Nacimiento

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A altas horas de la noche la aldea de la hoja estaba en un caos total, el actual cuarto Hokage estaba luchando a vida o muerte para salvar la vida de su pareja y la de su recién llegado hijo, Kushina estaba dando toda su fuerza de voluntad para mantenerse fuerte ante el peligro que no dejaba de golpear su pecho, su marca de unión le picaba y dolía, anunciando que su pareja destinada estaba en peligro, ya había sido raptada, alejándola de su hijo recién nacido, su Omega interna estaba inquieta y muy enojada al verse alejada de su cachorro, habían extraído al zorro de nueve colas de su interior y eso la había debilitado.

Jadeante y cansada protegió como pudo a su hijo de aquel sujeto enmascarado que controlaba aquella bestia mítica, justo a tiempo Minato había llegado para protegerlos, el rubio mayor le pidió a su esposa que usará las cadenas de chakra para encerrar a la bestia, explicando su plan a la pelirroja está lo hizo, con un sabor amargo en su garganta pero lo hizo, todo para proteger a su cachorro, a su Naruto.

Minato usando su último recurso logro que aquel zorro habitará en su pequeño hijo, encerrandolo en su interior y la mitad en el cuerpo del rubio mayor, pero fue un precio grandísimo, antes de que Minato logrará su cometido, aquel ser mítico se había dado cuenta de su plan, por lo tanto su objetivo era matar a aquel cachorro rubio, tanto Minato como Kushina se dieron cuenta, usando sus propios cuerpos como escudos dieron su vida para salvar a su pequeño cachorrito.

Dando su último adiós y su último aliento, se despidieron del recién nacido, prometiendo que desde el más allá lo cuidarían, dejando aquel bebé llorando al no percibir el calor de ninguno de sus progenitores.

Antes de que Kushina falleciera, encargo al tercer Hokage cuidar de su hijo hasta que cumpliera la mayoría de edad para cuidarse, este con dolor acepto.

Mientras tanto el pequeño recién nacido, había dejado de llorar al ser cargado por el tercer Hokage, agarrando con su pequeña manita la ropa de este.

(...)

Una semana había pasado de aquel ataque, una semana donde la aldea estaba siendo reconstruida y un nuevo sentimiento se instalaba en los corazones de aquellos aldeanos, odio puro hacia el culpable de la muerte del Hokage y su esposa, sin saber la verdad y a juzgar a voluntad.

Todos a excepción de una persona en particular, Mikoto veía con suma tristeza al hijo de su amiga pelirroja, su instinto decía que debía llevar a aquel cachorrito sin protección, arrullarlo contra su pecho y proporcionarle calor de una madre amorosa, así como lo hacía con su hijito Itachi y su bebecito Sasuke, ambos eran muy pequeños y necesitaban la protección de su madre Omega, aún debían estar bajos sus faldas hasta que se conviertan en fuertes y grandes Alfas shinobis.

Con dolor no lo hizo, por órdenes del Hokage no lo hizo, con tristeza y dolor se retiro del lugar cargando a su bebé y tomando de la mano a su hijo Itachi, ignorando el gimoteo del bebé en sus brazos y su carita de disgusto aún estando dormido.

Hiruzen al tomar de nuevo el puesto de Hokage, pidió a unos ambus trasladar al hijo del Cuarto a un departamento en buen estado, los ambus acataron la orden, llevando lo necesario para un niño recién nacido, el rubio bebé aún descansaba, había llorado tanto que se había quedado sin energía, sin tener un calor que lo arrulle con cariño y protección que el necesitaba.

Una vez en el departamento dejaron al bebé en una cuna junto con sus cosas y se retiraron, hiruzen llegó momentos después con una shinobi al lado de él; Hiruzen le encargó que protegiera al bebé como si fuera su hijo, él siendo un alfa no podía darle la comodidad necesaria al cachorro, además de estar nuevamente ocupado con su puesto, siguiendo esa orden la castaña lo hizo.

Una vez que el tercero se retiró, la castaña de nombre Chihiro se acercó a la cuna, dándose cuenta que el niño se estaba despertando y a punto de llorar, rápidamente lo tomo en brazos con cuidado, arrulando contra su pecho el niño se calmo, la castaña Omega sintió un dolor en el pecho y de repente estaba llorando, abrazo con suficiente fuerza al bebé en brazos sin llegar a lastimarlo y cayó al suelo, rompiendo en llanto, aquel bebé no tenía la culpa de la destrucción de la aldea, solo era un ser angélical que había Sido traído al mundo para iluminar la vida de sus padres, tal como su hijo fue, su pequeño hijito, aquel hijito que no pudo proteger por ser tan descuidada, aún con llanto trato de cambiar su olor agrio y de tristeza que hacían inquietar al bebé, por uno dulce y maternal.

Vida de un Omega Donde viven las historias. Descúbrelo ahora