Maximiliam
Estoy llegando a rebasar mis límites, no me importa quemar todo lo que se me cruce. Estoy cansado de todo y todos, ya nada tiene importancia.
Ya me siento como un completo inútil por no poder encontrar a la única persona que me importa, así que... ¿Por qué pararme a pensar en si lo que voy a hacer es correcto o no?
Lo tengo todo completamente claro, mis intintos asesinos están más vivos que nunca, es hora de la verdadera diversión hermano.
Así es, es hora de que empiece mi diversión, nuestra diversión. Mientras termino de llegar a la preciosa mansión de los jardines blancos, saco de mi chaqueta un paquete de cigarrillos y me enciendo uno.
Había dejado de fumar por ella, pero desde que no está, el hombre en el que estaba trabajando para merecer estar a su lado, ya no existe, está muy muerto.
Bajo del coche y me voy al maletero para sacar el galón de gasolina que será nuestro cómplice en este trabajito.
Con el galón en una mano y el cigarrillo en la otra entro por las enormes verjas de la preciosa casa Telnaster, cueva de malditos. Ninguno de ellos merecía pasar todo el tiempo que ella estuvo trabajando para ellos.
No veo nada más que el camino directo hacia la casa del pedazo de mierda que son estas personas. No me importa un carajo lo que viví por su culpa, ¿Pero lo que sucedió con mi mujer? Eso no lo perdonaré, estamos seguros que ellos saben donde está.
Así que haremos las cosas a nuestro modo esta vez. Mientras camino hacia la mansión, por mi visión periférica percibo un movimiento. Levantando mi arma apunto al que parece uno de los trabajadores de Lucrecia.
-¿Señor Telnaster?- pregunta claramente nervioso por el arma que llevo, claro, si piensa que trabaja para una familia adinerada que para nada está involucrada con la mafia.
-Lárgate, necesito tratar un asunto familiar- es todo lo que digo mientras señalo con la punta de mi pistola la salida.
No lo piensa dos veces, sale corriendo sin mirar atrás. Sigamos con lo nuestro. Si alguien vuelve a interrumpirme le meteré un tiro sin pensarlo dos veces, estamos de acuerdo. Por supuesto que lo están.
Cuando llego a la puerta principal contemplo el lugar. Lo único bueno que pudo darme esta casa fue haberla conocido, pero ahora convertiré todo en cenizas.
Mientras le doy una calada al cigarrillo, unas pisadas provenientes de mi derecho me alertan. Al voltear a ver, un muy asustado y completamente sorprendido Nicholas corre hacia mí.
-¡Tenemos que salir de aquí!- grita tomándome de la chaqueta-No es seguro para nadie este lugar- dice tratando de llevarme con él.
Lo detallo lentamente, algo no está bien en él. No se como explicarlo, se ve diferente de lo normal, está más vulnerable, asustado. Parece el niño pequeño con el que me crié y no el maldito alacrán en el que se convirtió. No te lo creas, este algo trama.
-Logré que Dominic, Margot y la pequeña Ana se fueran- parlotea sin cesar, se pasa las manos por el cabello- Solo faltabas tú, te estaba buscando en tu habitación pero la encontré vacía, creía que ya te habías ido, pero cuando iba saliendo te vi y me asusté- me toma nuevamente de la chaqueta- Me preocupaba que pudieran lastimarte, tenemos que irnos hermano- ahora si este ya acabó más loco que nosotros.
-¿Qué carajos te pasa?- lo empujo haciendo que caiga al suelo-¿Por qué actúas así de la nada? ¿Llamándome hermano?- río con incredulidad.
-Vamonos por favor- suplica con la voz más triste que le he escuchado. No sé si estoy alucinando, si mi cigarrillo era de uranio o qué, pero que Nicholas me suplique a MÍ. Eso sí no me lo creo.
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Sepulcro (Próximamente en Físico)
RomanceLas tragedias pueden marcarte para toda la vida. Las marcas pueden cambiarte la vida. La vida puede ser una verdadera tragedia. Fiorella Leblanc es una joven italiana que lo único que desea es conseguir un empleo para retomar sus estudios. Tras la m...