Ya había vuelto a la aldea luego de esos tres años de arduo entrenamiento y tristeza que albergaba su corazón, la aldea había cambiado al igual que algunos de sus amigos y conocidos, se alegro mucho cuando volvió a ver a la quinta, su "abuela" como le decía, tanto él como su Omega interno chillaban de alegría al estar en casa nuevamente.
Su amiga pelirosa lo recibió con un abrazo además de un golpe en su cabeza, al menos seguía siendo como la recordaba. No había cambiado mucho excepto por su vestimenta y el cuerpo ahora bien trabajado de la Beta, digna de una discípula de la Quinta Hokage.
El aroma a cítricos que el rubio soltaba estaba presente a cada paso que daba en la aldea hasta llegar a su hogar, con emoción entro rápidamente dentro del lugar y lo primero que hizo fue una mueca de asco.
El lugar estaba sucio, lleno de polvo y telarañas por doquier, si bien Naruto era alguien extrovertido e inquieto, no era alguien cochino, bueno tal vez un poco, pero no tanto.
Por eso ver todo aquello en su pequeño lugar seguro fue demasiado para él, se adentro al interior, retirando su banda ninja y colocando un paño en su cabeza comenzó a limpiar, barrer, retirar y tirar todo lo que no servía, desde cosas materiales hasta comida, movió muebles y remodeló todo.
Su nido con suerte no había tenido daños y seguía tal y como lo recordaba, estaba suave al tacto y aún mantenía su olor reconfortante, aunque necesitaba unos cambios tanto en la lana como en la paja y hojas, pero eso lo haría luego. Limpió su habitación tratando de no estropear su nido, al terminar y ver su trabajo satisfecho se dirigió a darse una ducha, se sentía cansado por el viaje y sucio por limpiar.
Después de tomarse una ducha se dió cuenta que la noche había caído, miro tras su ventana y la luna se alzaba impotente en el firmamento, secando su cabello con una toalla y otra atada a su cintura, con delicadeza seco cada centímetro de su cuerpo ahora fornido y musculoso, pero sin perder el toque de su casta.
Al terminar de secarse se colocó su pijama y se acomodo en su nido, soltando un suspiro de satisfacción al sentirse nuevamente en casa, sin embargo, aún sentia ese vacío en su corazón, se sentía solo, abandonado, nuevamente.
Con el dolor en su pecho y escuchando a su Omega interno llorar, se dispuso a dormir, pensando que mañana sería otro día.O trato de hacerlo, la marca en su ser que alguna vez su alfa realizó, lo estaba matando.
(...)
Un nuevo día comenzaba.
Naruto había regresado a la aldea después de tres largos años de entrenamiento con Jiraiya, sí, la luz del sol bañaba Konoha, claro que lo hacía, pero en su corazón, había una sombra que no se disipaba. Toda esa tarde, al recorrer las calles, sentía la nostalgia de su hogar, de su vida antes de partir, pero sobre todo, sentía un vacío. Un vacío que tenía nombre: Sasuke.
Sasuke había dejado la aldea en busca de poder, cada día lo recordaba, dejando a Naruto con una promesa rota y un corazón dolido. Naruto había pasado esos tres años esforzándose al máximo para volverse más fuerte, no solo para proteger a sus amigos, sino también con la esperanza de traer de vuelta a Sasuke, su alfa. Pero ahora, al estar de nuevo en Konoha, el dolor de su ausencia se volvía más agudo, más real.
Desde que Naruto volvió, cada día era lo mismo. Recordando y rememorando todo.
Caminaba por los lugares que solía compartir con Sasuke. El entrenamiento en el campo, las peleas amistosas que habían definido su juventud, los silencios incómodos que, con el tiempo, se convirtieron en una comunicación íntima que nadie más podía entender. Eran recuerdos que ahora pesaban sobre él como una carga insoportable.
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Vida de un Omega
РазноеVeremos el desarrollo de Naruto Uzumaki, del como desde su nacimiento fue preparándose para la vida de un buen Omega, pero un Omega fuerte