un pueblo lejos de mis amigos, mi ciudad, lejos de mi hogar. Y no estoy segura si es algo bueno o malo. Tengo miedo de no saber que pasará, como me irá y por eso ahogo mis penas chillando esta canción y provocándole migraña a mí querida madre.

-Llegamos- anuncia mi madre despertándome, ni siquiera sé en que momento me quedé dormida.

-Vamooos, venga, tu padre nos está esperando.- dice para que salga del coche. Mi padre llegó un rato antes, el venía en otro coche para llevar el resto de cajas.

Me levanto de un salto. -Por dios se me han dormido las piernas.- me quejo.

Entro ilusionada en lo que será mi nuevo hogar, y nada más hacerlo un dulce olor inunda mis fosas nasales. Lo sigo hasta llegar a la cocina, donde descubro a mi padre quien ha preparado mi plato favorito en el mundo entero, lasaña.

-Siiiii,- ahogo un pequeño grito de la emoción y corro a abrazarlo.

-Ha sido un largo viaje seguro que debéis tener mucha hambre-, comenta mi padre. Y mi madre le da un pequeño beso en la comisura de los labios.

Me encuentro tirada en mi nuevo sofá, viendo mi nueva tele y replanteando me mi nueva vida. Y sobre todo el porque tuve que comer toda esa cantidad de lasaña, ahora no soy capaz ni de levantarme, pero no me juzguéis estaba demasiado buena.

-Lía, ¿Vienes con nosotros a por un helado?,-pregunta mi padre.

-Siiii-, vuelvo a gritar emocionada. Este hombre si sabe cómo ganarme. Sé que no me entra ya más comida en el estómago pero es imposible decir que no a un helado.

Llegamos a la heladería y como siempre me pido el clásico de chocolate blanco con pistachos.

*Se escucha la melodía de un móvil.*

-Hola, sí, dime,- escucho a mi padre contestar el teléfono.
-Cariño lo siento, es el fontanero tiene un hueco libre y se va a acercar a la casa, tengo que irme.- anuncia mi padre.

-Vamos contigo, no pasa nada ya tenemos los helados.-dice mi madre.

-En realidad a mí me gustaría dar un paseo por el pueblo, si no os importa.- les digo esperando escuchar un no por respuesta, pero sorprendentemente me dicen que sí.

Comienzo a andar sin rumbo hasta que llego a un puente, cuando a lo lejos veo una silueta, parece una chica. Poco a poco me acerco más y puedo verla más clara. Es una chica parece estar perdida mirando el paisaje. Cuando de repente se sube al filo del puente con intención de saltar.

-NOO, PARA, NO LO HAGAS,- grito corriendo hacia ella.
-Sea lo que sea todo tiene solución menos la muerte, por favor no lo hagas,- le suplico.

-La muerte es más sencilla que la vida, por favor vete.- me dice sin mirarme a los ojos.

-Baja y hablemos tranquilamente. Se que la vida es complicada pero si tienes aunque sea una pizca de ganas de seguir viviendo por favor baja de ahí y habla conmigo.

Parece que la convencí porque lentamente se bajó de allí.

Entonces la pude ver bien, era de estatura media, pelo liso y pelirrojo y tenía la cara llena de pecas, por las que resbalaba una lágrima.

No dije nada más, solo la abrace. Sentía que ahora mismo es lo que ella necesitaba. El abrazo fue largo pero creo que bastante reconfortante ya que sentí como se relajaba bajo mis brazos.
Entonces se separó, se secó las lágrimas y me dio la mano.

-Soy Jessica,- dijo ya algo más calmada.
-Yo Lía,- le devolví el saludo.
Y ahí supe que seríamos buenas amigas. Estuvimos toda la tarde hablando, ella me contó sus problemas, resulta que sufría de ansiedad, y últimamente lo había pasado muy mal debido a problemas familiares y a inseguridades con su propio cuerpo. No encontraba la forma de sentirse bien y eso le había llevado a pensar en, bueno ya sabéis. Pero después de tres intensas horas hablando con ella, conseguí contagiarle un poquito de mis ganas de vivir. Y si estaba segura de algo es que no iba a permitir que volviera a sentirse así.

Después de esta intensa conversación, ya se había hecho de noche y estaba oscuro. Por lo que decidí volver a casa antes de que mis padres se dieran cuenta de que no había vuelto.

Llevaba ya 15 minutos andando y no encontraba mi casa, definitivamente me había perdido. Y no puedo llamar a mis padres porque me castigarían. No me puede ir peor, pienso.
Cuando al girar una esquina choco fuertemente con alguien, siento como me voy para atrás y espero el golpe pero nunca llega. En cambio siento unos fuertes brazos sosteniendo me, abro los ojos que tenía fuertemente cerrados y me encuentro con dos hermosos ojos verdes mirándome tan fijamente que me podrían atravesar.

-¿Estás bien?- me pregunta al ver que no reacciono. Y es entonces cuando me doy cuenta de la situación y me separo bruscamente.

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⏰ Última actualización: Sep 30 ⏰

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